Carátulas de libros de Cajamarca 2014
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Esperaba contar con algún libro, presentado en 2014, para aperturar esta sección tan visitada, y precisamente ayer por la noche en la actuación de gala de la Presentación y Entrega de la obra Antropológica de José María Arguedas, el amigo Julio Néstor Zamora Castro, gran músico y escritor cajamarquino de mucha valía me obsequió un ejemplar de su libro Clarín Cajamarquino Shukcha Kashamarkinu Valor y Construcción, con un CD que contiene una discografía del clarín con 23 temas musicales, cuya carátula apertura esta sección.
Preveo que este año será negativo –por no utilizar otro término para la publicación de libros por la Municipalidad Provincial de Cajamarca, que ha sido la institución que más apoyo ha brindado a los poetas y escritores cajamarquinos en la publicación de sus obras a través del Fondo Editorial Municipal.
Pero este año, según me manifestó el Lic. Carlos Cabrera Miranda, Gerente de Educación y Cultura de la Municipalidad Provincial de Cajamarca, que el Fondo Cultural no cuenta con Presupuesto para publicaciones en este año 2014.
Con esta noticia, mi libro Poetas y Escritores de la Región Cajamarca de 390 páginas en formato A4, por ambos lados, espacio sencillo, donde presento las microbiografías de 658 escritores y poetas de la Región Cajamarca, ilustrado con gran cantidad de fotografías personales y de las carátulas de sus obras publicadas quedará en espera, al igual que otras obras que fueron seleccionadas por la Comisión especial precedida por el Regidor Lic. Segundo Rojas Fernández también de mucha importancia para incrementar el caudal cultural de nuestra Región, cuya carátula la incluyo.
Juan C. Paredes Azañero
Ernesto de Feuchtersleben Higiene del alma Jack Farfán Cedrón
El dominio del carácter se inscribe como la mejor cura interior para las pasiones y búsquedas azarosas del hombre que va en pos de alguna claridad que solace su alma, si es que se encuentra inquiriendo rumbos; o, ya en la madurez, se atrinchera en la barca de una vida sosegada, en las postrimerías del anciano reflexivo, que ya lo ha trajinado todo, limpiamente. Escrito en 1918, por el barón Ernesto de |
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Feuchtersleben, médico alemán, este opúsculo fisiológico debiera ser una
bendición de cabecera para las actuales generaciones de galenos. Basado
en los paisajes anímicos,
plenos de luz y oscuridad que origina el mismo, el autor nos insta a desoír las borrascas exteriores, que muchas veces se prestan sombrías, llovidas de una ceniza de actualidad, que muchas veces aturde y corrompe los actos más sublimes de cualquier persona. Nada podrá amilanamos en la búsqueda de la plenitud, del solaz espiritual que parte de un punto adonde la fijeza y la concentración equilibrada dirige sus sólidos objetivos, quetrasvasan asperezas, collados, ruinas banales, edificaciones humanas calamitosas. |
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PRÓLOGO EL SONIDO DE LAS CARACOLAS O LAS ANDANZAS DE "LOBITA" José López Coronado Antonio Goicochea Cruzado es un escritor prolífico y prolijo. Su poesía la degustamos osada y sensata, tierna e indignada, abstraída y alborozada. Su prosa, en cambio, es explícita y dilucidante, reflexiva y cáustica, dilecta y apasionada. Estas características le dan talante y factura personal que lo identifican a primera lectura. Pues él amolda su palabra como un alfarero, la bruñe como orfebre, y la ofrece como un brindis auspicioso. Por ello, es un escritor reconocido no solo en nuestra región (cuyas cordilleras son de oro macizo, no obstante en sus valles nuestra gente remienda el techo de su pobreza). Su trabajo poético y narrativo es conocido también en el contexto nacional y ha trasuntado las fronteras. |
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El sonido de las caracolas, la presente gavilla de relatos (que saben a
fiesta pueblerina con desayuno familiar, almuerzo opíparo y cena
amical), confirma lo que se ha dicho de él y de su obra diversa y
versátil. Diversa en su temática, que parte y regresa a sus orígenes
natales, San Miguel de Payacques, y versátil en su tratamiento técnico,
con el propósito de conquistar lectores en otras latitudes. No en vano
han sido publicados, uno por uno, en el blog de cuentos Educarte, que
supone, a priori, haber aprobado un control de calidad, por parte de
esta institución que, dígase de paso, se ha dado el trabajo primoroso de
ilustrar cada cuento, tal como aparecen publicados en este libro. Tal como en el arcoíris caben todos los colores, en la narrativa de este libro de Antonio Goicochea Cruzado caben, palmaria o subrepticiamente, todas (o casi todas) las especies de la narrativa breve. Y justamente la inicia con un mito, aunque el título exprese que es una leyenda, que explica -bajo nuestro cielo- el origen de iname o arcoíris. Son leyendas ex profeso: La campana de oro, La Virgen del Arco, La del origen del maíz y Los ovillos de colores. Presentan la técnica y sortilegio del cuento: El sonido de las caracolas, Los olleros de Mangallpa, La yatama, Velay agarró maña el mitayo, Tania la manola, El más difícil de los oficios, El mejor amigo, El juguete anhelado, Las cartitas esperadas, Adonde fueres, haz lo que vieres, Mañana juntaremos millashcuros, Manuelíto no quiere ir de paseo y Ahora no podrá negar que... En cambio son relatos: El lustrador, El amor del niño Ernesto, La moña, Los cipreses ornamentales y El acomedido cobrador de microbús. A su vez, tienen la acuarela de las estampas: Al tío Abelardo le gustan las cabezas de cuy, Llegó banda, y Sequía en Condorumi. y linda con la tradición el titulado El landaruto. Pero en la mayoría de las narraciones palpitan por espacio propio anécdotas, fábulas y crónicas que, registradas con pericia y fluidez de gran contador de historias, que es su autor, se elevan al rango literario de modo categórico, no solo por su lenguaje fácil pero elegante, sino por la destreza de saber presentar cada hecho o circunstancia con perspicacia y pertinencia. La mayoría de los textos de El sonido de las caracolas están destinados a la edificación del futuro, es decir a los niños y jóvenes ávidos de lecturas que reflejen e interpreten nuestra realidad andina, con su propia mitología e idiosincrasia para fortalecer nuestra identidad regional, por eso es preceptor didáctico, educador dicharachero y maestro guía. Sin embargo, los lectores adultos tendrán la oportunidad también de rememorar vivencias parecidas que, al terminar de leer cada narración, les dibujará una sonrisa o acaso les robará la exhalación de un suspiro. ¿Quién no recuerda hechos dignos de un libro vividos en la niñez y juventud junto a los amigos entrañables, como Meyengue y otros también cercanos que acompañaron en sus andanzas a "Lobita", el autor mozo en su pueblo de San Miguel, cuyo Arcángel les enseñó a pisar a todo diablo entrometido que frustraba sus momentos más memorables? Pues de eso está hecha la vida, como decía Borges, de momentos. Y se tornan en inolvidables cuanto más significan en nuestra experiencia personal. Finalmente, no quiero dejar de expresar que, viendo su imagen, Antonio Goicochea Cruzado (imagen que se incluye también en El sonido de las caracolas), tiene un parecido físico con Fernando Savater, el filósofo y escritor español de nuestra época. Esta semejanza, creo, puede también tener un parecido espiritual o gnoseológico con nuestro poeta y escritor cajamarquino. Los que conocemos a Antonio sabemos del encanto de su plática, de su generosidad de paisano y de la vorágine de sus proyectos que buscan alcanzar el cielo, sin despegar los pies de la tierra. Similitud también ética y militante, porque observamos que ambos son sosías. Chota, setiembre 26 de 2014. |
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INTRODUCCIÓN No hay duda de que la sociedad cajamarquina va -de un modo u otro, formal o informalmente, consciente o inconsciente- perdiendo de manera paulatina su identidad tan valiosa y necesaria, una cultura rica en grado sumo. Se trata de una sociedad que va en carrera desenfrenada hacia el consumismo compulsivo e irracional y, lo más doloroso, a una asimilación irreversible. Ello va acompañado de una deseducación y pérdida de valores muy penosas. En cierta oportunidad, mientras un profesional de turismo hacía un guiado a un extranjero en el Cuarto del Rescate de Cajamarca, dijo que La Shicuana era el lugar por donde hicieron su entrada los españoles cuando prendieron a Atahualpa. Esto no estaba mal; pero cuando el turista le preguntó: ¿qué origen tenía el vocablo shicuana y qué significaba? |
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Este le contestó a medias, es decir, que era quechua y que significaba
"zona e/evada, o algo parecido".
Esta última parte, lógicamente, porque no conocía en realidad, o porque estaba mal informado, la improvisó. De este tipo de experiencias hay muchas. La gente suele, en "honor' de la audacia de la ignorancia, improvisar cualquier significado a cambio de no quedarse en silencio. En aras de recuperar y fortalecer nuestra preciada identidad nos impusimos la nada holgada tarea de explicar con el mayor rigor académico posible la naturaleza etimológica, unas veces y filológica otras, de un considerable acervo de vocablos tanto quechuas como culles de la provincia de Cajamarca. Los referentes deberían ser los lugares (topónimos), los apellidos o nombres de personas (antropónimos), las plantas (fitónimos), los animales (zoónimos) y los orónimos (montañas, cordilleras). Los productos han sido confirmados sobre la base de entrevistas efectuadas a informantes idóneos, las consultas hechas a miembros· de la Academia Regional del Idioma Quechua de Cajamarca y, finalmente, también hemos efectuado la obligada consulta de diccionarios y trabajos bibliográficos garantizados. Las investigaciones del Dr. Alfredo Torero y Willem Adelaar y el Diccionario Geográfico e Histórico de Cajamarca, de Carlos Burga Larrea, fundamentalmente, nos han sido valiosísimas a la hora de la determinación de los valores lingüístico-semánticos que hoy tenemos a bien presentar en este modesto trabajo. Admirablemente bello se torna el hecho que presenta la fusión de vocablos quechua-castellano y castellano quechua, culle-castellano y castellano-culle, quechua-culle y culle-quechua, y, obviamente, no es menos ennoblecedor el hecho de que al unirse vocablos quechua-quechua y culle-culle nos den una inusitada sensación de objetividad y concreción semánticas; es decir, la motivación del signo lingüístico quechua y culle, respectivamente, es irrefutable Peste tema fue investigado y explicado con anterioridad en otro trabajo. Al respecto, tenemos que decir que, innegablemente, la toponimia, antroponimia, fitonimia, zoonimia y oronimia nativas de la provincia de Cajamarca se revisten fundamentalmente de matices quechuas y en menor medida de la lengua culle y otras lenguas preincas. Este fenómeno se debe -en opinión de Alfredo Torero- a que el radio de acción de la lengua culle llegó tan solo hasta el río Crisnejas, afluente del Marañón que pasa por el fértil valle de Condebamba. Una característica suprasegmental destacable en la lengua quechua es la presencia del acento de intensidad en la penúltima sílaba, es decir, se trata de una lengua que está constituida mayormente por palabras graves o llanas. Este fenómeno contrasta con la naturaleza fonética del culle, en el que el acento recae en la última sílaba (palabra aguda). Esto no quiere decir, sin embargo, que toda palabra aguda en lengua prehispánica tenga que ser culle. El propio Alfredo Torero manifiesta que, en vista de que no hay seguridad para confirmar la naturaleza culle de tal o cual vocablo, existe la necesidad de nominar como áreas toponímicas: -cat, -den, -is, -ual, -chacha, etc. Los topónimos constituidos por estas estructuras lingüísticas se hallan con mayor regularidad fuera de la provincia de Cajamarca; hecho que nos exime de llevar a efecto estudios más intensivos. Sobre la base de estas y otras premisas que no se mencionan ahora, consideramos que con el presente trabajo de investigación buscamos explicar esta realidad lingüística sobre la base de los recursos lingüísticos, culturales y humanos existentes en la región. Para desarrollarlo, se ha tenido que interactuar, necesariamente, con los protagonistas de la lengua y cultura quechuas de nuestra provincia. La muestra seleccionada con cuidado ha estado constituida por personas mayores de edad, especialmente, de las comunidades de Porcón (Rosario Ayay, Dolores Ayay Chilón, Pedro David Chilón Chuquimango, Elmer Zambrano y Juan Elizer Ayay Toledo), de Chetilla (Carlos y Segundo Malimba Chugnas, Alberto Alegría Chugnas, Fredy Terán Herrera, Emilia Tambillo Gastolomendo, María Elena Iparraguirre), de La Paccha (Merardo y Pacífico Yopla Cuzco), y otros informantes de Chamis, Baños Punta y Cushunga, lugares estos últimos en los que el quechua aún está vigente, aunque, únicamente, en boca de las personas mayores. La investigación ha consistido en la recolección de un acervo de topónimos, antropónimos, fitónimos, zoónimos y' orónimos quechuas, variedad Cajamarca y culles. Como resultado esencial, se concluye que aún existe un elevado número de signos lingüísticos, fundamentalmente, topónimos, de origen culle y quechua variedad Cajamarca; por tanto, este trabajo solo cumple un papel motivacional para futuras investigaciones que, estamos seguros han de brindar frutos más fecundos a nuestra histórica Ciudad del Cumbe. |
