Comentarios literarios

Esto es lo que nos dijo el Lic. César Gonzalo Mejía Lozano

al presentar el último libro de poesía "El Caballo Peruano de paso"

del gran artista polifacético Guillermo Alfonso Bazán Becerra,

en el marco de la VI  FELICAJ Bicentenario 2021. / jcpa.

 

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Vademécum para una sinfonía de pasos bereber

 

 

Tengo en mis manos un libro que no se está quieto. Se contornea y zigzaguea en un andar rítmico y armonioso, su avance es lateral y en cuatro tiempos, con un suave paso cuya cadencia y armonía me regresa a los albores de mi polvorienta niñez en el valle Chicama, Chiclín, Cartavio y Salamanca, haciendas azucareras al norte de Trujillo, ahí contemplaba absorto al tío Miguel, excelente Chalán y entrenador de caballos de paso de dicha hacienda, la exhibición de los caballos, era un derroche de garbo y brillo, y para los niños de ese entonces, era un espectáculo inigualable. Ahora, entrado en años, recibo el encargo de un gran amigo, maestro, poeta, narrador, músico; artista en plenitud y extraordinario promotor cultural, don Guillermo Bazán Becerra, me pide presentar su libro "El Caballo Peruano de paso". Entonces recorro a galope las trescientas décimas, es decir, tres mil versos y descubro lo compenetrada que está la vida del autor con el caballo peruano de paso.

Mi abuelo enseñaba a todos:

Si el caballo es Albo Uno,
seguro es como ninguno;
con los triunfos seguidos.

Si en vez de uno tiene Dos,
para ti debes guardarlo,
recomiendo conservarlo
por el potencial que tiene,
con él su dueño obtiene
el logro que hay que plasmarlo.

¿Qué une a la décima y al caballo de paso? La respuesta es sencilla: ambos vinieron en una barcaza española y aquí se hicieron peruanos. Mientras el equino trotaba en nuestras costas e intentaba escalar a la serranía, la décima acompañaba al bohemio en su tristeza y alegría; ambos se moldearon en un abrazo de identidad. La décima se hizo criolla y lo practicaron desde Augusto Ascuez hasta Nicomedes Santa Cruz. Fue cuando el famoso ¡A Cocachos aprendí! invadió nuestros colegios y se hizo huella en nuestra piel. En teoría, la décima parece difícil pues está constituida por diez versos de ocho sílabas y su rima debe tener la métrica abbaaccddc. Sin embargo, el músico Fernando Rentería -otro connotado cultor de este arte- asegura que su forma octosilábica (de ocho sílabas) la usamos "inconscientemente en la vida diaria porque permite tener un ritmo y respirar". Guillermo Bazán lo sabe y lo practica con destreza.

Este caballo precisa
atenderlo como a un rey.

No malcriarlo es la ley;
educarlo bien, sin prisa.

Si no aprendió bien, revisa
dónde se ubica el error,
que no habrá cosa peor
que hacerse el desentendido;
enmienda muy comedido,
e incrementarás su valor.

Un buen caballo requiere un buen jinete, al respecto, el mexicano Federico Navarrete, nos recuerda que en la tradición mesoamericana los seres humanos y los otros seres vivos compartían un alma, el tonalli. Por eso todas las personas tenían animales compañeros que compartían su destino. Además, se consideraba que ciertos seres humanos, los nahuales, podían tomar el control del cuerpo de algún animal compañero y actuar por medio de él. Es así que nuestro poeta-chalán se ha subido a los recuerdos de su niñez, cabalga con paso elegante por los tres mil versos entre décimas espinelas y de pie forzado, va lento disfrutando el paseo con el tonalli en simbiosis de ternura, tal vez sobre el alazán que lo acompañó en sus aventuras. Nos regala en una sinfonía de décimas y pasos armoniosos, un excelso homenaje al caballo peruano de paso, símbolo de la peruanidad. El libro constituye página a página un vademécum, un exquisito manual para trotar con arte y amor en las alas divinas de un noble y peruanísimo caballo de paso.

Nuestro suelo, en su relieve,
con los Chalanes andinos
fue creando en sus caminos
el paso que ahora conmueve.

Su fama así se promueve:
en la Costa y en la Sierra
levanta polvo de tierra...

¡que es polvo de oro y prestigio,
tal que, en verdad, es prodigio...!

¡Lo jura Bazán Becerra!

Verso a verso, el poeta nos ilustra sobre el mundo poco conocido del caballo de paso peruano, nos demuestra porqué es considerado patrimonio cultural del Perú, nos pinta en colores agradables múltiples imágenes del caballo que es único en su género por su composición anatómica y peculiar. Su métrica y rima engalanan por doquier a uno de los mejores caballos de silla del mundo. El poeta destaca el andar suave, arrogancia, elegancia y temperamento estable del corcel. Los versos van y vienen en un vaivén armónico como lo hace el caballo con su caminar a cuatro tiempos produciendo un sonido particular. Guillermo Bazán lo sabe, lo conoce, lo ha vivido en su niñez, en su juventud; su vida y su tonalli lo ha vinculado a este hermoso y noble aminal y se pregunta:

¿Qué diferencia encontramos
en el nombre de este equino,
sea o no cajamarquino?

