Centenario de Trilce

 

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TRILCE: UN NUEVO GIRO EN LA LITERATURA PERUANA Y CASTELLANA

 

Carlos Caballero Alayo

 

PRIMERA Y SEGUNDA EDICIÓN DE TRILCE

En primer lugar, voy a ubicar contextualmente al poemario TRILCE.

El poemario nace en una etapa dramática para Vallejo: la muerte de su madre en agosto de 1918; un fracaso amoroso, teñido de escándalo, en mayo de 1919; y como tal su renuncia al puesto de Director del Instituto Nacional. El fallecimiento de su amigo, el escritor Abraham Valdelomar, en noviembre de 1919.

A lo anterior se suma su prisión. El 6 de noviembre de 1921 es capturado. (acusado de agitador e incendiario en Santiago de Chuco) Permanecerá 112 días en la cárcel de Trujillo. Sale el 26 de febrero de 1922. He aquí fragmentos de una carta que dirige a Oscar Imaña el 12-2-1922. “Tú puedes imaginarte como lo pasaré ahora. (…) En mi celda leo de cuando en cuando; muy de breve en breve cavilo, y me muerdo los codos de rabia, (…) También escribo de vez en cuando, y si viene a mi alma algún aliento dulce, es la luz del recuerdo… ¡oh el recuerdo en la prisión! Como él llega y cae en el corazón y aceita con melancolía esta máquina ya tan descompuesta”. (…)

Durante su encarcelamiento escribe muchos versos que aparecerá en su segundo poemario, TRILCE, estos versos naturalmente reflejarán su experiencia dolorosa de la celda. Aquí algunos de ellos:

EL CANCERBERO CUATRO veces

al día maneja su candado, abriéndonos,

cerrándonos los esternones, en guiños

que entendemos perfectamente. T. L.

EN LA CELDA, en lo sólido, también

se acurrucan los rincones.

(…)

El compañero de prisión comía el trigo

de las lomas, con mi propia cuchara, (…) T. LVIII

En un homenaje que le tributan los amigos de Trujillo al salir de la cárcel, lee el poema, que aparecería en Trilce con el número XVIII. Naturalmente escrito durante los meses que pasó entre rejas, el poema desde un principio ubica al lector en el ambiente delimitado de las 4 paredes de la celda.

OH LAS CUATRO paredes de la celda.

Ah las cuatro paredes albicantes

que sin remedio dan al mismo número.

Criadero de nervios, mala brecha,

por sus cuatro rincones cómo arranca

las diarias aherrojadas extremidades.

Amorosa llavera de innumerables llaves,

si estuvieras aquí, si vieras hasta

qué hora son cuatro estas paredes.

Contra ellas seríamos contigo, los dos,

más dos que nunca. Y ni lloraras,

di, libertadora!

Ah las paredes de la celda.

De ellas me duele entretanto, más

las dos largas que tienen esta noche

algo de madres que ya muertas

llevan por bromurados declives,

a un niño de la mano cada una.

Y sólo yo me voy quedando,

con la diestra, que hace por ambas manos,

en alto, en busca de terciario brazo

que ha de pupilar, entre mi dónde y mi cuándo,

esta mayoría inválida de hombre.

En 1922 César Vallejo vive en Lima, durante los primeros meses sigue escribiendo en prosa y en verso. Asimismo, ordena los poemas que conformarían TRILCE. En abril reanuda sus labores como profesor del Colegio “Nuestra señora de Guadalupe”.

En junio ya tiene completamente compuesto su segundo poemario, únicamente le faltaba el título. Antenor Orrego se encontraba en Lima y observa la copia del poemario. A petición de César Vallejo conviene escribir el prólogo. Recordando este episodio Orrego diría en 1958: “Era natural que me dejara ganar por un casi lírico arrebato fraternal”. Palabras que dicen mucho del efecto que tuvo la lectura de los poemas en Antenor Orrego.

César Vallejo lleva la copia original del poemario a la Editorial Penitenciaría – Lima, no con el nombre que lo conocemos hoy -TRILCE- sino con el nombre Cráneos de bronce, y con el seudónimo de César Perú.

