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Cajamarca, 24 de Diciembre del 2010
Ricardo Cabanillas Aguilar (1958); Nació en un puerto azul (Pacasmayo), pero su ascendencia es de la zona de San Pablo, parte baja de San Luis, Caserío de Las Paltas, donde el poeta vivió los primeros años de su infancia. Allí, se nutrió del aroma del paisaje de la zona Yunga, el río Puclush, los sauces, los peces, los mangos y los pajarillos que ornamentalizan el paisaje lugareño, donde además se alza el gran Apu “Pilcay”, en cuyos lomos antiguamente los cóndores hacían sus nidales.
Sus primeros estudios los realizó en San Juan de Llallán, un pueblito rural, lleno de calor humano, cuyas callejas de barro y noches de luna, le inspiraron a escribir “La Casita Teja Roja” y “Fábulas del Arco iris”, dos hermosos poemarios que ha merecido el reconocimiento de la crítica literaria. Estudió secundaria en Pacasmayo. Allí, se impregnó de los atardeceres y de los peces y de las gaviotas. Pacasmayo es un hermoso puerto azul, con sus balnearios: El milagro, Santa Elena, Poémape. La fusión del ambiente rural, andino con la espuma blanquiazul del mar, ha permitido que la obra de Cabanillas abriera un privilegiado espacio en la conectividad urbano-rural necesaria para entender la interculturalidad en el arte y la educación. |
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Su vocación de maestro lo llevó a estudiar en la Universidad Nacional de Cajamarca, donde se graduó de Licenciado en la especialidad de Lenguaje y Literatura. Allí conoció a los poetas Manuel Ibáñez Rosazza y Luzmán Salas Salas, quienes fueron sus maestros en el arte de los poetas. “Manuel Ibáñez forjó mi vena poética y Luzmán Salas, mi visión crítica del arte”-dice Ricardo Cabanillas con gratitud.
Es un intelectual trashumante y polifacético, cuya producción viene siendo rescatada y difundida por la crítica especializada local, nacional e internacional. En 1997 escribe su primera obra de teatro “El silencio de Gmoch” que fue estrenada en Cajamarca y difundida en Lima por el Grupo “Los Grillos”, conducido por Sara Joffré.
Dirigió durante diez años (1981-1990) el Teatro universitario (Taller de Arte Dramático “Ollanta” de la universidad Nacional de Cajamarca. Durante esa época estrenó sus obras “Rituales”, “Balada del Poeta” y “Miguel de Octubre”. Con estas obras logró el reconocimiento unánime a su cimentado estilo dramatúrgico, a nivel local y Nacional. La madurez de su pluma se manifestó con la obra “Los espacios se encuentran solos”. una propuesta experimental que fue presentada en la VII Muestra Nacional de Teatro universitario, realizada en Huánuco (1991). A partir de allí, se retiró de la dirección teatral y experimentó en el género de las Cantatas: “La danza del el viento” (1991) en homenaje a Manuel Ibáñez Rosazza. Y “Latidos en el Tiempo” (Homenaje al colegio Juan XXII. de Cajamarca). Posteriormente adaptó al teatro, la novela “Rondo” (1998), del padre Miguel Garnett.
En cuanto a sus lauros señalaremos que en 1991 obtuvo el reconocimiento de la Biblioteca Nacional, por la publicación de “La casita Teja Roja”. En 1998, obtuvo el premio nacional de poesía, “juegos Florales César Vallejo” con el poemario “Canto rodado desde la cima del trueno”. En 1994, obtuvo el premio regional de poesía “Estrella Arroyo de Guedez”. En el año 2000 obtuvo el premio de narrativa “Mariano Iberico Rodríguez”. También Ricardo Cabanillas ha incursionado en la composición musical. Obtuvo dos galardones “Clarín de Plata” con las composiciones “Un día de noviembre” y “Mi país”. Además ha experimentado en la producción de cortometrajes (cine-vídeo), uno de los cuales (“La espera tiene un nombre”) se hizo acreedor el reconocimiento especial en Loja (Ecuador) en el año 2000.