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Presentación En este segundo tomo -una vez más- el autor Seifert nos seduce con su profundo conocimiento del tema minera y sus implicancias en el desarrollo de Cajamarca, que inclusive esta investigación anteriormente ya había dado luz a un primer tomo en el año 2003. El autor explica en el primer capítulo la problemática de la tecnología minera que ha traído consigo la destrucción y contaminación de las fuentes de agua en la parte alta de los andes cajamarquinos, donde se instaló la empresa trannacional Newmont-Yanacocha en el año 1992, hoy justificadamente cuestionada por el pueblo cajamarquino. En el segundo y tercer capítulo, con pruebas científicas, narra la historia de la corrupción rampante y de la prensa adicta, ambos males que acompañan al proceso minero en Cajamarca. En el imaginario popular la defensa de las aguas es sólida. El narcisismo practicado por los mineros difícilmente la puede entender. Pese a que esto en Cajamarca ya permitió el inicio del largo camino de la búsqueda de las alternativas viables. Qué así sea! Dr. José Pérez Mundaca. Enero 2014. |
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Presentación El tiempo pasa con marcha lenta pero constante, no se detiene. En ella va la vida, con sus recuerdos, sueños, penas, alegrías e ideales. Nadie se escapa a ese formato, yo no soy la excepción. He tenido la oportunidad de viajar por el mundo y los pueblos del Perú en plan de trabajo, estudio o paseo, y jamás he olvidado mi procedencia. Cómo he de olvidar mis raíces, si tengo el orgullo de tener sangre cutervina, chotana y moyobambina y descender de hombres y mujeres de raza, trabajadores y guerreros que hace más de cien años llegaron a Jaén, en busca de un mejor porvenir. Cómo he de olvidar a Colasay, Juan Díaz y Jaén, si bajo su cielo azul, el hermoso amanecer recibí y en ellos tuve el privilegio de crecer en contacto con la naturaleza y ser testigo de la nobleza de su gente. Cómo he de olvidar si en mi infancia he tenido el alto honor de tener amigos, con quienes no existían las |
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diferencias sociales, tampoco importaban la vestimenta, solo los momentos felices y agradables. El fragor de la vida te enseña a trajinar y enfrentar el infortunio, a sortear los obstáculos, disfrutar el dulce sabor de la victoria y controlar el sabor amargo de la derrota. Te forma el carácter y creces con firmeza bajo los nobles ideales de la justicia. Es hermoso caminar por parajes llenos de verdor, ver el agua discurrir cuesta abajo, la lluvia caer, el rocío formar y las aves trinar. El agua con fuerza discurre generando un murmullo, que al escucharlo, mi alma me dice: Es el canto del río. Finalmente deseo agradecer a mi señor padre David Guevara Soto por sus consejos, a Blanca Ruiz Meza, mi esposa, por el apoyo permanente y constante en mi vida política, profesional y familiar, y a Carlos Gálvez Mora por la Diligencia con que ha impulsado esta publicación. Mesías |
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Prólogo DEMETRIO QUIROZ-MALCA: CANTO DEL SURCO Y DEL ROCÍO POR AMOR A LA HUMANIDAD Manuel Pantigoso -I- Cuando Demetrio Quiroz-Malca publicó en 1947 Mármoles y Vuelos tenía 23 años. Había nacido en San Miguel de Pallaques (1924), Cajamarca. Era estudiante en la Facultad de Letras de la Universidad de San Marcos cuando fue premiado en los Juegos Florales por ese primer poemario[1]. La poesía peruana en ese entonces transitaba, por un lado, entre el surco clásico cuyo ascendiente era la gran poesía española del Siglo de Oro (Góngora y Quevedo, especialmente) y la Generación del 27 (García Lorca, Guillén, [1] En 1955 D.Q.-M. fue reconocido con el Premio Nacional de Poesía por La Palabra Sencilla. Otras obras suyas son: Tierra Partida (1948), Agonía del Amor (1949), Estatuas del Mar (1951), Poesía (1951 y 1956), Jardín de Invierno (1953), Hacia la Ternura (1957), Ventana al Cielo (1958), Poemas del Ángel (1962), Judas (1962), Parábolas (1969), Oh Ternura (1971), Del mundo en que vivimos (1990). |
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Aleixandre, Cernuda, etc.). Se privilegió el repertorio metafórico de
ilustre ascendencia y se cultivó el soneto como manifestación de una
autodisciplina que el poeta quería imponerse. El ejemplo provenía de
vates de la generación anterior como Xavier Abril, en Descubrimiento
del alba, y Martín Adán en sus Sonetos a la rosa. Ambos
entroncados con el Vallejo de Poemas Humanos, libro que recompone
la simetría y la unidad fracturada a partir de Trilce. Poetas
como Sologuren (en El Morador (1944)), Romualdo (en La Torre
de los alucinados 1949) y el propio Quiroz-Malca (en Mármoles y
Vuelos), expresan esta tendencia o aspiración a la forma vigorosa y
a la concentración estilística. Al otro lado, un grupo de poetas
buscaban plasmar nuevos moldes estéticos extraídos de las vanguardias
europeas pero desde una postura más existencialista y esencial, lejos ya
del artificio estridentista de los años veinte, como Jorge Eduardo
Eielson, Sebastián Salazar Bondy, Blanca Varela. Quiroz-Malca, espíritu rural en esencia, trae encarnado en su verso el aire eglógico del mundo donde transcurrió su niñez. En su primer libro -Mármoles y vuelos- los elementos y los paisajes de la naturaleza cobran el pálpito y la vida que llevan continuamente al embeleso y al deliquio del espíritu. El sugerente título puede verse como un arte poética. Allí se expresan las bases de su pensamiento signado por dos realidades: la estática, en alusión al mármol o roca caliza empleada con profusión en escultura y en artes decorativas. Apegado a la forma vigorosa y clásica del soneto el poeta se cuida de esmaltarla con colores magros y crepusculares[1]. Por eso dirá: «¡Cantar! que sin los mármoles divinos/ la noche es desbocada y de maldad/ y el sueño ya no de astros diamantinos» («A cantar níveo lecho sin querella»). Aunque el peso de la tradición lo sume algunas veces en espacios estáticos de agonía y muerte, fluye en los contornos de la forma estrófica un tono verdecido, fulgurante de belleza: «Rutilan primorosa enredadera/ cristales de quietud, lirio encendido; plegaria esmeraldina, hablo dormido/y todos los senderos de la cera» («Rutila primorosa enredadera»). Ante esa imagen aparentemente endurecida y fría del mármol discurre otra realidad, la dinámica, que es el «vuelo» y la algarabía donde se impulsa el amor y la ternura como elementos regenadores que han de reavivar la vida, aquella que la palabra inventa o construye. Tierra partida significó entrar a otros espacios arrasados del alma humana donde se retrata el miedo, lo inicuo, la locura y la oscuridad. La temperatura poética adquiere otro pulso y otras dimensiones más recónditas donde el pulimento de la forma estrófica cede a la prosa y a los versos de largo aliento. El poeta constata que no son tiempos para grabar la belleza en mármol de Carrara: «¡Cómo edificar el acento en mármol, eco y nido, si beso de llaga dora alimentos y fuentes predican hojarascas!» («Poesía 6»). En medio de esta hecatombe y de esta horripilante soledad el poeta enaltece con su luz vivificante el rostro del hombre atormentado en la tierra. Basta una esquirla de luz en medio de tanta oscuridad para que el mundo sea salvado, trata de decimos el poeta: «Hoy vi el rostro del mundo en una gota de agua, hermanos». La multiplicación de imágenes tanáticas halla reminiscencias espirituales en la obra de otros vates de América que transitaban en la ruta abierta por los fundadores: Vallejo y Neruda. Incluso la estela del surrealismo aparece en muchos versos de este segundo libro, pero ello no significa que el vate cajamarquino siga la tendencia surrealista o surrealizante. Se trata de coincidencias de época pues la imagen onírica no es exclusiva del grupo de París sino que aparece en toda la poesía contemporánea. Veamos algunos versos con toques automáticos: «Tras largo discurrir entre pestaña de agua y murciélagos enfermos, / entre mundos acechados de hastío y garra fina». (XIX), «La lámpara palidece en mis costillas, / siguen rodando mis ojos en el vidrio / siguen rodando estrellas fugitivas» (XVI). En los dos siguientes poemarios Rito y aurora (1948) y Poesía (1956), Quiroz-Malea retorna al soneto clásico. De una parte, en el sentido tradicional, el poeta busca la representación de un sujeto, un objeto o un acontecimiento; por la parte del arte más actual busca la representación de una idea, de un sentimiento, de una intuición o de una novedad. Si en sus sonetos la palabra es más literaria y referencial, en sus textos en verso libre o en prosa su palabra es metafórica, simbólica, abstracta, polivalente. Por un lado sigue el paradigma de la belleza, de la armonía y del equilibrio; por otro lado hay fuerza, intriga y desafío. En el plano de los resultados la primera contiene una afirmación o respuesta, la segunda una duda o una pregunta. La esencia de la poesía tradicional pone en el lector un sesgo de contemplación y admiración. En la poesía de esencia moderna provoca interacción y problematización. Sería a partir de La palabra sencilla (1956) que la poética de Quiroz-Malea se equilibra y halla correspondencia entre la postura contemplativa, más edulcorada, y ese estado de conmoción y problematización que significa vivenciar y expresar una energía instintiva, volitiva y afectiva. Esa analogía o punto medio lo llevará a una cierta postura mística que se arraigará en toda su poesía posterior. La unión inefable, espiritualista, proviene tanto del ímpetu trascendente que el poeta da a su palabra cuanto de aquel estado de contemplación que surge de la emoción estética. Es por esa vía que aparecen sus mejores poemas, como el texto antológico «Pequeña elegía a una paloma»: El aire, cómplice del hombre, llevó en su seno la muerte.
Fue una muerte dulce, alada la que rodó apacible por la hierba.
¡Cuán bella parecía en su mudez anclada,
en su ebria mudez de altura, la paloma!
Fue una muerte dulce, alba la que cayó del cielo como un beso.
No había herida en el eco, no había herida en los ojos, solo un corazón que sangraba sin protesta en la hierba.
- II - Siendo su último libro publicado Del Mundo en que Vivimos[2] una síntesis de toda su valiosa obra y, al mismo tiempo, una especie de testamento literario en donde están expresadas las bases de su pensamiento y de su arte poética, queremos centrar nuestro análisis en él, y aproximarnos, así, a la obra de quien sin duda fue uno de los más expresivos líricos del Perú contemporáneo, marginado e incomprendido por quienes no supieron entender aquel temporal alejamiento del mundo literario debido a su trabajo como profesor en provincias. De esta manera, a 22 años de su muerte física, deseamos rendir sincero homenaje al dilecto amigo y colega por quien guardamos permanentemente un sentimiento de afecto y admiración. El significado del título Del mundo en que vivimos, libro de 1990 publicado por Concytec, es polisémico. Sus diversas direcciones semánticas sirven, a la vez, para estructurar la obra y dar nombre a los cuatro cantos que la componen, divididos cada uno de ellos en diez poemas. Dentro de la lectura que proponemos es fundamental encontrar la relación que existe entre los diversos significados que aparecen, de alguna manera, en el propio título: «El mundo en que vivimos», «Del mundo vivimos», y «¡En qué mundo vivimos»!, así como en los subtítulos que el poeta coloca en las partes que conforman el poemario: «Llevo el mundo en cada paso», «Vivo el mundo en todo beso», «Dejo el mundo paso a paso» y «Mas el mundo es mi embeleso». La primera significación alude a «El mundo en que vivimos», con el énfasis en la constatación de que «en este mundo vivimos», este es nuestro hogar, nuestro albergue, nuestra morada. El tener al mundo dentro de nosotros es una permanente revelación: significa llevado desde la raíz naciente; desde el silencio, el enigma y el arrobamiento; desde la soledad, la tristeza y la lágrima primera. Es conducido dentro de uno desde que «la poesía creó el Amor y triunfó la vida para todos»; lo cual revela que este mundo no es solo el extremo sino también, y fundamentalmente, el que se procesa y se recompone dentro de nosotros, en nuestra propia intimidad, a través de la lucidez del sueño capaz de mostrar, por la propia voz, su prodigio y su milagro: como palabra y don de profecía, como palabra y don de lo ignorado.
Reinaba, entonces, la razón de los luceros en la morada del hombre (todavía no se pensaba en la muerte de los brindis, los abrazos, los besos y las despedidas).
( ... )
Hoy ya no se ríe con frecuencia, es cierto; mas no piensa arriar sus banderas de amor.
(«Canto Primero»)
Porque la vida, o el mundo que llevamos dentro -dice Quiroz-Malca-, arde de eternidad, y esto se puede comprobar en el vuelo de las aves, en el pecho desvelado, en el parpadear de las estrellas, en la oración del surco, en la espiga del rocío, en el sueño hurtado al tiempo. El poeta despierta a ese sueño -o a la vida verdadera- convertido en aeda, en peregrino, en hombre: «por los siglos de los siglos nací mundo», dirá para mostrar la canción que enciende la palabra por el bien de la eternidad del individuo y de la humanidad sedienta: «porque sé que eufórico resopla en las heridas/ y metrallas/ que fulguran en el ansia de quienes claman Libertad, Justicia, Amor» («Canto Primero»). Lo que hasta aquí decimos permite entender mejor el subtítulo que Quiroz-Malca le pone a su primer canto: «Llevo el mundo en cada paso», con textos que van subiendo en intensidad y ardor: «y lo llevo, aunque parezca mentira, a todo / dar: hasta la muerte o la locura, / que son formas de morir a sorbos ebrios». Es que contra el desamor y la injusticia solo cabe la fe y la esperanza anidadas en el corazón del hombre; en el corazón que es cósmico y lleva insertado en él la íntima voz del canto y la sin igual aventura de vivir: Decididamente ... llevo el mundo en cada paso: en estos versos que serán enardecidos candelabros prontos a alumbrar la sombra que engendra vida; para alumbrar la vida que ahuyenta sombra.