De como adoptó el nombre final existen varias versiones: 1. La que dice que en vista de que el libro iba a costar tres libras, César Vallejo, en un relámpago de inspiración dice “tres, tres … tris, trisssss, trilss, entonces se llamará TRILCE. (Juan Espejo) 2. La conjetura de Juan Larrea dice: “Así como de duplo se pasa a triple, de dúo a trío, de duplicidad a triplicidad, Vallejo sintió oportuno pasar verbalmente de dulce a trilce”.

Finalmente, en el mes de octubre sale TRILCE. Constaba de 121 páginas de texto y XVI de prólogo escrito por Antenor Orrego, llevaba en la portada un retrato a lápiz del poeta, realizado por Víctor Morey Peña. Cae en la indiferencia general. Casi reflejando lo que dice César Vallejo en una carta a Antenor Orrego después de acabar TRILCE. “El libro ha nacido en el mayor vacío”, refiriéndose al proceso de creación del poemario. En vista de la recepción que tuvo, puede decirse que cayó en el mayor vacío.

En efecto, nadie comentó el libro recién publicado, excepto Antenor Orrego en el prólogo y, Luis Alberto Sánchez en MUNDIAL del 3 de noviembre de 1922, no obstante, en este artículo Sánchez no tanto crítica como expresa lo asombrado que estaba ante el poemario al que le queda aún comprender, ya que en ese entonces se topaba con “un libro incomprensible y estrambótico”, “¿Por qué habrá escrito Trilce Vallejo?” se pregunta. Por su parte Orrego, también calla en cuanto a crítica. Aquí algo de lo que dice: “Sus palabras no han sido dichas; acaban de nacer. El poeta rompe a hablar porque acaba de descubrir el verbo”.

En el mismo mes de octubre, César Vallejo escribe una carta a Antenor Orrego, acompañando ejemplares de TRILCE para los amigos de Trujillo, en ella manifiesta ‘asumir toda la responsabilidad de la estética del libro’, dice: “Siento gravitar sobre mí una hasta ahora desconocida obligación sacratísima de hombre y de artista. La de ser libre”.

En 1928 aparecen en Lima dos estudios de cierta amplitud: Uno de Jorge Basadre, publicado en febrero en La sierra, revista que calaba en la realidad indígena. Basadre señaló que TRILCE emplea por primera vez en el Perú las formas libérrimas en la métrica y en la rima y que, aunque rompe con la lógica objetiva y cerebral y va a una personal realización, tiene un fundamental contenido romántico. El artículo titulaba “Un poeta peruano”.

El segundo estudio corresponde a José Carlos Mariátegui en su estudio El proceso de la literatura en sus 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana, dice: “Vallejo es el poeta de una estirpe, de una raza. Se encuentra en Vallejo, por primera vez en nuestra literatura, el sentimiento indígena, virginalmente expresado (…) Hay en Vallejo un americanismo genuino y esencial (…) El sentimiento indígena actúa en su obra tal vez sin que lo sepa” Mariátegui concluye que César Vallejo ha inaugurado una nueva época en nuestra literatura.

La segunda edición de TRILCE apareció el 9 de julio de 1930 en España, con prólogo de José Bergamín y un poema-salutación de Gerardo Diego. Impreso por la editorial Plutarco, pero en cuya portada se lee: “Compañía iberoamericana de publicaciones S.A. (CIAP), estrategia para su colocación entre el público americano. Constaba de 206 págs. y colofón.

 

CENTENARIO DE TRILCE

Resulta extraordinario y maravilloso que a cien años después de la publicación de TRILCE estemos celebrando este hecho como un suceso importante en la vida cultural del Perú, pues Vallejo marca un antes y un después en la literatura peruana.

El poemario está conformado por 77 poemas, ninguno extenso; pero, difíciles y enigmáticos. En su época resultó incomprendido, pues se cultivaba la poesía modernista de imágenes fuertes, ampulosas y de sonidos retumbantes, propios para la declamación.