En el año 2000 obtuvo el grado de Maestro en Ciencias y en el año 2009, el grado de Doctor en Educación. Hoy en día, en mérito a sus lauros intelectuales y artísticos es un reconocido académico dentro y fuera de la región. Durante los últimos años ha participado en la conducción del Proyecto Educativo Regional de Cajamarca. En el año 2008, fue invitado a Venezuela a dictar un ciclo de conferencias académicas sobre “desarrollo de competencias para el desarrollo organizacional del siglo XXI”.
En diciembre de 2010 fue invitado a Ciudad de México D.F. a sustentar conjuntamente con Iván León , un trabajo de investigación titulado “Claves para la construcción de una Pedagogía intercultural”.
Ricardo Cabanillas Aguilar, actualmente es docente de la sección de Maestría y Doctorado de la Escuela de Post Grado y de la de la Facultad de Educación de la Universidad Nacional de Cajamarca.
RICARDO CABANILLAS –MÉXICO 2010
KUNTUR WASI
(En la noche pagana, una luciérnaga
alumbra la memoria de los faunos
con una voz, una canción, una utopía).
De pronto abrí mis ojos junto a tu piedra arcana,
a plenitud orlada por la Luna.
Silencio.
Los gentiles se levantan con sus ecos de arena.
Aleteo, murmullo, caricia, ventisca,
un Wayno brilla en el corazón de las chaquiras
y las mágicas icllas anuncian
el paso del cóndor con sus cósmicas alas.
Oh, Kuntur Wasi,
Gran Vigía de San Pablo,
Centinela de los sueños geométricos y redondos.
Aquí, hace dos milenios,
la sombra de los Culles
hablaba con las piedras y relámpagos,
mientras los dioses escalaban tus montañas
con el Sol en la piel y la Luna a cuestas,
para despertar la lluvia y liberar el rayo,
tallando la vida,
el maíz, la utopía y el perfil del amor.
Oh, Kuntur Wasi,
Cóndor indómito, protector de los hombres
gemido de luz que abres mi pecho
a Chilete, San Pablo, Cuismango y Pilcay.
Guerrero del tiempo que los dioses legaron
a mi raza de bronce, a mi aliento profundo
un misterio rimado, un latido de viento.
Oh, Kuntur Wasi,
aquí se quedan rodados mis ojos
mi palabra azorada, mi sandalia de fiesta
cuando te contemplo
y te guardo eterno, eterno...
RICARDO CABANILLAS
EXHORTO A LA PALABRA AUSENTE
I
Al principio
lo acústico no era concebido
en la nebulosa mental del equilibrio.
No era liberado aún
el cromosoma lingüístico
de su matriz pensante.
Solos
andábamos como un árbol
aferrado en tamaña boca de la noche.
Solos
como trinos inmutables
de silencios en las ramas.
Solos
como atalaya de lunas
abolidas por la sombra.
Levemente
(0h, sí, levemente…)
la imagen insomne del sonido
dormía suspirando eternidad.
Ah, indomable eternidad,
la lengua atada a la pena
de la mudez de no decir nada.
Éramos
(¿cómo éramos, entonces, cómo éramos?)
árboles sin habla,
el rostro penetrante de lo inmóvil,
más que un viento enlutado
en nuestra hojas yertas,
más que espejos de verdes atavíos
llagados por la noche…
…Solamente,
así de pronto,
aletearon pájaros de luz.
Crujió la oscuridad
(oh, súbito espasmo de lo oculto)
abriendo sus ventanas
al espíritu axial de lo audible.
Y en el labio, así de pronto,
un gemido se hizo beso,
tornóse verbo,
mostróse aliento,
viva palabra
y poesía.
IV
Porque la palabra
no nació para el silencio,
no para testificar su desencanto
en el huraño rincón del egoísmo;
y aún en el rudo infortunio
del beso extraviado en la sombra
es el rostro del espíritu
habitado por la luz.
Porque la palabra
no nació para el silencio.
Pues el trino de la lengua
estremece la rama más torpe e inútil,
la torna activa,
la muestra vida,
humanamente árbol,
sensiblemente bronce.