(«Canto Primero») En el segundo canto: «Vivo el mundo en todo beso», el lírico destaca un nuevo hecho demostrable: _«Del mundo vivimos», en donde se intensifica o revela el origen o la causa de nuestra vida. Así, nos recuerda que dependemos del mundo, que somos por él porque nos ofrece la posibilidad de existir; por eso -advierte- hay que vivir la vida sin desviarse del mundo, conscientes de que estando dentro es necesario amarlo intensamente, en cada acto de nuestra vida, para recobrar sus sombras «ya sin paraísos»; amarlo ahora antes que el tiempo, o la muerte, nos acalle: La Muerte, yedra implacable, repentino alud, latido enervante que crucifica el sueño, la palabra ... por decir lo menos o decir lo más...
(toda vez que sigue nuestros pasos, abreva de nuestras ansias, vigila nuestro aliento con su espejo de encantadas sorpresas, por orden del más fuerte).
(«Segundo Canto») Reconociendo que la condición trágica del hombre fluctúa entre el olvido y la incertidumbre, y que allí los únicos victoriosos son «los que esgrimen venablos de poder», el poeta «canta al sol/ porque le brinda su regalo de mieses e ilusiones». Este regalo de amor justifica ese subtítulo «Vivo el mundo en todo beso»:
El tercer canto denominado «Dejo el mundo paso a paso» se podría sintetizar en la expresión admirativa «¡En qué mundo vivimos!», que es la consecuencia de nuestro asombro frente a una existencia que nunca agota sus posibilidades y sus contradicciones de rosa y de espina; que está preñada de misterios y de maravillosa irracionalidad; que es un «frondoso río que nace en las alturas/ y lo llevo conmigo a plenitud» ( ... ); «alimentando el fuego/ de su íntima y perdurable alegría». Pero este mundo que nos trae la vida también nos lleva a la muerte, que en la poética del autor es más bien la agonía o lucha de soñar, hasta el delirio, en la vida. En consecuencia, «Dejo el mundo paso a paso» no incide tanto en el hecho de caminar hacia el fin cuanto en la impronta de la propia huella marcada en el sendero aquel en donde se retratan «los fracasos y los efímeros triunfos». Este proceso de avanzar dejando el propio rastro es el que permite impulsamos desde lo transitorio hacia lo perdurable: Después de todo, absorto como el mar absorto, coronado de Infinito y de Olas:
«Dejo el mundo paso a paso». («Canto Tercero») En este desarrollo hacia la trascendencia Quiroz-Malca no olvida sus propios manantiales, en San Miguel de Pallaques, que dieron origen a ese río suyo en donde bebió desde la niñez: «allá en mi pueblo/ donde mi madre se ves tía/ de rubias mañanitas para tejer». En las corrientes llevadoras de esas aguas el fuego del amor encendió la palabra del vate. Los tres significados que hemos subrayado: «el mundo en que vivimos», «del mundo vivimos», y «¡en qué mundo vivimos!», correspondientes a los cantos «Llevo el mundo en cada paso», «Vivo el mundo en todo beso» y «Dejo el mundo paso a paso», han de confluir en el cuarto canto: «Mas el mundo es mi embeleso», en donde se reafirma la pasión de y por la vida en cuyas heridas, como expiación, se «aviva el fuego sacratísimo del amor» y se preserva la existencia humana y cósmica del alma universal. El hecho de vivir en, dentro y con el mundo conduce, en este último canto, a la convicción de que nuestra humanidad es la ruta para construir un nuevo paraíso en la tierra, luchando contra el polvo de la soledad, la avaricia, la traición, el hambre, la indignidad, la guerra; en fin, contra todas «las formas de la creciente malignidad humana», para que pueda brillar la otra parte del hombre -la parte del «lucero»- en donde está el nacimiento constante de la esperanza y de la alegría como llamas votivas capaces de desentrañar ese misterio de la vida que se dilucida -como en la poesía de Bécquer- en la gloria del amor o viaje maravilloso hacia la ilusión, sitio donde el hombre se encontrará a sí mismo, encantado de su intimidad. De esta manera, la búsqueda del mundo en el corazón del hombre sería el correlato de «la floración ideal del asombro en sus entrañas» o de «la luz del cósmico y multicolor/ paisaje del vivir/ (aclamado por los ojos/ de la propia luz)». Pero también ese encuentro con el amor tendrá que ser -como simbiosis cabal de lo desconocido y lo perfecto- parecido a la «gran obra de arte o al Misterio que es». Si para Jorge Manrique «nuestra vida son los ríos que van a dar en la mar que es el morir», para Demetrio Quiroz-Malca nuestra vida ha de ser la pasión del río de la vida por encontrar el cauce que lo lleve hacia el amor; y este amor está en la mar del hombre mismo, en el lugar justo donde la luz del universo se retrata. Frente al miedo, la hecatombe, la locura; frente a lo inicuo, lo falso, lo macabro; frente a lo horrísono y lo letal, el poeta alza su «fe en el rocío y en el surco;/ su veneración por el solemne albedrío/ de sus valles y sus fuentes;! su confianza en sus entrañas». Su estandarte será la esperanza en el hombre, en la poesía, en el amor: ( ... ) con su verdad de ayer, de hoy y de siempre;
como que en él florece su real destino y certidumbre
(que a ambos otorgó la Eternidad en un beso) Su oriflama se convertirá, entonces, en el viento que ha de permitir -según el poeta- la vuelta para que reine la Verdad, para que algún día ¡y por todos los días!/ luzca fresca y candorosa la alegría! del Amor.// Y que el propio Amor sea la Bandera! de Paz y de Hermandad en este Universo». ------------o------------ El verbo poético de Demetrio Quiroz Malea, verdadero himno impregnado de gran emoción por la humanidad y por su destino, nos llega como trascendiendo a su muerte que lo apartó materialmente de nosotros. Parafraseando a Vallejo podemos decir que su obra -o su vida espiritual- está ahora llena de mundo. Un texto dedicado al santiaguino universal puede cerrar esta presentación que alcanza a toda su obra.[3] Y es que la poesía de Vallejo siempre estuvo presente en Quiroz-Malca: Entre pupilas de fuego, como grano de polen, tu rostro amarillo, divina araña; tu rostro volcado en el silencio. ¿Qué perfume tibio enciende tu cráneo igual que a una pelota de trapo? ¿Qué mar, con daga de espuma, hiere la estrella de tu sangre? ¿Qué dios, rey del universo y de tus bolsillos rotos que lamen a la luna, teje esta ropa tuya, esta extraña máscara de sangre, este cielo que bebes con tu muerte? Ah, rodarás en la nieve como la muerte, cruzarás el río de vidrio, el país de formas perdidas, el corazón en vana copa, en mano tendida hacia el olvido vivirás.
Sí, con tu mirada de espectro, como periódico pasado, irás iluminando tu propio rostro bañado en lágrimas, hermano mío, césarabraham.
(«César Abraham»)
[1] César Miró señalaba al respecto en el prólogo a Mármoles y Vuelos: «lo que no podemos negarle dentro de su culteranismo es una indudable calidad lírica y expresiva, una delicada y diáfana cualidad que es ( ... ) lo que define al verdadero poeta» [2] Parece que esta obra tuvo dos versiones: la primera constaba de tres Cantos, que aparecieron en la copia mimeografiada titulada Una voz en el camino (1946- I 987), dejada por su autor. Posteriormente en 1990, se añadió un cuarto Canto (<<Mas el mundo es mi embeleso»). Consideramos que en ese momento Demetrio Quiroz-Malca revisó los cuatro Cantos e hizo correcciones significativas conceptual y formalmente- en cada uno de ellos. Esta versión final del libro es la que aparece en esta Poesía reunida. Igualmente, lo propio haber sucedido con los libros anteriores, pasibles de haber sido corregidos por el propio autor. [3] El poema no ha sido tomado en cuenta en esta Poesía reunida preparada por el propio autor antes de su muerte y publicada ahora por sus hijas. |
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QUIROZ-MALCA EN SUS INICIOS Carlos Germán Belli En medio de alegría y perplejidad, Demetrio Quiroz Malea se puso a leer una tarjeta que le había enviado el Presidente del Senado, José Gálvez, acusando recibo y agradeciéndole el libro que el joven autor le había mandado. En realidad, un gesto algo audaz de remitirle al poeta Gálvez -ni más ni menos, uno de los timoneles del país- su libro primerizo. Testigo de este hecho especial era precisamente yo, que en verdad quedé asombrado de ello. Más aún, la misiva reflejaba que había sido redactada personalmente, según se podía apreciar al instante. Pese al tiempo transcurrido -sucedió este episodio en el lejanísimo 1947- se me quedó grabada en la memoria la palabra «delectación», referida a la impresión que Gálvez había experimentado al leer los versos iniciales de Quiroz Malea. El bisoño poeta pertenece a la Generación del 50, habiendo nacido en 1924 y fallecido en 1992. Sus inicios literarios ocurren en efecto por todo lo alto. Porque el libro remitido, «Mármoles y vuelos», publicado en 1947, había ganado un galardón en un certamen literario celebrado en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Posteriormente, en 1956, Quiroz Malea obtuvo el Premio Nacional José Santos Chocano con el libro titulado «La palabra sencilla», que es el máximo lauro codiciado por todos los poetas peruanos de ayer y hoy. «Mármoles y vuelos» es un conjunto numeroso de sonetos, y por ello está demás decir que el escritor opta por abrazar la tradición, que le proporciona el uso de una específica composición poética, el endecasílabo y la rima aconsonantada. Son los fundamentos de su etapa inicial, en claro contraste con lo que ocurría en su entorno, en que reinaba -como igualmente ahora- el facilismo del verso libre, que más semeja prosa. Con estos medios tradicionales, Quiroz Malea pone de relieve temas de un refinado lirismo y de una complicada manera de expresión. En cuanto a su libro «La palabra sencilla», prima el verso libre, blanco y de arte menor. Allí se reúne un par de colecciones de poemas, y el significado se manifiesta de modo concreto a través de sucesivos títulos, y en donde el contenido no es apretujado, como en su libro inicial, sino muy claro al alcance del lector. Predomina la sencillez estilística, como bien lo expresa el título general del libro galardonado. Quiroz Malca terminó siendo un fecundo autor, y los sucesivos poemarios, que irá publicando a lo largo de su vida, demuestran que la poesía puede ser comparada a un río interminable. Pues, por fortuna, lo acompaña hasta el momento en que partió del mundo terrenal. DEMETRIO EN EL RECUERDO Arturo Carcuera A Demetrio Quiroz-Malca lo conocí en mis años de adolescente. Yo cursaba el tercer año de media en el Colegio Hipólito Unanue y él allí ejercía el cargo de bibliotecario. Como iba yo a menudo a solicitar libros, fuimos lentamente haciéndonos amigos. Él era un hombre sencillo, de pocas palabras, amable y concentrado, de risa fácil nimbada de una inocencia casi infantil. Bajo de estatura pero de amplia frente vallejiana. Bohemio como la noche o como un racimo de uvas. Su Pequeña elegía a una paloma seguirá revoloteando en las mejores páginas de la poesía peruana. Los jóvenes poetas deberían leerlo. En la biblioteca del colegio solía encontrado sumido en la lectura. Le sorprendía que yo solicitara siempre libros de poesía. Sospechaba que yo escribía y me preguntó un día qué autores leía y le respondí: Chocano, Eguren, Gabriela Mistral, Campo amor, Darío. Esa misma mañana me dio una lista de poetas que debería conocer: Neruda, León Felipe, Juan Ramón Jiménez, Baudelaire, Rimbaud. A Verlaine, a Rilke y a los grandes surrealistas. Le obedecí apresurándome a buscados en la Biblioteca Nacional. Puedo decir que a él le debo parte de mi formación literaria. Nunca dejaré de agradecerle. Nos veíamos también a la hora del recreo y a la salida del colegio. Le conté que escribía y le mostré algunos versos. «La poesía requiere de mucha perseverancia», fue todo lo que me dijo. Cuando cursaba el quinto año de media me pidió, para publicado en el diario La Crónica, uno de los sonetos que yo días antes le había mostrado. En el conocido diario era Jefe de Redacción don Antonio Olivas Caldas, todo un caballero en el trato y hombre de prensa sensible a la poesía. Así, por primera vez vi un poema mío en las páginas de un diario limeño. No cabía en mi pellejo de pura emoción. Recuerdo que Demetrio me regaló dos libros suyos, Tierra Partida y Mármoles y vuelos. Con este último obtuvo el Premio Nacional. Nuestra amistad fue cimentándose cada día a pesar de la distancia de edades. Almorzábamos muchas veces en mi casa. Conoció a mi madre, a la familia entera. Con Óscar, mi hermano el Pintor, establecieron una entrañable amistad que duró toda la vida. Óscar conserva un retrato que le hizo al carbón. Por aquellos días el Ministerio de Educación había publicado una antología, donde reunía varios libros: La Torre de los alucinados, de Alejandro Romualdo, con el que acababa de obtener el Premio Nacional de poesía, y otros poemarios que habían merecido Menciones Honrosas, entre ellos uno suyo, Agonía del amor, junto con el de Luís Nieto y Luis Valle Goycochea, Charango y Marianita Coronel, respectivamente. Cuando terminé el colegio fue Demetrio quien me preparó para ingresar a San Marcos, magisterio generoso que también guardo con gratitud en la memoria. Han pasado veloces los años. Demetrio ya no está, y ahora que nos volvemos a encontrar entre libros compruebo que nuestra amistad jamás se ha interrumpido y que en los años venideros nos espera todavía una larga plática sobre la poesía.------------- N.E.: Hemos insertado el Prólogo y las notas de Introducción que figuran en este libros debido a la gran importancia que conllevan. |
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Presentación Haciendo alusión a lo que decía el POETA HUMANO: “... Hay, hermanos, muchísimo que hacer”. El presente trabajo no constituye una excelente obra poética llena de perfeccionismos o purismos, sino, más bien, representa el espíritu de la vida reflejado en la manifestación melodramática del quehacer humano. Se transmiten ideas que surgieron en medio de circunstancias contradictorias, pero que al final del camino encontraron un sentido, una esperanza que encamina a mirar la vida diaria con la certeza de que existe un mañana mejor e inspira a seguir viviendo, para contemplar siempre el sol a pesar de las nubes densas, que ayuda a creer en otro día pese a que todo parezca acabado para el ser humano. Este ramillete de poemas te presentará los fundamentos de aquella esperanza que alimenta el alma, y enseña con certeza a vivir momento a momento, día a día, forjando las bases de un futuro mejor. Así, la obra comprende tres partes. La primera, "Olas |
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de Resignación”, expresa el cuestionamiento que se plantea el ser humano cuando advierte que su existencia no tiene sentido, al no encontrarse en sí mismo y sentirse en soledad: Me abandona el arte y la filosofía me ahoga, / se revela el alma/ y mis carnes. Mis carnes... / vuelven a lo que fueron... nada. Pero no todo es negativo, pues siempre existirá una esperanza para mejorar o superar la inquietud de sentirse olvidado. La segunda parte, "Olas de Amor”, representa esa inquietud de amar, anhelada por todos, que encontramos en Dios y en la pareja que nos otorga para caminar juntos y de la mano: El amor es serrano y punto, / no hay lugar para odiar, / no tiene apellido ajeno, / el amor es propio... Serrana y Yo. Finalmente, en la tercera parte, 'i\prendiendo a Vivir", se expresa la satisfacción de seguir gozando del elíxir de la vida, aun en los cortos años que tiene la existencia. Con Poemas del alma se apertura La Colección Literaria MAGISER, una recopilación de poemas que, durante la trayectoria vital y la experiencia del autor, expresan la admiración por el misterio de la vida y la ilusión de sentirse admirado. Un trabajo ilustrado con acuarelas y litografías realizadas por el propio autor.