Vallejo incorpora al lenguaje poético un conjunto de vocablos que a muchos desconcertó. Incorpora en sus versos un vocabulario cotidiano de palabras que hasta ese momento se consideraban vulgares, imposibles de connotación literaria, y los eleva al ‘performance’ poético. Enriquece su poesía con los hechos de la vida diaria, el acontecer cotidiano, en las pautas de comportamiento del pueblo. Al respecto González Vigil (2012) escribe: “Vallejo nació y pasó su infancia y adolescencia –es decir, los años claves en la configuración de su personalidad- en la sierra, siendo feliz en el ámbito familiar y en comunión con la naturaleza. Esas raíces andinas marcaron para siempre su sensibilidad y su óptica” (p.32)

En relación con la afirmación anterior podemos decir que César Vallejo se comportó siempre como un santiaguino. Y sus patrones culturales adquiridos desde la infancia lo acompañaron durante toda su vida. En Trujillo, Lima, París, Madrid y en todas las estaciones de su vida, no dejó de ser culturalmente de Santiago de Chuco.

Los hábitos del hogar y de la colectividad, las comidas y bebidas, las festividades y costumbres los conoció desde niño. En su bagaje cultural se juntan las raíces históricas autóctonas y foráneos. Él ha de mencionar a la papa, el cuy, el rocoto, el maíz y la chicha de jora, etc. como “cosa buena”.

Hablando de Trilce, citamos algunos fragmentos de sus textos poéticos del uso del lenguaje cotidiano, veamos:

Aguedita, Nativa, Miguel,

cuidado con ir por ahí, por donde

acaban de pasar gangueando sus memorias

dobladoras penas,

hacia el silencioso corral, y por donde

las gallinas que están por acostarse todavía,

se han espantado tanto.

Mejor estemos aquí no más.

Madre dijo que no demoraría. (III, Trilce)

Chasquido de moscón que muere

a mitad de su vuelo y cae a tierra. (XII, Trilce)

Hoy vienes apenas me he levantado.

El establo está divinamente meado

y excrementado por la vaca inocente

y el inocente asno y el gallo inocente. (XIX, Trilce)

Ahora que chirapa tan bonito

esta paz de una sola línea,

aquí me tienes,

aquí me tienes, de quien yo penda,

para que sacies mis esquinas. (XXII, Trilce)

En tanto, el redoblante policial

(otra vez me quiero reír)

se desquita y nos tunde a palos,

dale y dale,

de membrana en membrana

tas

con

tas. (XLI, Trilce)

No se vaya a secar esta lluvia.

(…)

¿Hasta dónde me alcanzará esta lluvia?

Temo me quede con algún flanco seco;

Temo que ella se vaya, sin haberme probado

en las sequías de increíbles cuerdas vocales,

por las que,

para dar armonía,

hay siempre que subir ¡nunca bajar!

¿No subimos acaso para abajo?

Canta, lluvia, en la costa aún sin mar! (LXXVII, Trilce)

Estilísticamente debemos señalar que Trilce es el libro de poesía más radical escrito en lengua española, aparecido justamente en el momento de la irrupción del vanguardismo en el mundo, que pregonaba una renovación o cambio de los cánones de la estética, luego de la gran conmoción universal que significó la primera Guerra Mundial.

Aunque tenga algún reflejo de las innovaciones formales aportadas por el ultraismo u otros movimientos vanguardistas contemporáneos, Trilce constituyó un singular ejemplo de renovación del acto poético esencial, un esfuerzo de reducir el lenguaje a lo indispensable para alcanzar un razonamiento o entraña esencial.

En general, la técnica poética de Trilce se caracteriza por una violenta ruptura con toda imitación o influencia literaria, una liberación audaz de las reglas del metro y de la rima, así como de la sintaxis.

Una de las temáticas destacables en los textos vallejianos son los que aluden a la madre, - solamente a ello nos referiremos en este pequeño comentario - quien es recordada siempre con ternura infinita y amor entrañable. Un claro ejemplo es el poema LXV de Trilce.