Unos y otros opinamos.

Todos ellos afirmamos
que es el "de paso peruano"

-sea alazán o sea ruano-,
o es el "peruano de paso".

¡Un Pisco sour en mi vaso,
al mejor de Paso llano!

Señalan los historiadores que hace quinientos años, llegaron a estos lares en trote marcial los antecesores de nuestros actuales caballos, traían en su lomo a los conquistadores, y como producto de un proceso genético-social se fusionaron con lo nuestro, con lo propio, con lo andino. Su crianza y paciencia originó una nueva raza producto de la selección, cruce y tipificación. Entre versos y poemas el libro nos traslada a esa historia y nos permite conocer cómo los caballos se adecuaron a las diferentes condiciones geográficas y climatológicas. Admirable manera de escribir y transmitir en versos un mensaje en rojo y blanco: el caballo peruano de paso ha vencido desafíos geográficos, como el de los arenales de la costa, el abrupto terreno de los valles e incluso las alturas. Las décimas de Guillermo Bazán son un homenaje a ese corcel berebere, a esa plasticidad y dinamismo que muestra ahora el caballo peruano. Leer este libro es adentrarse en los secretos de la crianza, preparación y exhibición. Sin duda, un curso acelerado de entrenamiento de caballos de paso a ritmo y sonoridad de unas décimas bien peruanas.

El paratipo depende
del modo cómo se cría,
su alimento cada día
y en el ambiente en que aprende.

Quien conocer bien pretende
del caballo y su crianza
tiene que hacer remembranza
de estos conceptos precisos.

¡Cuidado con los omisos!

El que se duerme no alcanza.

Pero, ¿Qué motiva a un poeta, escritor, ensayista, músico, pintor, etc., a escribir poemas sobre caballos de paso y en décimas? ¿qué ideas y sentimientos se guardan en el neocórtex de Guillermo Bazán? la respuesta es contundente ¡Identidad! Si señores, ¡Identidad! Recuperar la identidad, el amor a lo nuestro, fusionar en un abrazo poético a nuestras tradiciones y a nuestra propia historia familiar, revivir aquello que nos llenó de alegría, que formó nuestro carácter, que nutrió nuestros huesos. Sin duda es una forma de ser y estar en el mundo, darle mérito a lo bueno, a lo bello, a lo rítmico, a lo excelso, porque es el arte que nos permite estar vivos y ser mejores personas.

Nuestro Caballo de Paso
es el mejor que hay de silla...

¡yo le ofrendo mi cartilla
y sin límites lo abrazo!

Brindemos por él un vaso
con el buen pisco peruano
y con su historia en la mano,
haciéndola repetible
pues no es riqueza fungible
que se le esfume al hermano.

Guillermo Bazán, poeta de altura, sigue cabalgando sobre sueños y recuerdos, rebuscando en su pasado las añoranzas de una vida prestada, el percherón de su juventud aún lo traslada por caminos familiares, rutas agrestes e ignotas, absorbiendo la nostalgia de las zarzamoras, el aroma de las chancuas, chapoteando bajo la lluvia de inviernos interminables; entonces los silbidos del viento en complicidad con las ramas de algún abuelo árbol, activan su creatividad y las décimas vuelven a cubrirlo de palabras musicales como un poncho blanco y rojo que flamea en el horizonte.

Reviviendo esta experiencia
que con décimas remato
espero que en cualquier rato
pongan a prueba mi herencia.

Cabalgando en mi querencia
recorrí caminos largos,
a veces llevando encargos
o cumpliendo otras faenas,
horas felices o penas
que hoy son recuerdos letargos.

El poeta no se apea del caballo, en realidad nunca se ha bajado, se ha mantenido sobre el lomo de su infancia como unificado en su historia. Luego de la lectura de estas trescientas décimas, lo observo de reojo, él hace un alto en su caminar, me saluda sombrero en mano sin soltar las riendas del equino, en su sonrisa están todas las primaveras de su terruño. Ahora se aleja con trote lento y elegante, se pierde en la espesura de sus sueños. Chalán y trotón, poeta y caballo, hombre y corcel son uno mismo: un tonalli. Una sola silueta en la intensa blancura de nuestra alma en paz.

César Mejía Lozano Poeta y escritor peruano

 Cajamarca, 27 de noviembre 2021.

Presentación del libro El Caballo Peruano de Paso Clic para ver el vídeo

 

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