Prólogo a “Poemas del Alma” Martín Gil Serrano, dibujante, pintor, poeta y escritor, nos presenta Poemas del alma, un poemario dividido en tres partes. La primera "Olas de Resignación': la segunda "Olas de Amor" y la tercera 'Aprendiendo a vivir" Para prologar su poemario me hice la pregunta: ¿para qué escribe Martín? Y leyendo sus versos creo haber encontrado la respuesta: para plasmar en tropos hermosos los efímeros instantes de belleza que la vida le depara y no quiere perderlos, es más, quiere compartidos con otros, hacemos copartícipes de sus momentos, sus vivencias y sus ficciones. Son reminiscencias de sus cavilares sobre la vida, de su trajinar por las lindes de la existencia, de lo factual y de la nada, de las respuestas a sus inquietudes de pensante profundo, de su filosofar. Si, después de lo vivido quedan los recuerdos, las nostalgias y añoranzas; y, las proyecciones al futuro. Orfebre de la palabra, se vale de expresiones coloquiales para trajinar, luego, por la riqueza del lenguaje y catapultarse en un universo vocabular de cultismos. Arquitecto que edifica con palabras, es más, con significados de palabras en sus más inusuales connotaciones. Un demiurgo con inmateriales substancias. Su memoria de hechos cuotidianos le permite colocarlos en una dimensión que solo el poeta con su admiración de niño ve a las cosas simples de la vida; y, se asombra de ellas. Otros lo habrían dejado pasar sin regalarle siquiera, un momento de meditación. Cuando el hombre creó las primeras palabras, lo hizo por la necesidad de manifestar su asombro de los cuotidianos aconteceres y en ese discurrir nos mantenemos. Es mediante las palabras y sus significaciones que expresamos nuestra admiración del mundo. ¿Qué sería la vida sin arte?, sería poco. Y Martín nos da, con su vivir, una respuesta. Para llevar una vida plena, dibuja, pinta y hace poesía y prosa de gran factura. Ópera prima, de Martín Gil Serrano, que anuncia una proficua labor de poeta. Es tarea, de nosotros, los lectores, de penetrar al laberinto donde pernocta su alma y su poesía, maraña de silencios y de gritos, de presencias y de ausencias, de placidez y desasosiegos; y, asimos a ellos, para, también deleitamos. La poesía es una forma especial de expresión mediante la palabra, trasciende a la expresión coloquial, académica o formal y Martín, con el verso libre, con el que se expresa, logra en cada una de sus poesías un ritmo interior y la estética poética por todos los poetas anhelada. El poeta utiliza las figuras literarias como recurso para dar mayor belleza y expresión a sus palabras, mayor expresividad a sus sentimientos y emociones más íntimas. La poesía como la música son las formas más sutiles de expresar los sentimientos, sean estos de la índole que fueren: dolor, alegría, tristeza, añoranza, gratitud o esperanza. En sus poesías, vemos a un Martín que se duele, se alegra, se entristece, añora, agradece y espera. En su poesía "Ignorancia”, nos encontramos de golpe con una iconoclasia que impacta. Martín mismo se define con un igualado con el 'Señor' y nos dice "que solo se llega a ser alumno si es que se comprende al Maestro': Una voz que clama, un alma en conflicto ontogénico. Por qué te busco y no te encuentro / cada vez que te siento cerca / estás más lejos de mí. Antítesis permanente. En actitud iconoclasta se califica de un "igualado": Señor, por qué soy tan igualado / si tú no eres igual a ellos / ni parecido a mí. (De calificativo, como figura literaria)... En "Desnudez", hace uso de enumeraciones y epítetos: Sol naciente, sangre caliente, ojos claros, / rostros desnudos contemplan vuestras formas / sus tamaños, sus recuerdos. Que dan fuerza a su expresión. Cuando personifica nos dice: Quedarán solos, desnudos, / temerosos, avergonzados, / ante el creador... su creador / Mi creador... el creador. / Será barro de olor acre / o volverá a ser polvo lo que materia es, / maloliente; acaso será. Se perciben dudas ontogénicas, que las recalca con: Mentes vacías, perdidas en el bosque de la ignorancia, / buscarlas sería inútil, se habrán ido, ¿a dónde? En todo el poemario encontramos figuras literarias bien logradas corno calificativos, epítetos, elipsis, perífrasis, aliteración, símiles, metáforas, alegorías, hipérboles, antítesis y paradojas. En "Sabidurías”, nos explicita la fuerza de las letras -palabras-, que en su ejercicio "provocarán nauseas, / quizás las borrarán pero sabrán defenderse, / serán sabias..." y en "Humanos de hoy': la importancia del poder decir, gozar y sentir es saber vivir. En "Olas de amor", nos presenta la eterna búsqueda y los misterios que encierra el amar. En "Aprendiendo a vivir': es el poeta que por los intersticios de la realidad busca la tan esquiva felicidad. En su poemario encontramos abundancia de figuras literarias, que es lo que hace diferenciar un discurso literario de una poesía, Por definición las figuras retóricas, figuras de palabras y figuras de construcción, de la lengua literaria consiste en la desviación del uso normal del lenguaje para conseguir un efecto estilístico. Martín cumple, su tarea de versificador, a plenitud; y, en ese trajín de línea su estilo, que corno decía Ortega y Gasset, "el estilo es el hombre': cada poeta es en sí un estilo puesto en la palestra para el juzgamiento de sus lectores. Martín está creando un estilo propio. Tengo la satisfacción de conocer a Martín, desde niño y me place ver sus logros profesionales como, también, en los senderos del arte. Por eso conociendo que con el presente poemario, inicia la colección literaria "Magiser", estaré esperando, para mi deleite, otras entregas, para inundarme de versos y solazamos en su belleza.
Cajamarca, julio de 2014 Antonio Goicochea Cruzado* -------------------- *(1946) Profesor, escritor, poeta y declamador peruano, nació en San Miguel de Pallaques, Cajamarca, Perú. Es miembro activo de la Asociación de Poetas y Escritores de Cajamarca APECAJ. Recibió el reconocimiento Kuntur Wasi con Medalla y Diploma de Honor por su creación poética y su labor docente otorgado por el INC Filial Cajamarca.
N.R. Agradezco profundamente al Dr. Martín Gil Serrano, por obsequiarme un ejemplar de su libro de poemas: Poemas del alma. |
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Mi agradecimiento A mis hijos y mis hermanos, por su acendrado amor, su magnífico apoyo y su permanente estímulo. Al profesor Ramiro Leoncio Paredes Santolalla -autor del prólogo-, por su importante asesoramiento en la revisión y corrección del texto, y su sincero afecto; al señor Alejandro Benavides Roldán, por su valiosa colaboración en el diseño y corrección, y su decidido apoyo en la edición; y al periodista José Torres Vera, por su generoso estímulo y su importante ayuda en las acciones pre impresoras. Al Consejo Directivo de la Asociación Cultura y Desarrollo (ACUDE), por el auspicio para la presentación de esta obra en Trujillo; y a los amigos: el doctor Élmer Robles Ortíz y el escritor doctor Teodoro Rivero-Ayllón, por su sincero estímulo. A la doctora Vilma Charo Lezama Terrones, por su apoyo dactilográfico en los originales, su constante estímulo y su imperecedero cariño de sobrina, y a la señorita María Flor Sánchez Cruzado, por su excelente colaboración en el trabajo dactilográfico y en las gestiones para la impresión. |
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Prólogo “El mundo es todo él un escenario Y en él hombres y mujeres son todos meros actores. William Shakespeare.
En toda novela; la realidad no es posible ni imposible, es un estado especial de hecho, donde personajes, sucesos y escenario se entretejen para narrar acontecimientos. En el proceso creativo de una novela se integran historia y ficción y tratan ambas sobre las pasiones humanas. Escribir una novela, no es pues, una mera operación formal, sino biológica, vital, expuesta a azares y accidentes prolongados por un afán de una subjetividad que quiera ampliar su libertad y sus dominios. Francisco Lezama, en Pacaybamba, el despertar de los pueblos nos cuenta el despertar a una nueva conciencia de una pequeña comunidad de campesinos del ande peruano, despertar que tiene características dolorosas y trágicas. Transcurre en los años que van en las décadas de los 80 y los 90 del siglo XX, años de violencia demencial en la que el país convulsionado por la insania criminal de sendero luminoso, vivía en total zozobra. El autor nos narra a manera de la vieja épica el destino de hombres y mujeres, de sus trabajos y alegrías y también de sus grandes sufrimientos. Hay en la vida de Francisco Lezama, como un destino providencial, cuasi similar al de muchos escritores indoamericanos que durante su juventud tuvieron una bella ilusión, una gran pasión, es decir, una pulsión irresistible de participar en el quehacer político de sus pueblos. Esta inquietud soñadora a muchos de ellos los lanzó al destierro y ya en tierra ajena fueron formando una hermosa reviviscencia de la patria lejana. Dice Mario Vargas Llosa: «Toda novela es un mundo convencional, cuyas convenciones deben ser aceptadas por el lector para que la historia viva. Estas convenciones llegan al lector de una novela moderna a través de lo narrado, como una emanación imperceptible, como una aura sutil». Pacaybamba, el despertar de los pueblos, novela estructurada en siete capítulos, es lineal y fluyente. Los hechos que narra han sido tomados de la realidad y sucedieron en un ambiente social convulso y desgarrado. No es una novela histórica ni realista, ni menos una crónica de sucesos, es simplemente una novela paradigmáticamente testimonial. Su trama es ágil y en la medida que se avanza en su lectura, sucesos y personajes van llenándose de una poderosa sustancia humana, en donde el conflicto genera miedo y riesgo de perder la vida en cada instante. La tragedia ronda en todo momento en la ciudad y en el campo. Del universo de personajes que pueblan la novela emerge con características únicas un niño, Mauricio, hijo mayor de Bartolo y Tomasa, campesinos pobres; Abelardo Salas, maestro de primaria que llega al pueblo de Pacaybamba a enseñar a los niños. La comunidad lo recibe con algarabía. Es un hombre sencillo, afable y transparente, en él no hay dobleces. Empieza a ejercer la docencia y lo hace integrando la escuela con la comunidad y va generando en ambas cambios mentales, conductuales y sociales para empoderarIa. En este contexto de cambios crece Mauricio, se hace joven, es poseedor de una aguda inteligencia y está lleno de sueños. Maestro y alumno se integran en una poderosa simbiosis y ambos sienten, como Albert Camus, que «la libertad no está hecha de privilegios, sino que está hecha de deberes». Mauricio deja su pequeña aldea y va al encuentro de su destino, estudia en la universidad y es activista político, conoce a Mónica, joven bella y educada, también soñadora. Viajan por Europa y Argentina, se enamoran y engendran un hijo. Regresan a su país y Mónica a su trágico encuentro con la muerte, una bomba la hace volar en pedazos. Y Francisco Lezama dice: «Abrió sus alas y remontó el espacio... Se la verá siempre en horizontes sin nombre, al infinito, apretando en sus brazos a su propia muerte, abrazándola, para que otros sigan viviendo». Hace 2,500 años, Heráclito, el oscuro, dijo algo similar: «Es lo mismo en nosotros lo que está vivo y lo que está muerto, dormido y despierto, lo que es joven y viejo; por una inversión los anteriores son los posteriores y los posteriores se convierten en los anteriores». Esto es en mi modesto entender el mensaje de Pacaybamba, el despertar de los pueblos. Ramiro Leoncio Paredes Santolalla. 23/0512014 -------------- NR. Agradezco profundamente al Dr. Juan Francisco Lezama Tirado, por su aprecio y gentileza en obsequiarme un ejemplar de su importante novela. |
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PRÓLOGO Jorge Pereyra Terrones, poeta, narrador y periodista, otra vez agita su pluma literaria para entregarnos su obra Estampas cajamarquinas. La emoción o el gusto estético se traduce mediante diferentes expresiones artísticas: pintura, música, escultura, danza, literatura, etc. Una de las expresiones de género costumbrista es la estampa, cuya finalidad es acrecentar o consolidar identidades. La estampa se plasma a través del lenguaje dentro del cual aparece la palabra justa, brillante, sugerente, metafórica, poética. La conciencia, las vivencias o experiencias, los recuerdos y añoranzas, las impresiones más intensas de la vida y el mundo fenomenológico del ser humano se transforman en palabra literaria gracias a la creatividad y sensibilidad del autor. Como sabemos, para el desarrollo de una estampa se |