Madre, me voy mañana a Santiago,

a mojarme en tu bendición y en tu llanto.

Acomodando estoy mis desengaños y el rosado

de llaga de mis falsos trajines.

Me esperará tu arco de asombro,

las tonsuradas columnas de tus ansias

que se acaban la vida. Me esperará el patio,

el corredor de abajo con sus tondos y repulgos

de fiesta. Me esperará mi sillón ayo,

aquel buen quijarudo trasto de dinástico

cuero, que pára no más rezongando a las nalgas

tataranietas, de correa a correhuela.

Estoy cribando mis cariños más puros.

Estoy ejeando, ¿no oyes jadear la sonda?

¿no oyes tascas dianas?

estoy plasmando tu fórmula de amor

para todos los huesos de este suelo.

Oh si se dispusieran los tácitos volantes

para todas las cintas más distantes,

para todas las citas más distintas.

Así, muerta inmortal. Así.

Bajo los dobles arcos de tu sangre, por donde

hay que pasar tan de puntillas, que hasta mi padre

para ir por allí,

humildóse hasta menos de la mitad del hombre,

hasta ser el primer pequeño que tuviste.

Así, muerta inmortal.

Entre la columnata de tus huesos

que no puede caer ni a lloros,

y a cuyo lado ni el Destino pudo entrometer

ni un solo dedo suyo.

Así, muerta inmortal.

Así

El consenso general es que este poema fue escrito en mayo de 1920, mientras César Vallejo planeaba su retorno a Santiago de Chuco. Su madre había muerto en agosto de 1918. Así como este, hay muchos otros poemas en los que el poeta se refiere a la madre como si estuviera viva; más aún, se dirige explícitamente a ella. Le dice: mañana voy a ti; luego le pide cosas específicas: quiero tu bendición y mojarme en tu llanto (entiéndase llanto como agua de lluvia, lo que da vida), deseo que escuches mis desengaños y veas mis heridas. Proyecta a la madre como la única persona que de verdad puede comprender sus “desengaños” y curar su “rosado de llaga”. Luego, el poeta entiende cómo le recibirá la madre: “Me esperará tu arco de asombro”. Sabe de las emociones intensas que genera en ella el regreso del hijo. La madre formará un arco en la sien, asombrada por el hijo que retorna. Significativa es también la expresión “estoy plasmando tu fórmula de amor”. Danilo Sánchez Lihon, otro insigne santiaguino, ha hecho esta reflexión al respecto: “¿Que sabiduría es mayor que el ser madre? ¿Y qué fórmula más perfecta de amor real, ideal o utópico que el ser madre?” (La madre en César Vallejo. Danilo Sánchez Lihón).

El poeta trata de comprender la dimensión del amor de la madre; un amor inconmensurable y eterno. Es tal el amor de la madre que en “Los pasos lejanos” (Los heraldos negros) personifica el amor en la madre: “Y mi madre… / Está ahora tan suave, / tan ala, tan salida, tan amor”. El padre, claro está, también es objeto en la lírica vallejiana. Y del mismo modo que la madre, sus versos presentan a un padre consagrado y tierno, a quien le une profundos sentimientos de amor y gratitud. “Los pasos lejanos” y “Enereida” de Los heraldos negros, son dedicados a su padre.

Para finalizar, tengamos en cuenta lo que dice Lemaitre (2001) “El hablante hijo-poeta ha retornado al origen, y como él, también su padre y todos los varones, pues todos son hijos, niños siempre ante los ojos de la madre y de la Gran Madre Universal, de la madre tierra, de Pachamama, de la Virgen María, quien los ha parido a todos” (pág. 219)

En suma, TRILCE marca un antes y un después en la literatura peruana y en la cultura de nuestro país.

Trujillo, noviembre 2022.

 

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

Caballero Carlos. (1992) César Vallejo: Perfil biográfico y literario. Trujillo. Edit. Libertad.

González Ricardo (2019) César Vallejo. Todos los poemas. Lima. Edit. Universitaria.

Lemaitre Mónique (2001) Viaje a Trilce. México. Plaza y Valdés Editores.

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