REMEMBRANZA A FERNANDO SERVAN ROCHA
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Cajamarca, 02 de noviembre de 2011
“Fernando
Serván se ha ido, en la danza, en la danza espectacular de un adiós repentino.
Su corazón festivo se ha parado a la hora donde el crepúsculo se enciende y
muere el día. Se ha ido con el día y nos ha dejado una danza de lágrimas rotas,
deshechas, locas, en un taquirari que nos acaba de cantar. Se ha ido Fernando
sin avisarnos. Sin decirnos qué vestuario íbamos a usar a la hora de su muerte.
Si era negro el color de nuestras faldas o el rojo vivo como su sangre
hirviente. Y los pantalones, si llevan maichiles o simplemente eran rayados,
como los días de entrenamiento. Cuál era el color que íbamos a poner en nuestros
ojos y qué tono le debíamos poner a nuestras lágrimas. Cómo vestir a nuestro
corazón, de luto?, de luto recio?, porque se ha ido, para no volver? O volverá
en las tardes, a la hora del ensayo, para arengarnos a bailar con el alma bien
puesta en los pies, en las manos, en el cuerpo entero. Fernando, aún recuerdo
sembramos la semilla de la danza, allá en los ochenta, con el Edgar Meza, ¿te
acuerdas? Te dijo, guarda esa semilla, para que la siembres en todos los
rincones, para que la dances en todos los momentos, para que la ubiques debajo
de tu almohada, donde se guardan las mejores semillas, las semillas de los
sueños, para resucitar en los escenarios más recónditos de la región de
Cajamarca. Guardaste, bien guardaditas tus semillas; las esparciste por todo
Cajamarca. Sembrador de alegría, investigador de lo nuestro. ¿Por qué te
cansaste Maestro?, ¿por qué te fuiste sin anunciar tu partida? Hoy suena el
clarín más triste que nunca en Cajamarca. Hoy el clarín de Cajamarca escribe tu
nombre en todas las cosas, en todos los parques, en los coliseos, en los
colegios del campo y la ciudad. Tu nombre queda escrito en mi corazón, y en el
mío, y en el mío, y en el mío…. Pero no nos dimos cuenta hasta hoy, que te ibas
para no volver.; y que te acostumbraste en esta tierra, como un loco enamorado
de sus edificaciones de cal y canto, del arroz y de su danza, de la shilica, de
los gavilanes, de las danzas de las otras regiones del país, pero sobre todo de
las danzas de esta tierra. Que las escribiste en un libro propio que nadie se
atrevió a editar. Tal vez ahora que te has ido para no volver, alguien edite tu
libro, que debió ver la luz hace mucho tiempo. Tus hijitas editarán tu historia,
yo sé que lo harán junto a la compañera fiel que supo comprender con humildad,
tu genialidad de gigante. No has dejado, sin decir que nos dejabas la herencia
preciosa de tu paso. Ahora te veo bailar con ese paso elegante y seguro. Con ese
paso que no exageraba el rumor de los vientos. Veo tu poncho batir alas, en esa
marinera genial como la interpretabas, con tu paso de marinera, tu poncho de
San Miguel. Los chunchos de Cajamarca te danzaran hoy su alegría y también su
triste llanto, con ese aguardiente que quema el sentido común y que abre las
puertas del alma. Te acuerdas, ¿entonces te acuerdas nuestro querido Flaco
Serván? Te quedaste a cargo del grupo y nadie, nadie pudo haberlo hecho mejor
que tú. Tú solito celebrabas los aniversarios, te ingeniabas para los diplomas.
No sé, no me acuerdo, pero un homenaje a lo grande nunca, creo que nunca te lo
hemos hecho. Qué somos, que ingratos. A esta hora suprema, qué no quisiéramos
hacerte. Tu historia personal cambió con las danzas. Tu vida se hizo danza y
construirte una basta red de danzantes a lo largo y ancho de este territorio.
Nadie sabe que fui yo que te metió en esta danza. Y me alegra y me apena, porque
no sé si contribuí a cambiar el rumbo maravilloso de tu historia. Fernando
Serván Rocha, qué nos has hecho para quererte tanto. Qué bebiste para hacer de
tus pies una eterna danza compartida con miles, miles de jóvenes que danzan hoy
al compás de la vida, que se ganan la vida danzando, que van por aquí, por allá
difundiendo los hablares del Perú. Ojalá por lo menos alguna calle lleve nombre.
Ojalá reconozcan en ti a su Maestro. Ojalá que nuestra historia escriba tu
nombre en sus páginas. Ojalá que los niñitos de aquí aprendan de la alegría de
tus danzas a decirte papá, ¿quieres bailar para mí? Fernandino, junto a ti
descansa a esta tu tierra a la que tanto amaste. Siente a sus entrañas recibir
tus sueños, y sus alegrías, tus penas, tus innumerables danzas. Esta tierra te
acoje junto a Manuel Ibáñez, al Pepe Zaldívar, al Pato Ravines, al Julio Hoyos,
al Pepe Tejada, al Vigo Ambulódigue. Tu nombre ya es una leyenda para los niños,
para los jóvenes, para sus padres de hoy, de mañana y de siempre. Tu nombre,
flaquito, ninguna pared, ningún corazón cajacho dejará de escribirla por
siempre, jamás”
Socorro Barrantes