Porque la palabra
no nació para el silencio,
no para ser cómplice del miedo
contra el dicterio
que humedece el alma;
y es bálsamo también
para el oído penitente
cuya ansia se extingue
cribando la noche
voces luzalbas, yelmo y vida,
delfínica poesía,
ecos,
sonajas,
tropel,
incendio.
¡Oh, palabra violeta!
IX
Sólo falta en el diccionario
una exacta palabra,
aquella sólo concebida
por los pájaros y los poetas
cuando cantan como si fueran
unitarios trinos del mañana.
Una palabra
para liberar al amor prisionero
en la rama de una noche umbrosa,
condicionado a la espera
de un labio que glose su código arcano.
Una palabra
para el hambre que rueda
privándonos del habla en las calles
y se sostiene a dura voz
bajo las aguas de los párpados calientes.
Roja su ira detenida en el estómago
y su niebla como un ansia
en los caminos que se escapan
hacia las altas montañas.
Oh, ignota palabra,
ósmosis de vida,
gota de rocío que incendia al océano,
quién pudiera saber tu oculto nombre
para convertir al mundo
en árbol de humana sombra…
DESDE ALGÚN LUGAR DELMUNDO
(Ay, Señora,
cantaré para usted un San Juanito
para que regrese pronto mi Juanito)
Agitando su ausencia de siglos en la Sala de Espera
llega con su acento caribeño, el último guerrero
que dejó su corazón en esta tierra.
Canta una voz en la frontera del otoño:
“Ay, Señora, por favor hágame usted un milagrito
para que regrese pronto mi Juanito”.
Qué relámpago perfecto brilla en su alma
cuando la tarde aprieta los recuerdos infantiles.
“Ay, Señora, por favor présteme usted su escobita
para barrer de mi alma esta penita”.
Diciembre, me ha devuelto al hermano,
por quien la luna, en las noches, una trova repetía:
“Ay, Señora, cuídalo por favor,
mi Juanito es sólo un soñador.
Ay, Señora, cuídalo por su bien
como cuidas al niño de Belén”.
Es cierto.
Ha vuelto después de infinitos calendarios,
exilios y lides aún sin nombre,
vencedor de las hambrunas,
sin caer aún desnudo bajo tierra.
Entonces,
canta otra vez la voz del otoño:
“Desde algún lugar del mundo
ha vuelto el ausente.
para apretarlo ahora entre mis manos
con toda su epopeya, con toda su canción,
con toda su sombra repleta de luz”.
MELODÍA DEL VERSO BREVE
Ha caído el verso
bajo la sombra herida.
Casi maduro,
tal vez acero.
¿No es acero el viento
cuando flamea en la pluma?
¿No es suspiro el eco
cuando desgarra a la luna?
Ha caído el labio
bajo el pretil del sueño.
Casi dormido
tal vez eterno.
El corazón, un trueno
recogido, llueve.
Una canción sin jinete
en el alma leve.
Ha caído la noche
con su pestaña de olvido.
También cayó el silencio
junto al último trino.
La luna se fue cantando
con sus luciérnagas breves.
Se fue llevando al verso
en su mortaja de nieve.
RICARDO CABANILLAS
LAS TRENZAS DE LA LUNA
Me enamoré
de las trenzas de la luna.
Oh, la colina
que la esconde de mis ojos.
Aquí,
con mi poncho y mi antara
enjuago el pan de mi nostalgia.
Soledad.
Silba la noche a las estrellas.
Soledad.
Hierro y silencio
en boca de los grillos.
Me enamoré -repito-,
de las trenzas de la luna.
Y estoy danzando
-¡con mis peces de plata...!-
en fúlgido romance con la luna.
EL ARBOL Y LA NIEBLA
Escribían
la saga infinita del viento,
sin miedo al búho
ni a la lengua
del rocío mañanero.
Hilaban
nidos de almíbar
en madeja de lana,
una luna, una piedra,
un árbol, una sombra.
Amábanse
-fuego y trino-
en ramaje de espadas verdes
como dos lunas encontradas
en la sombra del trigal.