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trabaja con la percepción “racional o simbólica” y la percepción “emocional o semiótica”, que se reflejan en la formalización poética. Jorge Pereyra, observador y conocedor de la realidad cajamarquina en las aristas social, natural, cultural y antropológica, con alta dosis humanística, filosófica y poética, con fino y agudo sentido del humor, intensificándose a veces en la cáustica, pero justificada ironía, o en la punzante, pero risueña caricatura, grafica en forma literaria la imagen cósmica, humana, social y cultural de Cajamarca. Su palabra se torna en una especie de radiografía interior y exterior; no es una resonancia magnética, sino una resonancia poética. Jorge Pereyra en estas páginas a veces endurece el puño de sus aceradas manos, pero también sabe extender la suave palma de sus manos para cultivar delicadas rosas, obligándonos en muchas circunstancias a repensar en lo que fuimos, en lo que somos y en lo que seremos. En estilo limpio, sin caer en el esperpento o en el calificativo grotesco, Jorge Pereyra evoca, añora, censura, avizora y se solaza con los ingredientes encantadores de Cajamarca. Su pensamiento penetra en el destino humano; “me siento a caminar”, decía Vallejo; Jorge Pereyra también camina en el tiempo, en un movimiento pendular que recorre el ayer, el hoy y el mañana. Las estampas cajamarquinas palpitan en el corazón y discurren en la sangre de Jorge Pereyra; se mecen en las ramas cadenciosas de los árboles, se llenan de ensoñación junto al murmullo del río y vuelan con la fantasía en los renglones legendarios de nuestros orígenes. Cada estampa que ofrece el autor en esta obra merece un elogioso comentario. Sin embargo, a fin de no extender las palabras prologales, nos limitamos a valorar en pocas frases solamente algunas de ellas. Amar en Cajamarca es una prosa poética en la que predomina la forma descriptiva; en ella aflora la intensa emoción del autor agitada por la impresionante belleza del paisaje y la arista humana de Cajamarca. Sorprende la precisión en el uso de adjetivaciones para destacar los más impresionantes elementos de la naturaleza y la condición humana. Metáforas e imágenes se agolpan indetenibles para ofrecer la visión cósmica de Cajamarca, acuarela de Dios pintada en el lienzo andino del Perú. En Año Nuevo el autor ahonda sus concepciones filosóficas a través de la meditación sobre la ultimidad del hombre y el universo, consciente del destino dialéctico de la existencia. Entre acertadas figuras literarias, principalmente antítesis, paradojas y antinomias, la reflexión se centra en la dinámica del tiempo como un transcurrir inexorable de la vida. Callacpuma y la semilla del color es la exaltación del vestigio rupestre como testimonio del primigenio origen pictórico del hombre peregrino de aquellos mágicos parajes. En El heredero de Callacpuma, nos trasporta a la magia del artista gráfico; pero también aflora la protesta contra los depredadores del pasado histórico. En La paradoja del carnaval, asume la defensa del capulí, árbol emblemático de Cajamarca no solo por su belleza forestal, sino por el exquisito sabor de sus frutos. La oblicua queja del Succha es una hermosa estampa del clarín, cercana a la meditación poética de nuestro filósofo cajamarquino Mariano Iberico Rodríguez, autor de Notas sobre el paisaje de la sierra. En Los desamparados, se aparta de la ficción y vuelve a la prosa periodística para analizar la triste realidad humana en la ciudad. Morir en vida es una reflexión filosófica en profundidad sobre la existencia, la madurez y la ancianidad, los valores acumulados a través de largos años. El carácter sentencioso de sus especulaciones nos hace recordar las frases célebres de Eduardo Galeano. En Para ser feliz en Cajamarca, la ilusión y la utopía del autor se plasman en un lenguaje poético digno de admiración y reconocimiento. Cada frase es un anhelo y una esperanza de vivir en paz y libertad en un retazo de suelo de la arcádica campiña cajamarquina. Es una confesión de sus exquisitas y trascendentales preferencias para sentirse feliz. Todos compartimos aquellos anhelos; allí radica la universalización de la palabra literaria de Jorge Pereyra. Palabra de miel desentraña el sentido de la palabra; expone la razón de hablar y de callar. Es infaltable el ingrediente humorístico en algunas estampas de Jorge Pereyra, reflejo natural de su risueña personalidad. El ángel del Sexto es un personaje de la novela arguediana que llevaba diariamente el desayuno para todos los presos. Jorge Pereyra aprovecha el perfil de dicho personaje para deslizar el humor de su pluma. Él, que ha sufrido prisión y destierro, sabe lo que es la sombra injusta de la cárcel. Por eso, como un anhelo preciado, dice en su estampa: Nunca sabremos quién era el “Ángel del Sexto”, pero baste saber que era cajamarquino. Y alguna vez, si caigo preso en esas insondables circunstancias que tiene la vida, me gustaría encontrarme con él. En Agradecer a la vida aparece el humor político cuando expresa: la pomposa frase “El Perú avanza” solo beneficia a los que les ha crecido la panza. Señorito Torero es una estampa humorística de nuestro folclórico torero “Pavita”, flor y nata de los espontáneos aficionados, quienes, a pesar de los riesgos del toreo, tienen el valor y el coraje de enfrentar los cuernos. Algunas estampas desbordan el lienzo descriptivo o expositivo para visitar los predios del cuento y la leyenda, lindantes con el realismo mágico. Así sucede en El día en que los muertos viven, El extraño que llegó para quedarse, La dama de las nueve sonrisas, La flor que se hizo quinde y Tres duendes cajamarquinos. Finalmente, diremos que al leer Estampas cajamarquinas estamos frente a una bella prosa literaria capaz de provocarnos un verdadero goce estético. Podemos gozar de hermosas descripciones o cautivantes relatos como estos: Los muertos arriban, silenciosos e invisibles, como interminables bandadas de palomas. Se asientan alrededor nuestro y nos susurran al oído las noticias más recientes de nuestra difunta parentela. Llegan cansados por el largo viaje, vienen cubiertos de polvo estelar y traen en sus ojos deslumbrados los colores de sus eternos amaneceres iluminados por mil soles. Hablan tan bajito, como si creyeran que su presencia nos molesta, y por eso muchas veces no reparamos en su presencia. (Llegan silenciosos) Este jugo celestial siempre adopta la forma de lo que la contiene. Bulle a borbotones en el puquio, se angosta y corre como relámpago mojado en el río, se explaya en la laguna, se esconde en el fondo de un plato de caldo verde, y se vuelve chicha agridulce en el vaso. Está como Dios en todas partes: en la sabia savia del eucalipto, en la locura acuática del carnaval, en la saliva feliz del quinde, en el imperceptible sudor de la penca, en la ubre filosofal de nuestras vacas, en las lágrimas que a veces derrama el loco Terry. (Todo es agua en Cajamarca) No sé qué pueda ocurrir la próxima vez que hable con la Dama de las Nueve Sonrisas. No creo que el mundo desparezca, pero es posible que las mañanas salgan de noche o viceversa. O tal vez las nubes se conviertan en carneritos alados. También es probable que los adultos se trasformen en niños y los perros en huesos. Pueden suceder tantas cosas que lo mejor es que me aleje de aquí por mi propia protección. Pero regresaré otra vez cuando mi miedo se desinfle y ella se desmaye nuevamente de modo sensual sobre la hierba de abril. (La dama de las nueve sonrisas) Durante la madrugada, y mucho antes de que se descuelguen las primeras hebras solares, la densa niebla sulfurosa se acuesta sobre los pastos y se refugia también en el anonimato de los rincones alumbrada apenas por las débiles bombillas. Los iluminados faroles, cuando nadie los ve, suelen tomarse de las manos para jugar a la ronda y convocar a las asambleas de insectos. Y desde su telaraña de luz miran con su único ojo a los ocasionales borrachos que pasan canturreando canciones incomprensibles (…) Sobre la banca del parque un niño ha dejado olvidada su sonrisa. Desde la lejanía, un rasgueo de guitarras llega ondulando como una bandera y con su delicada melodía abre los capullos de rosa que están pintados en algún bodegón. Y todo ello hace sonreír en Cajamarca al fantasma de Amalia Puga que saluda sentada con su mano desde la plazuela donde está su estatua. (Madrugadas de Baños del Inca) Así, pues, no se puede negar el halo romántico de estas páginas, por sus recuerdos y añoranzas, por sus bellas descripciones, lograda prosa galana, sin exceso de retórica y sin palabra inútil. El autor, sincero y entrañable, pletórico de emoción y admiración, entrega estas páginas que harán mucho bien a los lectores para sentir y adentrarse en la irrenunciable identidad cajamarquina. Luzmán Salas Salas |
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Ejercicio vibrante e iridiscente de la Minificción en la Región Cajamarca José López Coronado Una definición concluyente del género se espera todavía, pero el ejercicio en nuestra región existe desde hace décadas (para nosotros ésta es la narrativa que precisa, pero dilucida; que concreta, pero fabula; que urge, pero determina). Lo que tiene publicado la Biblioteca Rural de Cajamarca1, es -por ejemplo- el testimonio colectivo de esa nuestra Cosmovivencia2. Y, a nuestro criterio, la dimensión de una minificción, no está determinada solo por el número de palabras empleadas en su argumentación, sino por la intensidad de las acciones y por la elocuencia de la historia narrada. Cajamarca, qué duda cabe, tiene muchos y grandes narradores (como lo ha demostrado el Dr. Luzmán Salas en su libro La prosa de los cajamarquinos, 2010). En la presente antología, obviamente, están incluidos solo los autores cajamarquinos que han escrito narraciones breves. |
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Este Nidal de colibríes, por tanto, es la demostración del ejercicio vibrante e iridiscente del género en nuestra región, literatura caracterizada por su mágica tradición oral, por el albedrío psicológico y complejo de lo humano, por los conflictos sociales y las aspiraciones naturales de prosperidad. Versátil en su temática y en su técnica (desde sus iniciadores3 hasta en los más celebrados4 miniaturistas o también en los narradores recientes), la minificción cajamarquina recogida en esta muestra es, a la fecha, reveladora y proteica5. Perfila en el contexto nacional y latinoamericano nuestro talante e idiosincrasia, porque configura y reafirma con ella (con la minificción) nuestra identidad regional. Modestia aparte, varios escritores de esta antología son chotanos, porque vienen publicando lo suyo en el espacio que obliga y permite el semanario "Amor y Llaga" (que ya lleva más 520 números), el cual -desde su N° 71 del 04 de enero de 2004-, difunde en su columna "El breve narrar", textos de narradores locales y de la región. El propósito, entonces, de Nidal de colibríes6 es, sin ambages, ofrecer material de lectura para, principalmente, los niños y jóvenes que buscan desbrozar horizontes y el éxito personal. Para nuestros estudiosos será una ventana a través de la cual puedan observar de cerca nuestra realidad. Y para que las autoridades no soslayen el pilar cultural de nuestra región, que es determinante en el desarrollo integral. ----------------- N.R. Agradecemos al escritor José López Coronado por su gentileza en obsequiarnos un ejemplar de esta importante antología. |
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Prólogo Guillermo Bazán Becerra Haber sido especialmente invitado por el autor de esta obra, Antonio Goicochea Cruzado, es una deferencia que agradezco y con agrado asumo la misión, porque la obra bien lo merece, pero lo hago con franqueza total como la debo a este valioso amigo sanmiguelino. En cuanto a la poesía, recordemos que forma y contenido se funden en ella, pero el mensaje no es simple porque en un mismo poema pueden haber varias formas y, a pesar de esa variedad, muestra unidad que afecta a fragmentos del poema, y al poema global, tanto semántica como fónicamente en forma y contenido. Podemos decir que en los poemas existe una gramática -o subgramática- privativa de este género literario porque el apareamiento de las palabras está hecho para causar en los lectores u oyentes una impresión muy diferente a cualquier lenguaje habitual y común. La poesía, como expresión artística en el campo literario se rige por una singular disposición rítmica y por la relación de equivalencia entre sonidos e imágenes; une a veces la orga- |
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nización métrica a la disposición rítmica, y eso es lo que la diferencia
de la prosa simple. Respecto de las formas poéticas, hay el poema como tal y la prosa poética o poema en prosa. La poesía tradicional fusiona lo narrativo, lo lírico y hasta ciertos rasgos de teatralidad (la poesía pastoril, por ejemplo). El ritmo del habla sustenta el ritmo de la construcción poética. Por ejemplo, dice Pablo Neruda: "Sucede que me canso de mis pies y mis uñas / y mi pelo y mi sombra. / Sucede que me canso de ser hombre. / Sin embargo sería delicioso / asustar a un notario con un lirio cortado... La prosa poética fusiona en sus renglones la redacción métrica y ritmo poético acentual como música del sonido a los silencios y su lectura tiene un ritmo que llena, aunque no hay muchos autores que dominen esta forma. En muchos casos, los poetas combinan en un mismo trabajo la narrativa pura y la prosa poética. La poesía no es una, porque tiene varios tipos: lírica, que se caracteriza por la condensación, marcada tendencia al uso de imágenes y fuerte componente emotivo y sensual; abarca himnos, nanas, cantos de taberna y canciones populares, poemas y canciones de amor, punzantes sátiras políticas, poesía filosófica, epístolas, odas, epigramas, sonetos y elegías. la narrativa incluye poemas épicos, baladas, romances, cuentos y fábulas en verso; la dramática es la poesía como discurso directo en circunstancias específicas. Hay poesía como arte puro y poesía didáctica (para instruir deleitando) o recurso mnemotécnico ("treinta días trae noviembre, con abril, junio y septiembre") y poesía moral (su mensaje puede ser claro y directo o entrelíneas) . En fin, la poesía puede ser amplia y minuciosa o muy breve y concisa, como es el caso de la poesía japonesa, tanka y haiku, que no poseen rima pero cumplen con el cómputo silábico. La poesía invita a imaginar o sentir, a idealizar o enlazar tus vivencias con lo que está en los versos, a tal punto que llegue un momento en que puedes afirmar: esto es mío, fue escrito para mí. .. La poesía, pues, nace del poeta pero termina siendo algo personal del lector o del escucha. La poesía, aunque la escribieran muchos, cada día, siempre será novedosa, tal como lo dijo Michel Foucault: "lo nuevo no está en lo que se dice, sino en el acontecimiento de su retorno". Sin duda, no todo poema es aceptado por todos, pero al poeta le basta que su obra pueda despertar en alguien la motivación suficiente para que se enamore de sus versos y los tome como suyos. Hay quienes defienden la poesía, mientras otros dicen que no tiene futuro: eso depende de lo que cada uno lleva o siente dentro. Pero no hay duda que la poesía no desaparecerá nunca por mucho que cambie el mundo porque es muy importante en la relación y proyección humana. La vitalidad de la poesía es innegable, tal como lo dijera Gustavo Adolfo Bécquer: "Mientras sintamos que se alegra el alma / sin que los labios rían; / mientras se llora sin que el llanto acuda / a nublar la pupila; // Mientras el corazón y la cabeza / batallando prosigan; / mientras haya esperanzas y recuerdos, / ¡Habrá poesía! / Mientras haya unos ojos que reflejen / los ojos que los miran; / mientras responda el labio suspirando / al labio que suspira; // mientras sentirse puedan en un beso / dos almas confundidas; / mientras exista una mujer hermosa, / ¡Habrá poesía! (Téngase en- cuenta que la hermosura de la mujer no es la del rostro o cuerpo, sino