EN MEMORIA DE UNA RELIGIOSA QUE DEJÓ HONDA HUELLA: MADRE DISMAS

 

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 Consuelo LEZCANO RUIZ

 

Conocimos a la muy digna e inolvidable enfermera –religiosa estadounidense: madre Dismas, allá por los años 60, con ocasión de integrar el equipo de trabajo, en donde  premunida de sólidos conocimientos de administración moderna y experiencia  acumulada en  hospitales de su  país de origen, supo dirigirnos sabiamente en la febril tarea  de organizar y poner en funcionamiento los servicios  del entonces novísimo “Hospital Regional del Empleado” de la ´Blanca Ciudad´ de Arequipa-Perú.

Su porte distinguido bajo el pulcro hábito conventual, atesoraba una personalidad poseedora  de grandes cualidades éticas, intelectuales y afectivas, que le permitieron  ganarse el aprecio y reconocimiento  de todo el personal del mencionado templo de salud, en particular del personal de enfermería que tuvo el honor de compartir su amistad y laborar directamente bajo su acertada y humana dirección.

En esta religiosa, de peculiar manera de pronunciar el castellano, encontramos siempre  un alma sensible, que sin apartarse de las normas de rectitud y disciplina, sabía ser justa, humana y comprensible, siempre presta a encontrar oportunas  soluciones a nuestras inquietudes de efervescencia juvenil,resolviendo nuestras dudas, temores e inseguridades.Jamás recibimos  de ella un gesto displicente, autoritario o discriminativo.Su corazón, pleno de auténtico  amor cristiano,  se solazaba con nuestros aciertos y deseos de superación profesional.

En ocasiones, cuando almas innobles lanzaban sus dardos envenenados sobre algunas de sus   “ nurses” como solía referirse a nosotras,  ella, conocedora de la verdad de los hechos, muy  firme y serena salía al frente con un  rotundo: “!No es derecho que usted habla así!. Y era suficiente para dejar las cosas en claro y pedir a su eficiente y leal secretaria. Señorita Teresa Salcedo Barrionuevo, que elabore el informe en estricta concordancia con la realidad del asunto abordado.

Por diversas rutas, el destino condujo a nuestras vidas, por lo que  muchas de las que laboramos  en la siempre recordad y amada ciudad de Arequipa, dejamos de ver a madre Dismas y a sus bondadosas hermanas de congregación: Vianney,  Jobita y Jeanisse; pero, la honda huella que esta gran religiosa dejó en nuestras mentes y corazones, fue siempre un acicate en el desempeño de nuestras funciones.

Conocedoras de  su partida al más allá, un dos de abril del presente año en humilde y puntual obediencia a su Creador; una lágrima silente enluta nuestras almas y, rendimos el más justo homenaje póstumo a la trayectoria profesional y personal de tan noble e ilustre religiosa, paradigma de enfermera cristina.

En la paz gloria eterna, madre Dismas descansa, en tanto nuestros corazones, con el crespón negro latiendo su ausencia, honramos su memoria emulando sus saberes, sus dones, su amistad y el sello perenne de su recuerdo.

            Que el cielo acoja en el paraíso a madre Dimas.

 

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