Iba ella
vestida de nácar
a jugar con el roble,
en cuyo músculo
un corazón flechado
disparaba al cielo los besos.
Un día
se perdió la madeja de lana;
la niebla quedóse sin roble,
el roble se quedó sin espada
y la luna sin sombra
y la piedra si agua.
Solo una paloma
aleteó en el trigal...
RICARDO CABANILLAS
LA LUNA Y EL RONDERO
La luna verde
junto a la nube
hizo un nido
y se durmió.
Un roncerito
con su antara
¡ay!, noche ciega
la despertó.
La luna blanca
juega que juega
con un rayito
fugaz lo hirió.
El roncerito
busca que busca
en el caminos
¡ay! se perdió.
Muda la luna,
lámpara sola,
eco en la sombra,
¡ay!, estalló.
La luna llena
¡ay!, suspiraba;
pero el rondero
ya no volvió.
CAMINO DE SAN PABLO
(Dedicado a la tierra donde brota el aguardiente
Como una fontana de miel)
He vuelto
a escalar con estos versos
el lomo del Pilcay y San Bernardo.
Hasta la cima del Kuntur Wasi
a recoger los ecos de mi raza,
con el rumor azul del viento galopando en la hierba,
y el relámpago inmóvil consagrado en la piedra.
Aquí, en San Pablo
el saludo es la bandera que aún flamea en el espíritu.
y el cogollo de la caña,
está escrito en cada labio de sus gentes.
Trigales que alfombran la comarca milenaria,
Arvejales que ondean las pampas de Cardón,
Capellanía, Jancos , La conga y San Gal.
Aquí la vida es más vida a la luz del horizonte
Aquí la luz es más luz en un cantar breve y profundo.
Aquí en San Pablo,
el viento espolonea nuestro pecho
cuando las gentes escriben su historia,
a vivo pulmón, músculo y fuego,
porque sus voces también son claros versos
que se encienden con la luz de los luceros.
RICARDO CABANILLAS
“La Casita Teja Roja” (1991, 2009), manojo de poemas, destinados según el noble propósito del autor a los pequeños y grandes niños, constituye acaso una obra abierta, exenta de sortilegios lingüísticos, cuya lectura denota fina ternura y hondo calor humano –rasgos taxativos de las excelencias de la obra-. que tipifican el universo infantil andino.
Un nuevo hogar en “La casita teja roja” –subraya el Dr. Luzmán Salas-, encontró la poesía infantil. En nombre de la APLIJ, Filial Cajamarca, la saludamos y estaremos siempre visitándola. Que sus puertas permanezcan abiertas a la creación de su autor y que su encanto siga cautivando la ilusión de los niños.
ARBOLITO
Arbolito
solitario,
guardas siempre
mi camino.
A tu sombra
se escribe
el trigal
de mi destino.
Cuántos besos
das al viento,
Cuánto aroma
a su voz.
Arbolito
En mi cuaderno
Hoy pinté
Tu corazón
RICARDO CABANILLAS
(De “La Casita teja Roja”)
DOÑA LUNA Y LA NUBE
Doña Luna se ha escondido
en la casa de una nube.
Buscando un hilito de oro
en la nube se ha perdido.
¿Podrás dejarla libre
oh, nube carcelera?
¿Podré con mi aliento
decirle que no muera?
No quiero jugar ahora
hasta ver la Luna nueva.
Luceritos de la noche,
roguemos juntos por ella…
RICARDO CABANILLAS
(De “La Casita teja Roja”)
DOS PAJARITOS
Dos pajaritos
pintaron un nido
entre las ramas
de mi arbolito.
Son mis amigos
los pajaritos,
cuando estoy triste
cantan conmigo.
Rezan al cielo
por los niñitos,
duermen muy juntos
pico a piquito.
Por eso siempre
cada mañana
yo les invito
mi mermelada.
RICARDO CABANILLAS
(De “La Casita teja Roja”)
LOS CANTORES
Doña Tukita
en el naranjo,
con su guitarra
un triste
cantaba.
Y Don Tukito
en su pañuelo,
una penita
¡ay! suspiraba.
Qué nochecita
de cantorcitos,
entre luciérnagas
de verde fuego.