de toda ella, incluyendo sus valores y habilidades, pues hay rostros y cuerpos tan armónicos que lo único que despiertan es simple pasión fugaz y de circunstancias, no sentimiento). Basta referirse al amor, a su llama viva, a su impetuoso fuego, a la pasión, prisión, libertad y luz que nos otorga el enamoramiento... para ansiar expresar mil cosas lindas; pero pocos son los afortunados que pueden hacerla adecuadamente, por eso cuántos hay que declaran su amor haciendo suyos los versos de poetas que jamás vieron y jamás verán, logrando conquistar con versos ajenos a la persona amada. La poesía es en muchos casos el remedio al dolor de la traición o la infidelidad, de la ausencia o la muerte, del desengaño y de la ruptura, a la añoranza del viejo amor o a la esperanza del que vendrá, e incluso, llegado el extremo, al afán de venganza y del suicidio. En esta obra, Antonio Goicochea Cruzado entrega 13 poemas románticos, 3 líricos, 2 romántico-eróticos, 11 eróticos, 2 erótico-pornográficos y 1 pornográfico, además de 1 cuento pornográfico, 2 románticos y 1 lírico. Para precisar esta clasificación diremos que lo exclusivamente romántico es sólo sentimental y hasta soñador o platónico; lo erótico muestra figuras que aluden de modo apenas sugestivo y con gran refinamiento a las zonas erógenas tradicionales y a la pasión que despierta el lazo espiritual y afectivo que debe conducir en algún momento a la entrega total del hombre y la mujer que se aman. El erotismo es la descripción revalorizada del contacto físico, en función de una idea del amor o de la vida social. Las imágenes poéticas que describe la poesía erótica serán mejor entendidas por quienes conocen experiencias similares a las que la pieza literaria describe. Lo pornográfico tiene como tema el simple placer carnal, que puede tener dos corrientes: la que describe con crudeza el acto sexual y aquello que lo rodea, en cuyo caso deviene en acto obsceno; en otros casos, la pornografía muestra el acto sexual adornado Iiterariamente con referencias que no invaden lo obsceno ni burdo. Si la literatura erótica hace deseable el cuerpo amado, porque lo muestra en su esplendor o florecimiento e inspira una impresión de salud, belleza y juego placentero; la obscenidad de la pornografía mal manejada literariamente devalúa la carne, que sólo resulta un objeto casi vulgar. Resulta muy difícil, pues, desarrollar trabajos con fondo pornográfico, porque el borde imperceptible que separa lo aceptable de lo vulgar hace caer a muchos autores en graves errores que descalifican de por sí a su obra como material de difusión en todos los públicos. En este sentido, estamos seguros que Antonio Goicochea ha evaluado a profundidad este riesgo y tanto su experiencia de autor como su formación docente y conductor de juventudes y familia han estado presentes para su decisión. Confiamos que este trabajo será una referencia válida en la relación hombre - mujer que ansía vencer al tiempo con un amor diáfano, normal y estable. "Quisiera hacer de ti..." es una obra más de Antonio Goicochea Cruzado, participante u organizador activo de muchos eventos literarios internacionales y nacionales, con difusión permanente en Websites especializados. Este libro, pues, amplía el prestigio de su autor y de su tierra natal, San Miguel de Pallaques. No puedo dejar de aludir, por principio de conciencia católica, con mucha lealtad al autor, el contenido del cuento pornográfico de un supuesto cardenal, que sin duda despertará cierta resistencia de conciencia en quienes sí saben vivir la rectitud de su fe católica. Un crudo relato del autor, a pesar de su formación cristiana, pero que la libertad literaria lo permite. En este sentido, en todas las iglesias y sectas se producen hechos vergonzosos y delincuenciales, no porque las doctrinas impongan esa conducta -salvo en algunas sectas degradantes- sino mala intención han logrado trepar, para cometer esos malos actos aislados que a la corta o a la larga terminan enlodando a la iglesia que los acoge, hiriendo en exceso a los fieles que sí conducen correctamente su vida bajo los principios doctrinales a Ias que se acogieron con fe. Sin embargo, por extrañas razones e intereses, sólo se resaltan con escándalo esos hechos en la Iglesia Católica, acallando interesadamente lo demás. Así aparecen acá y acullá una serie de acusadores y fariseos con rocas en las manos para lanzarlas contra esta Iglesia, en desmedido afán de destruirla; pero bien sabemos que eso es injusto o excesivo, y mal haríamos si callamos esta aclaración. Deseo que quienes lleguen a estas páginas tomen en cuenta lo que el mismo autor dice y luchen no sólo contra su propia soledad sino la de quienes nos rodean:
Cuando no tienes quien te espere, de qué sirve que cuentes las estrellas y en busca de fugaces escudriñes nocturnales cielos. Cuando no tengas quien te espere y no encuentres más que un lecho frío ... de qué sirven todos los trajines ... |
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A manera de prólogo Víctor Hugo Alvítez Moncada* Alfonsina Becerra Alvarado (San Miguel, 1971) es maestra de niños, se inició en la literatura con versos infantiles. Su vida transita en Lima desde algún tiempo a donde se mudó la familia, en su caso trasladando recuerdos e intactas quimeras e ilusiones de la tierra que la vio nacer. Ahora acertadamente nos hace entrega el libro La laguna encantada y otros cuentos, primera y valiosa colección de trece cuentos fantásticos nacidos en las mismas profundidades de tan mentada, respetada y recóndita laguna de Santa Rosa, sus aguas, sus cuevas y sus sombras plagadas de Shapingos o aquellos dueños invisibles que poblaron desde siempre delatando sus misterios nuestra literata con lenguaje apropiado, transparente y sencillo como para llegar a todos los segmentos de la población y especialmente estudiantil por valerosa autora luego de tantos siglos de mantenerse ocultos, relatos que llegaron a ella por sus progenitores y ancestros directos, propietarios de estos predios incluida la aparente y resplandeciente laguna, así |
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como
todos nosotros conocemos el único relato sobre la Campana de oro a
través de la oralidad y de generación en generación. Y digo 'valerosa’
porque para escribirlos hay que tener temple y coraje, cualquiera no
podría hacerlo porque el cuerpo puede escarapelarse e inundarse de
espanto. El cuento fantástico es aquel que por la suma de elementos reales y elementos extraños e inexplicables, hace vacilar entre una explicación natural o sobrenatural, dejando al lector sumido en incertidumbre o dilemas, situación que provoca desconcierto e impaciencia del lector. Nuestra tierra desborda de incógnitas que el tiempo y decisión de sus hijos literatos u otros estudiosos irán retirando el velo que las cubre largamente, entendiendo la concepción del universo y normas que rigen la naturaleza, el bien y el mal, seres invisibles o extraordinarios ideados por el hombre para convivir a sus exigencias, recubierto s en la realidad, misterios, miedos y temores. El ambiente geográfico donde se desarrollan estos hechos son principalmente la laguna, sus orillas, caminos y entorno cercano al actual Centro Poblado Santa Rosa y ámbitos del territorio sanmiguelino. Siendo sus principales protagonistas los tatarabuelos de carne y hueso de la autora como don Juan Cansino, descendientes, brujos o curanderos, malos espíritus, shapis, duendes o minshulas, animales y otros. Además incluye otras historias igualmente fantásticas acaecidas al trasuntar la existencia inmortalizándolos en letras de molde para afirmar nuestra identidad regional y recuperación de la memoria colectiva de un pueblo antiguamente llamado Ushindud -que reivindica su nombre devolviéndonos en alas del tiempo escuchar como solían hacerlo familiares cuando muy de madrugada emprendían rumbo al día central de su fiesta - a la hoy llamada Santa Rosa, en San Miguel. La laguna encantada y otros cuentos, inicia con (almas en pena': recordando peripecias de viejos y accidentados caminos con tantas fatalidades y donde shingos carroñeros daban buenos festines con cuerpos de víctimas, aparición de endemoniados seres merodeando y festejando igualmente. "Vienen los shapingos" narra la muerte del viejo Juan Cansino y sus misterios, aparición de tenebrosos personajes salidos de profundidades de la laguna encantada llevándose el cadáver, dejando en su lugar rocas fosilizadas, hecho que en compensación traería abundancia y riqueza al valle santarrosino. En "Cóndor Cuna" cerro en forma de cóndor, en la carretera La Mascota - Quindén, donde se dan apariciones de bellas mujeres encantando hombres para desviar sus destinos o camiones supuestamente transitando sus zigzagueantes y estrechos caminos, desvaneciéndose sigilosamente. "Cuando el mal llama a tu puerta", un joven había perdido la razón al tener sed y no levantarse de noche a tomar agua, desprendiéndose su cabeza para ir en búsqueda del elemento vital. Don Benito lo traslada a la laguna para sacar el ánimo del muchacho robado por el mal y ante su oposición el famoso curandero emplea sus artificios entregando a los demonios animales vivos como ofrenda a cambio del alma del cliente. "El adiós del compadre': un hombre había fallecido al despeñarse con su caballo por Lanchicat, su alma apareció ante ojos de su comadre que al vedo pasar la saludó muy atentamente, sin tener respuesta alguna, él estaba velándose en su casa. "El duende" reaparece en estos cuentos el gracioso niño juguetón compartiendo gran parte de la vida de nuestra escritora, hasta llegar anciano a despedirse y desaparecer totalmente. "El Infiernillo" profundo y desconocido canon en la laguna donde desde sus entrañas brota música alegre y melancólica de tambores para atraer animales y personas desapareciendo en su interior o dificultando la salida. En "La laguna encantada" cuento ampliamente y hasta en diversas versiones da nombre al libro; laguna habitada por seres de gran poder y resguardada con mucho celo, conectada con el Cerro Negro o Campanorco, tras siete días de persecución escucharon el fuerte sonido de la pesada campana de oro decidiendo sacada con apoyo de mulas y ofrendas del abuelo Juan Cansino, acordando obsequiada a la iglesia de San Miguel, hecho que se truncó al ser perseguido por shapingos oscureciendo el ambiente devolviendo la campana a sus profundidades donde hasta la actualidad se escucha, dejando perplejos a los sanmiguelinos y en medio de oraciones. Hermoso relato "El secreto del abuelo" donde el protagonista enamorado de una mujer endemoniada engendra una bella criatura en habitante de oscura cueva del Campanorco, secreto que el abuelo se llevó a la tumba. "La mesada" o mesa de brujos, trata de una disputa entre dos hechiceros y donde Juan Cansino resulta triunfante ante petición de un joven enamorado que al no ser correspondido por una hermosa mujer acude a la "magia" logrando ser feliz con su pretendido amor. Otro de los misteriosos seres o demonio convertida en mujer es "La minshula" de la cual muy poco ya se hablaba en San Miguel, aquella vieja bruja huesuda que habita las cascadas o chorreras asustando a los muchachos o en este caso comiéndose parte del "bollo" o muñeca de masa de las niñas en Todos Santos. "El toro del Campanorco”, toro encantado de oro, ídolo o talismán encontrado en su chacra que trajo mucha suerte al propietario por aumentar su ganado en linderos del Campanorco. Finalmente, luego de tanta fantasía, temor y hasta ternura y amor "Rosas rojas" nos arrancará una lágrima a todos los lectores por el sentimiento con el que está escrito este cuento al narrar el fallecimiento del ser querido, la madre. Este libro, así como nos recuerda el nombre del lugar "Ushindud", rescata también un sin fin de términos o vocablos de algunas lenguas muy lejanas, algunos caídos en desuso, otros perdurando en la flora y fauna o actos que tienen que ver con la diaria convivencia del hombre con la naturaleza y fuerzas que la rodean y dominan Igualmente, rescata muchas tradiciones de nuestro pueblo a través de costumbres, lugares, acontecimientos, juegos, comidas, creencias, etc. pese a la modernidad y globalización. Asimismo, enriquece el corpus de la literatura sanmiguelina, aquella gestada y legada a través de maestros o antiguos escritores como nuestros antecesores: Nicolás Sarabia Quiroz, Octavio Lingán Célis, Demetrio Quiroz Malea; Alberto Becerra Solís, Armando Romero Tejada; Juan Mendoza Rojas, Elden Rojas Mestanza; o en estos últimos tiempos: Antonio Goicochea Cruzado, Walter Lingán, Octavio Rivasplata Quiroz, Tito Pérez Quiroz; Camilo Terrones Cotrina, Ciro Mendoza Barrantes; Lilí Larrea Díaz, Daniel Cubas Romero, Jorge Medina Díaz, Martín Gil Serrano, Alfonsina Becerra Alvarado, Jaime Ballena Yeckle, Elmer Rodas Cubas, Rafael Sánchez Quiroz o Kiara Alvítez Linares, entre otros que van surgiendo y apareciendo en el parnaso literario provincial. Para continuidad de esta herencia literaria sanmiguelina, hace falta impulsar desde aulas de nuestras instituciones y todos los niveles educativas, permanentes concursos de creatividad en cuento, poesía, leyendas, etc., lectura de obras clásicas, de autores nacionales y regionales, elaboración y producción de textos escolares por maestros y alumnos; creando las instituciones responsables de la educación y cultura un premio anual provincial. Impulsar el teatro, oratoria y declamación; creación de un fondo editorial, entre otras actividades artísticas propias como la música, danza, pintura, escultura, cerámica, arte textil; entre otras estrategias pedagógicas. Auguro los mejores parabienes estimando que el libro se incorporará definitivamente al Plan Lector Nacional y de nuestra provincia en especial, merecerá muchos estudios en diversos géneros, incentivará amplia crítica y motivará el reinicio de nuevos tratados frente a abundantes fuentes de inspiración y narración oral desperdigada por todos los confines azules, blancos y verdes de nuestros sentimientos y paraíso, debiendo aprovechar, desentrañar y difundir. Me pregunto sin hallar aún respuesta: cómo una joven mujer pudo lograr arrancar los misterios del Campanorco, qué ofrendas fueron recomendadas al unísono por viento de sus ancestros; serán tal vez su persistencia, su compromiso como educadora para con su pueblo, necesaria entrega y devolución a nuevas generaciones que gozarán de tanta riqueza espiritual del territorio y pertenencias. La laguna encantada y otros cuentos se emparenta con La mansión del Shapi de Walter Lingán, como nuevas expresiones de la cultura viva de nuestra provincia San Miguel, hecho que halagamos y celebramos junto a su autora, con jolgorio 50 años de su creación política o "Bodas de Oro", por el mejor rumbo y destino de un pueblo hacia el progreso a través de sus hijos. ¡Esperando nuevos hallazgos, nuevas entregas, nuevos libros y esperanzas! ¡Brindemos por todos! Tierra de Pisadiablos, 8 de mayo 2014. ------------------------------- *Gestor cultural, poeta y escritor. |