Qué parejita
¡ay! tan bonita:
ella un canto,
él una pena.
RICARDO CABANILLAS
(De “La Casita teja Roja”)
EL CHASQUERO
Se llevó un chasco
el rojo chasquero.
Volando en la fuente
sus alitas se perdieron.
Yo curé
su dolor pasajero
y le enseñé
a ser buen viajero.
Volando se fue
con sus alas de viento.
Mas quedóse para siempre
de mis ojos prisionero.
RICARDO CABANILLAS
(De “La Casita teja Roja”)
ABEJITA HILANDERA
Abejita hilandera,
la más linda solterita.
Cuidado que el agua moje
la miel de tus alas primas.
Y se rompa tu mandolina
y se hiera tun corazón
Y la tarde amarilla
¡ay! suspire sin tu flor.
RICARDO CABANILLAS
(De “La Casita teja Roja”)
MARIPOSA AMARILLA
Mariposa
amarilla,
abanico
de mi hogar.
Vuela siempre
en mi cielo
con tu amor
primaveral.
Mariposa
amarilla,
tu trompilla
es una flor.
En tus alas
hay mil vuelos
y en tu vuelo
un girasol.
RICARDO CABANILLAS
(De “La Casita teja Roja”)
PAJARITOS SOÑADORES
Pajaritos soñadores
que en mi alma hicieron nido,
ya no tengo vuestras alas
que rielaban mi camino.
Siempre miro el arbolito
que planté cuando era niño,
sólo el viento aletea
en la rama del membrillo.
Ah, la rama sin el nido
y el nido sin ceniza,
la ceniza sin aroma
en la tarde enmudecida.
Pajaritos soñadores
que pintaban mi destino,
se han marchado con mis sueños
a las ramas del olvido.
RICARDO CABANILLAS
(De “La Casita teja Roja”)
FÁBULAS DEL ARCO IRIS
“Fábulas del Arco iris” (1993, 2009), es una sugestiva muestra de poemas infantiles que remite nuestra imaginación al fabuloso universo rural andino, con la misma magia y fina ternura que plasmara en su poemario inaugural “La casita Teja Roja” (1991).
RONDERITA
Ronderita
agüita de amor
cuida siempre
en tu corazón
Tu oveja
de blanco vellón ,
tus pasitos
olor a fogón
Una estrella
por ti recogí
en mi alforja
color alhelí.
Ronderia
ojos de miel
¡ay! que dura
la vida de hiel.
RICARDO CABANILLAS
(De: “Fábulas del Arco Iris”)
LA LUNA Y EL RONDERO
La luna verde
junto a la nube
hizo un nido
y se durmió.
Un ronderito
con su antara
¡ay! , noche ciega
la despertó.
La luna blanca
juega que juega
con un rayito
fugaz lo hirió
El ronderito
busca que busca
en el camino
¡Ay!, se perdió.
Muda la luna ,
lámpara sola ,
eco en la sombra ,
¡Ay! estalló.
La luna llena
¡ay! suspiraba
pero el rondero
ya no volvió.
RICARDO CABANILLAS
(De: “Fábulas del Arco Iris”)
DOÑA NIEBLA
Doña Niebla en la quebrada
perdió su alforja de lana.
Hace dos lunas la busca
a tropezones, en la hoyada.
Ofrece de recompensa
un copo de espuma helada.
Servido en hoja de higuera
con nieve de cremolada.
Suspirando en aquel árbol
está la niebla solita.
Sólo una luciérnaga alumbra
su velo de señorita.
RICARDO CABANILLAS
(De: “Fábulas del Arco Iris”)
DUENDECITOS
Duendecitos de la noche
no me vayan asustar;
con mi alforja ronderita
cruzaré el camino real.
Ya pasé los higuerones,
ya crucé frías hoyadas;
las luciérnagas se peinan
con la luna en la quebrada.
¡Buenas noches, duendecitos,
gentecitas tan sencillas!
¿Qué bonitas campanitas
y linternas amarillas!
Duendecitos de la noche,
ya me tengo que marchar.
Hoy les dejo este quesito
y un ramito de azahar.
RICARDO CABANILLAS
(De: “Fábulas del Arco Iris”)
AY, RONDERITO
Ay, Ronderito
ven a la ronda
pues esta noche
van a robar
tus cuatro reales,
tu corderita,
cuatro abigeos
de este lugar.
El Canshaluc,
el Ayapuma,
el Pacha zorro
dicen, son tres.
¿Quién será cuatro?
Ay, ronderito,
¿un duende rojo
de mal querer?
Ay, Ronderito
pide a la luna
su farolito
para rondar,
contra el Maligno,
contra los duendes
que tu querencia
quieren llevar.
Ay, Ronderito
quema tus miedos,
rasga la noche,
peina el sol.
Pues cuando crezcas
ay, rondarás
el caminito
blanco de Dios…
RICARDO CABANILLAS
(De: “Fábulas del Arco Iris”)
PASAN LOS MUSICOS
En la noche de San Juan
se oye un bombo socarrón,
son los músicos que pasan
a encender un corazón.
Canta un grillo en la torre
consolando al Sacristán;
la morena virgen llora
refugiada en su altar.
Con la luna van pasando
los redobles junto a mí,
tienen algo de tristeza
sus kepís de alhelí.
Presuroso voy tras ellos,
no los puedo alcanzar;
esperando está la virgen
quien la pueda consolar.
Cuando llegan a la ermita
con sus bronces se agigantan,
la tristeza se convierte
en rocío de las flautas.
Campanitas llueve el cielo,
farolitos y guirnaldas,
cuando canta mi Señora
con los músicos que pasan.
ya se marchan a otro pueblo
en comparsa de luceros,
soy pequeño todavía
y no puedo ir con ellos.
Van perdiéndose en la luna
por el gran camino real,
van llenando la tristeza
en su cuna de metal…
RICARDO CABANILLAS
(De: “Fábulas del Arco Iris”)
VIVAN LOS PAYASOS
Rondinela que aletea;
muchos niños en la plaza
esperando a los payasos
y gitanos en comparsa.
Van llegando los payasos
con sus risas y fanfarrias;
saltimbanquis de colores,
arlequines sin espadas.
“Camotín” es el mayor;
“Rocotito”, cabriolea;
y una triste niña dice:
-¡Acabad con las tristezas!
¡Ah, cuán pobre es mi pueblito
con sus ayes silenciados
por el hambre y la miseria!
Sólo hay niños apenados.
Los payasos ya no ríen
con sus bombos y guitarras,
los payasos sólo lloran
con sus almas destrozadas.
Pero un niño se levanta,
haraposo y desgarbado,
y con voz de viento grita:
-¡Vivan, vivan los payasos!
Los payasos se agigantan
con su sangre de gitanos;
todos juegan, todos ríen:
-¡Vivan, vivan los payasos!
En la tarde de un otoño
los payasos han pasado
por el pueblo de mi tierra
y mi alma se han llevado…
RICARDO CABANILLAS
(De: “Fábulas del Arco Iris”)
FAROLITOS
(Dedicado a Manuel Ibáñez Rosazza)
Con la lumbre del dolor,
¡farolitos!,
se rayaron mis cuadernos
¡farilitos!.
¡Ay!, si esas noches,
en comparsa, mi corazón
se vistió con vuestra luz.
Yo tejí
una estrella de cinco puntas
que peleó contra la ira
de los piratas pavos reales.
Vieran cómo se batió, cantando
con su espada de papel y caña
en la fiesta de mi pueblo.
Vieran que en la última batalla
se han quebrado para siempre
sus voces y sus alas.
Y desde entonces ya no tengo, ni siquiera
el cirio encendido en mi memoria
parpadeante.
Y ya tampoco tengo
ni la flor ni la risa
de mi rojo farol de caña.
¡Ay!, las noches en los cielos
encienden sus faroles de plata.
Farolitos,
farolitos…
RICARDO CABANILLAS
(De: “Fábulas del Arco Iris”)Ir a Presentación Ir a Libros virtuales de autores cajamarquinos Ir a Página Literaria