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Prólogo Fransiles Gallardo, ingeniero civil de profesión, poeta y narrador de talento, nos entrega ahora Puka Yaku. Río de sangre, un conjunto de cuentos escritos con voz propia y registrada con definitivo talento. Explico por qué. Existe una cuentística importante surgida en las décadas del 90 al 2010, en la literatura peruana. Es un hito bien ganado. Fue, en un inicio, señalada por un consenso de la crítica nacional e internacional como la «narrativa de la violencia», la que luego pasó a ser «narrativa de la violencia armada», de la «guerra subversiva» o de la «guerra popular». En este marco sobresalen y se consagran autores (que concursan y ganan merecidamente premios de todo calibre dentro y fuera del país). Llama de inmediato la atención. Esta literatura atrapa la curiosidad. Refieren hechos sociales de suma violencia. Situaciones que sobrecogen, aterran, asquean. Las bombas y la sangre, las desapariciones humanas y las muertes encarnizadas, misteriosas, |
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amañadas, aparecen también en la vida real, en las primeras planas de los diarios capitalinos y tocan alarma. Esto no es ficción. La historia peruana siempre fue cruenta. Y, dadas estas nuevas formas de violencia y crisis social, la narrativa breve las retrata. Son los cuentos que describen la violencia armada en muchos ámbitos, sobre todo en las zonas centro y sur del país, y en la ciudad capital, por supuesto. La violencia que atañe, en especial, a los espacios (provincias, pueblos y caseríos) más alejados y pobres, donde hay carencia indispensable para vivir: oportunidades de trabajo, medicinas, escuelas, alimentos, seguridad ciudadana, industrias, universidades; lugares, a veces, de pase de droga y «protegidos» solapadamente por el narcotráfico y, aunque parezca increíble, por las mismas fuerzas armadas o las policiales, según se ve en los cuentos y en algunos diarios. Y la indolencia de la opinión pública y la iglesia, lo sabe (la corrupción en todas las instituciones del país tiende a crecer, como en muchos países del mundo). Y hay en esta población «olvidada» por el Estado, marginal, desprotegida: resentimientos por lo que signifique gobierno nacional, instituciones públicas, «democracia de los ricos», Congreso de la República, justicia del Estado, «congresistas», partidos políticos, medios de comunicación (alarmistas, racistas ante todos los colores, salvo lo blanco y rubio; o indolentes, salvo excepciones). Cuentos donde muchas veces las fuerzas de Sendero Luminoso se ven confrontadas con las fuerzas militares o policiales; y donde el cuento, no siempre imparcial en sus puntos de vista o parcializado con una u otra ideología (la del poder, la de los militares, o la de los subversivos), nos ofrece una imagen de todos modos terrible. Donde al entrechocar policías o militares vs. subversivos, se escenifican anécdotas nunca vistas en el imaginario narrativo, hechos y escenas con imágenes brutales: degollamientos, torturas, fusilamientos, linchamientos, decapitaciones, atropellos, abusos, persecuciones y masacres a humildes campesinos, como asaltos a puestos policiales; muertes de niños, ancianos y mujeres inocentes y desarmadas; incendios, saqueos y violaciones no solo a mujeres jóvenes, también a niños o ancianas. Ilícitos cometidos por ambos bandos. Cuentos donde se señala también cómo es que los subversivos luchan contra: la corrupción, el abuso del poder del Estado, los narcos, las injusticias sociales; además contra los ‘sucios y ocultos negociados del llamado Estado con las trasnacionales’, como contra las grandes mafias burocráticas del Poder legal y sus leyes arbitrarias, convenidas e injustas. En tanto que, como contraparte: los del gobierno se empeñan, a punta del terror que producen las armas y las bayoneta, la granada y las balas, por imponer con su presencia un orden basado en las leyes «creadas en democracia, por proteger sus intereses», que son los que «les conviene al pueblo». Luego, la narrativa surgida en estos años, con esta impronta de guerra y sangre y clamor por una justicia popular (emerretista o senderista) parecería haberse impuesto de tal modo que habría desplazado otras formas de argumentar historias, de crear cuentos. No habrá un buen cuento si es que éste no trata la «lucha popular». Y quien no se ciñe a este juicio, no es un buen escritor. No valdría otros modos de ver la vida, aunque ésta no siempre sea sangrienta desde que también es compleja, profunda, llena de misterios en todos los actos y recovecos del espíritu humanos. Y en este contexto se llega a sentir que ‘cuento que no se enmarca con el sello de la violencia armada, está fuera de la historia y fuera de las antologías. No son trascendentes en este contexto de indignación y rebelión popular. Y, por tanto, no merecen estudio o crítica’. Porque ‘sus personajes viven en una burbuja de aire’ y no alcanzan a trascender como para llamar la atención al lector de modas literarias que busca la explosión del petardo en los cuentos. Como si estos temas fuesen requisitos indispensables. Motivando, incluso, una sensación de vacío por los cuentos de Ribeyro o de Arguedas, puesto que, aunque prestigiados, se sentirían ya obsoletos, ‘quedaron atrás, la coyuntura de la historia lo exige’. Así aparecieron en estos últimos 30 años, revistas, congresos de escritores, gruesas antologías y prolíficas críticas literarias tratando la nueva temática: la literatura de la violencia armada.
Y con ella, los escritores de aire heroico, los Ché de la
pluma y del cuento, los dueños de la verdad, los Túpac Amaru redivivos
hechos narradores del pueblo, las metrallas del verbo pensante con nueva
visión ideológica. Sin ellos los Andes y la Nadie más siente o piensa, sólo ellos tienen derecho al resentimiento. Sin embargo, ahora que aparece Puka Yaku. Río de sangre, el nuevo libro de Fransiles Gallardo, se descubre algo muy importante, por lo menos desde mi punto de vista. Y ello es: la autenticidad. Algo que tiene que ver con el tono personal, emocional, vivencial y, por tanto, con la experiencia propia en los puntos de vista que aplica el autor en sus cuentos. Y es que los cuentos del llamado ‘boom de la literatura de la subversión’, justamente, resultan en gran medida inauténticos. ¿Por qué? Porque se perciben efectistas, en su mayoría se les huele a cuentos con historias extraídas de periódicos, noticias de la TV o de la radio; o de artículos, ensayos y revistas. Y lo peor: resultan, a lo largo de los años, las mismas historias ‘refritas’ (la misma cantaleta, iguales tratamientos, diálogos, tono emocional, técnicas) que se reinventan y se remedan en otros cuentos. Y lo más terrible: sus autores no han pisado el lugar de la historia que describen. Y si la han pisado, es porque ya pasó todo. No fueron a donde olía la pólvora. Cuando ésta reventaba ellos estaban en Lima o en su provincia, lejos del fragor, bien tan bien protegidos o fuera del país. En otras palabras, no experimentaron esa realidad de la que hablan. Aunque tampoco el ‘haber padecido una experiencia real y hablar de ella’, garantiza la calidad de un cuento. ¿Y cómo, además, se percibe la inautenticidad? Fácil. Muchos de sus cuentos aparte de sentirse esquemáticos y melodramas distantes, a veces más parecen ofrecer una visión turística pero dramática. Pero más huelen a artificio, a telenovela mexicana o peruana mal hechas. Lo que narran logra crear bulla, alarma, pero no vibra, no palpita ni respira vida real, auténtica. No huele a vida sino a simple ficción y fingimiento. No se les percibe sudor ni hedor humano. Se sienten historias truculentas (aunque nuestra historia lo sea, como lo son algunas obras clásicas; y aunque nuestra historia sea además: despiadada, cruenta, escandalosa, mórbida); tampoco resudan ese aroma a campo gozado o sufrido por quien realmente lo ha trajinado y vivido. Y, claro, en las literaturas de todo mundo ocurre lo mismo. Pero hay literaturas auténticas e inauténticas. Como escritores auténticos e inauténticos. Y en esta temática de la literatura con los temas de la «guerra armada popular», los escritores y los cuentos inauténticos sobran; y más, los escritores con pose de guerrillero frustrado, quienes nunca estuvieron en ningún lugar de combate; o, apenas quienes tiran la piedra y esconden la mano. Con Puka Yaku. Río de sangre, los 23 cuentos reunidos en este libro del escritor e ingeniero Fransiles Gallardo, no tenemos como lectores, en lo que se refiere a su calidad literaria y a su autenticidad, nada que lamentar, sino agradecer la presencia de un excelente trabajo artístico. El de ser un libro que, dados sus méritos, fácil podría trascender las fronteras; ser leído aquí, en Ecuador, Chile, México o en cualquier país del mundo, de llegar a ser traducido. Bien lo merecería. Los cuentos están ambientados en el pueblo de Tocache (provincia del departamento de San Martín, Perú). Una zona de la selva peruana, cercana a Huánuco y Tingo María. Y tal como lo describe Fransiles, a lo largo de sus cuentos, es un pueblo hermoso, de mucho calor, lleno de vida, con habitantes alegres y sencillos. Gente con la que Fransiles Gallardo trató como ingeniero civil, como amigo y confidente, de donde resultan estos cuentos. Fransiles, en Tocache, nunca estuvo en un lugar de combate, solo fue el ingeniero que llegó allí a trabajar, a ejercer su profesión y a construir un colegio. Pero convivió con su pueblo. Los escuchó hablar y llorar. Como ante un padre o un familiar querido, le contaron muchas historias. Y Fransiles las cobijó con cariño y respeto. Y, según Fransiles confiesa, lloró con ellos. Y también se encariñó con Tocache. Y Tocache fue más que un nombre. Más que Tocache, gustó de su historia. Con sus bares, hospedajes, hoteles, restaurantes turísticos, sus calles, sus lluvias y truenos, su sofocante calor, un puente y sus colegios, la 0412, 0413 y el Scorza. De no ser por las guerras buscando el control y el poder por la fuerza de la violencia brutal o el poder de las armas, entre los narcos contra narcos, o entre los senderistas contra los narcos, el ejército y la policía, este pueblo de Tocache sería un lugar privilegiado, de disfrutes, cercano a la idea de un paraíso. Posee un hermoso río, el Wallaga (tal como lo escribe y siente el autor), una iglesia, un santo digno de festividad y procesiones llamado «San Fan» (San Juan); y, por si fuera poco, posee mujeres bellas y siempre dispuestas a divertirse, a hacer fiesta y gozar del vigor de su naturaleza plena. Lo lamentable es que en este territorio, la muerte es también protagonista. Tanto como la cocaína, la drogadicción, la prostitución y las riquezas desmedidas de los narcotraficantes. Y con ellas la violencia que generan los pases de los fardos de droga, al chocar con la competencia de otros narcos. O con las fuerzas armadas o con la policía. Y, como consecuencia de todo ello: la muerte de los tocachinos, quienes más prefieren una vida pacífica que depender de la droga y sus consecuencias de violencia. Los tocachinos prefieren la cerveza y el uvachado, trabajar el campo, navegar el Wallaga, pasear en moto, hacer el amor, antes que andar matándose. Ahora hablemos de los valores de este libro: Desde «Maquinaria», el primer cuento del libro, hasta «Recreo Bar», las historias se sienten convincentes, gustan, atrapan, cautivan y son hasta amenas pese a retratar situaciones o circunstancias despiadadas, terribles. El patrón Vam Pirius conversaba con la sonriente Nachita; se alejó de ella y se acercó al «cantorcito soplón», sin decir una sola palabra; extrajo de su cinto de cuero un filudo chuchillo de monte y de un solo tajo le cercenó la garganta. Uno de los guardaespaldas se acercó al agonizante «cantorcito soplón», le abrió la boca con la mano izquierda, empujó la lengua hacia abajo y con la derecha se la sacó por la sangrante abertura de la garganta, quedando colgando afuera. Nachita chillaba de terror. (Del cuento: «Corbata michi») El castellano dialectal de Tocache, escenario de los cuentos, en boca de los personajes y de la voz que narra, conforma el gran soporte de los puntos de vista, diálogos, comentarios, reflexiones, dichos, giros idiomáticos, modismos, que se resumen en una idiosincrasia y un espíritu que aparecen y relumbran en cada línea y párrafo. Y logran de este modo, una tonalidad, una musicalidad, una magia y una poesía, que felizmente, en suma llegan a cuajar en una originalidad excepcional: La vio hundirse, como machacuy, bajo las aguas del Wallaga. Venían de Sarita. Cruzaban el puente. Su pelo chobón y su shapra pacucha, el Francés. Su pelo pispacha y sus sandalias rojas, la tocachina. Riendo dicen unos; en una discutición, dicen otros. Lo cierto es que eran pareja, hacía poco, desde sólo dos meses atrás. Él, su sherete. Ella, su wambra. (Del cuento: «Francés»)
Y es que, apoyándose en ese castellano dialectal, su
vibración y su sonoridad musical, cada cuento salva lo perverso de
aquellas historias de degollamiento, tortura o sangre, gracias a que de
por medio aparece también, detrás de cada escena, muy No un humor cualquiera –se trata de un humor de todos los matices y colores: cruel, sugerido, negro, corrosivo, suspicaz–, de modo que cada cuento está escrito apoyándose en un tono coloquial, vivaz y alegre, sino festivo: Por eso, cuando quiero soy hombre y cuando quiero soy mujer, pincho u ocote, tu dirás; pero, a mi hermana nadie la toca ni la jode. Está llorando, los recuerdos la han marcado. Le dicen Marianella y trabaja en el Reffuggios. Tiene los ojos grandes, casi redondos y los labios a lo Angelina Jolie. Rezaré, dice. Se persigna. Se arrodilla y hace el amor.
Y con este tono personal o forma de estilo, muy marcado,
cada tragedia narrada resulta una paradoja cruel, puesto que nos podría
llevar a reír como a conmover, a disfrutar como a reflexiona, a criticar
como a protestar tanto como a llenarnos Cada cuento de Puka Yacu; río de sangre resulta entonces una especie de radiografía dolida pero auténtica de una porción de nuestra realidad nacional. Y si hablamos de disfrute, como lectura, es porque los cuentos de Puka Yacu. Río de sangre, aparte de entretener, poseen otras virtudes: son también poéticos. «En plena travesía, llueve. Llegando al puente de color naranja y cables acerados, sigue lloviendo. Bajo el bus, llueve». «Será lluvia hembra», malévolamente comentan los pobladores, «jode todo el día y jode toda la noche, ñañito». (Del cuento: «Definiciones») La prosa de los cuentos no es proliferante. Es minimalista en dos sentidos: por su escritura y por ser una metáfora que trasciende desde la aldea a toda una nación. Su escritura es mesurada, medida, equilibrada. Nunca desborda en descripciones demás. Como en sus versos, busca la precisión. Ni una palabra más ni una menos, para no descalabrar el ritmo, la gracia ni el tono musical. Ni un personaje más ni un personaje menos. Y lo mismo en los diálogos. Éstos son en rigor, muy ame nos, ajustados, cortos y precisos. Casi un pentagrama musical para lograr una composición. También sus personajes son los precisos. Se presentan los que se tienen que presentar. Fransiles no deja cabos sueltos, los personajes son los justos, las ideas, el ritmo, el tono poético y los diálogos también. Como metáfora minimalista, Tocache, en esencia representa a esta nación, a este país. Y, finalmente, a esta América. Tocache, tierra invadida por narcos, senderistas, tupamaros, enfrentados a las fuerzas del orden legal, el ejército o la policía, representa la imagen de una violencia cada vez más creciente. Y tiene como testigo activo, al río Wallaga: Por las mañanas los cadáveres flotan sobre las aguas tranquilas del río Wallaga. (Del cuento: «Morgue») El minimalismo, desde luego, como escritura o como metáfora, expresado con gran sentido del ritmo poético y sonoro, es uno de los mayores logros en los cuentos de Puka Yaku. Río de sangre. «Corto y directo», como decía Hemingway en sus cuentos. Pero, lo musical y poético, como decía –salvando las distancias y a beneficio de Fransiles– Ángel Rama de la prosa de García Márquez en Cien años de soledad o la de Alejo Carpentier en El reino de este mundo, al llenar de gracia y elevar los méritos de este libro, también lo distancian del común de los cuentos que tratan la «guerra de la violencia armada». El recurso de la técnica de la in media res, al iniciar más de un cuento (o por lo menos varios de ellos), es otro de los méritos a destacar en este libro. La in media res (que significa iniciar un cuento planteando un problema o una acción dramática, desde la primera línea) no es un recurso fácil, plasmar esta técnica requiere destreza, precisión y fineza de artista. Fransiles Gallardo lo logra de una pincelada, aunque lo que exprese, escarapele, espeluzne: Estiró los brazos en su intento por retenerla. Sólo un retazo de pañuelo de cuello, quedó entre sus dedos. (Del cuento: «Francés») Podríamos señalar aún otros méritos más que realzan la belleza y originalidad de este libro. Entre ellos, causan cierta fascinación los nombres de algunos de los protagonistas, como: Sanguijuela, Perro Bravo, Karlinda, Raymundo Facundo El Cucaracho, San Fancito, Sussana La Leonella; o la descripción del escenario de estos cuentos: su flora y su fauna, a lo largo del río Wallaga, que dan una poderosa atmósfera de magia y extrañeza que favorecen el tono poético del libro. Y que, por cierto, fortalecen la curiosidad e interés por leer y releer cada cuento. Auguro que Puka Yaku. Río de sangre, del ingeniero y escritor Fransiles Gallardo, llegará a ser un libro que generará serios e importantes estudios en la literatura peruana. Y muy posibles traducciones. Y no sería de extrañar que llegue a ser considerado, merecidamente, un clásico. Cronwel Jara Poeta, narrador y docente universitario Jurado en Casa de las américas. Cuba |
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AGRADECIMIENTO A la Universidad Nacional de Cajamarca, en las personas del Sr. Rector, Ing. M.Sc. Carlos Segundo Tirado Soto y del Dr. Carlos Rosales Loredo, Director de Oficina general de Investigación, por su apoyo en la publicación de este libro a través del Fondo Editorial Universitario. A mi amigo el Ingeniero Agrónomo William Guillén Padilla, por su apoyo incondicional en la culminación de este trabajo. A mi amigo el Dr. en Ciencias del Desarrollo Social Isidro Rimarachín Cabrera Docente Principal de la U.N.C. amante de la cultura milenaria de Cajamarca y promotor del Folklor Andino. PROLOGO Sumergirse en las profundidades de la cultura de los Caxamarcas es una tarea gratificante, primordial y perentoria para poder comprender, los diferentes mecanismos que interactúan en la lógica y en el conocimiento de los ritmos de vida de la comunidad como expresión del vivificante diálogo entre la sociedad y la naturaleza. En la construcción de esa armonía cósmica, el Clarín Cajamarquino, ha cumplido un rol de acompañamiento e identidad en esta parte |
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de la sierra norte del Perú. Julio Néstor Zamora Castro con una experiencia de más de 50 años de vinculación a la música, como intérprete de varios instrumentos, con su trajinar como integrante de varias agrupaciones musicales y su empeño permanente por la música, nos entrega el fruto de esa dedicación, un verdadero aporte a la cultura milenaria de los Caxamarcas. En este libro titulado "CLARÍN CAJAMARQUINO SHUKCHA KASHAMARKINU Valor y Construcción" hace un abordaje holístico sobre un instrumento emblemático de esta Región, único en el mundo, como es el "Clarín cajamarquino". Trata sobre su origen, su histórica, su presencia en la pintura y en la literatura cajamarquina, recoge el mito sobre su surgimiento y las características de instrumento que emite sonidos característicos, muy acordes con la tristeza y melancolía del poblador andino. Otro de los aspectos importantes de este genial trabajo, es haber sistematizado y validado el arte de su construcción y aporta nuevos elementos para su difusión. Todo esto se encuentra explicado en detalle e ilustrado con fotografías y gráficos, de manera que, cualquier aficionado pueda acceder a su construcción y utilización. La cultura se transmite, se recibe y se cambia. En esta perspectiva, observamos con preocupación un evidente proceso de aculturación, alienación y enajenamiento por el avance de la modernización y la globalización que impone estilos de vida ajenos a nuestra cultura original, privilegiando el papel del mercado como proveedor de "felicidad" consolidando la irracional sociedad de consumo. Julio, con su obra, nos insta a asumir con dignidad y valentía el rescate, la revalorización y difusión del Clarín Cajamarquino. Para hacer sostenible esta propuesta, sugiere una serie de acciones posibles de realizar, siempre y cuando cambiemos de estructura mental y depongamos el "deseo mimético" que hace perder iniciativa, capacidad creativa y la creencia de que todo lo que viene del extranjero es mejor. El "Chino Zamora”, narra con belleza el rol que juega el Clarín Cajamarquino, en nuestra cultura, con sus valores y actitudes. Es tratado al igual que los demás elementos de la cultura andina, que son personificados. Entonces, el Clarín Cajamarquino, recibe el trato de una persona. Es así que recibe su "bautizo", antes de la iniciación y está ligado al trabajo, al festejo y también a los acontecimientos más relevantes de la comunidad. Es objeto de maleficios que buscan neutralizar su agradable sonido aerófono, sobre todo cuando hay competencias en los clarineros. Felicitaciones y a la vez agradecimientos al autor, por entregarnos esta joya cultural, y finalmente, quiero compartir su feliz iniciativa de reincorporar el Clarín Cajamarquino a nuestra vida personal, familiar y comunal, propiciar su utilización, tal como lo hacían los antiguos cajamarquinos. Que el Clarín, vuelva a acompañar las faenas agrícolas, la limpia de acequias, las mingas, las fiestas patronales, etc. Cajamarca, Fiesta de Todos los Santos de 2012 Isidro Rimarachín Cabrera
INTRODUCCIÓN El lugar y el momento en que nació la música es uno de los misterios de la historia. Se cree que es tan remota como el hombre y que surgió como una necesidad para expresar sus estados y emociones a través del sonido. La música y los instrumentos musicales se hicieron para imitar sonidos de la naturaleza, como: canto de aves, truenos, entre otros; o bien para comunicarse con los dioses. Estos sonidos lo lograban con la voz y rústicos instrumentos primitivos. La idea de construir un instrumento musical empieza con los sonidos que el hombre hace con su propio cuerpo, por ejemplo con la voz, manos, pies, etc., que son los primeros antecedentes. La enorme variedad instrumental provocó la necesidad de establecer un orden o clasificación, la más sencilla los divide en tres grupos: Instrumentos de percusión. Instrumentos de viento. Instrumentos de cuerdas. Edgardo Caballer, refiriéndose al tema de instrumentos de viento, al que pertenece el Clarín Cajamarquino, señala que el hombre ha definido un conjunto de instrumentos tan variados que se puede señalar, en primer lugar, trompetas naturales. Las trompetas son instrumentos de viento en los cuales el aire se pone en movimiento merced a la fuerte presión que sobre ellos ejercen los labios entre serrados y vibrantes del músico o ejecutante. Se llaman naturales porque no poseen mecanismos para modificar la altura del sonido; es decir, no cuentan con orificios o válvulas que permitan variar la longitud de la columna de aire para obtener diferentes "notas". Por ende, el intérprete de este tipo de trompetas debe contentarse con un único sonido, o bien usar su arte y su destreza para jugar con las posibilidades que le brinda la ley física de "armonías naturales". Según este principio, dependiendo de la forma del instrumento y la fuerza con que se sople, se obtiene una nota base y un número variablesegún la habilidad y capacidad del músico de sonidos armónicos. Por ejemplo, una trompeta que, de acuerdo a su longitud y grosor, permita una nota básica "do', soplada en forma conveniente podría generar también un segundo "do" en una octava más aguda, la nota "mi" y la nota "sol". Y a si podría seguirse, intentando alcanzar toda la escala de "armónicos naturales". Dentro de esta categoría inicial de trompetas naturales existen distintos subtipos. Pueden ser conchas (o tener su forma), o bien ser tubulares (o troncocónicas). Dentro de cada subtipo existen, a su vez, divisiones. Atendiendo al punto por el cual el ejecutante sople su instrumento, se habla de trompetas de embocadura terminal (por un extremo) o lateral (por un orificio abierto en un lado). Por último, también se diferencian de acuerdo a si pueden soplarse directamente, sin la ayuda de una boquilla o pieza complementaria (por ejemplo: un tubo de caña), o bien con auxilio de dicho elemento. Este mismo autor afirma que los "clarines" o trompetas largas, elaboradas a base de un conducto de caña, puede llegar a los 23 metros de longitud provisto de un pabellón de material diverso (asta, cuero seco, calabaza, metal, etc.). Este último tipo de uso en la sierra norte peruana y tema de estudio de este aporte bibliográfico. El aporte del presente trabajo consiste en valorar el Clarín Cajamarquino y aportar en nuevos elementos para su construcción, ejecución y difusión |
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