J. EDILBERTO De CÁRDENAS SHEEN, UN PATRICIO CAJABAMBINO

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Por: Luis Gerardo De Cardenas Falcón .

 La Hacienda Hualanga

 

Después de varios días de intensa lluvia, ese 15 de diciembre, amaneció con cielo límpido, despejado y sin asomo de nubes en el horizonte de la Hacienda Hualanga, a 12 km de la ciudad de Cajabamba.

 

En la nueva Casa Hacienda o “Casa Nueva”, don Genaro de Cárdenas Alegría, se había levantado temprano para revisar si todo lo previsto para el viaje a la ciudad se había cumplido. La familia deseaba pasar la Navidad y Año nuevo con la familia con sus suegros, don Tomás Jaime Sheen Escuza y doña Juana Gálvez, quienes  poseían una amplia mansión heredada de su padre Sir  William Sheen, acomodado empresario, dueño de la hacienda Tambería en el valle de Condebamba, Cajabamba y procedente de Dublín, Irlanda.

 

Su primera preocupación, fueron los caballos, un canelo oscuro para él, una yegua mora, para su esposa, doña Rosa Sheen, en gestación avanzada. Dos caballos pequeños, muy mansos, uno para su hijo Fernando, de cinco años de edad, la otra, una yegua chiquita, de color bayo para Teófila, el ama que llevaría en brazos a Rosita, que recién cumplía los tres años de vida. Revisados los caballos, se dedicó a examinar los arreos de la caballería: monturas, caronas, frenos y bozales. Además, las mulas que los arrieros llevarían con el bagaje de la  familia. No podían faltar las aves, el chanchito, los cabritos y los cuyes amén de harina y menestras para no ocasionar “mayores gastos a sus suegros”

 

Las celebraciones de Navidad fueron como en años anteriores. Misa del Gallo, en la Iglesia Matriz, cena con chocolate espeso, panes dulces, empanadas, “molletes” y biscochuelos. En el “Cuarto de oraciones”, habían confeccionado con cajones, crudos y “salvaje” el nacimiento. El lugar principal lo ocupaba el Pesebre, (San José, la Virgen y el Niño), sobre él, una radiante estrella de cristal, llamada la “Estrella de Belén”, junto al misterio, un buey y un asno, por las sinuosidades del nacimiento ovejas de juguete, lagunas con patitos y todo ello adornado con “shayapes”   

 

En la sala de la casa, se reuniría la familia donde vendrían los saludos entre los miembros de la familia. Esta vez habían invitado a Don Felipe Santiago Salaverry, Alcalde de Cajabamba y su esposa, doña Josefina de Cárdenas Escuza, hermana del padre de don Genaro, el don Fernando dé Cárdenas Escuza.

 

Durante la primera semana de enero, en la casa materna celebraron las “Pastoras”, con cánticos alusivos al Niño Dios. Posteriormente, se inició el baile y la cena para los asistentes. Estas celebraciones las organizaron las hermanas de Rosa:  Hermancia, Antonieta y Flora Sheen Gálvez. Al iniciarse la segunda semana de enero, Rosita se sintió algo indispuesta, llamaron al Dr. don Miguel Danz López quien confirmó el próximo alumbramiento de la señora Rosa Sheen.

 

Proseguía el “veranillo” de Navidad, pues por varios días no llovía, sólo caían por las tarde leves garúas. Los días, eran  claros e iluminados, con poca nubosidad salvo pequeños estratos y nimbus alrededor del cerro “Chochoconday”[1]. Eran, como son, hermosos los atardeceres cajabambinos. Celajes llenos de colorido ante un sol declinante, casi sin nubes, un espectáculo que obligaba a muchas familias rezar el “Ángelus” frente a ese maravilloso espectáculo de luces y colores acompañados de una suave brisa del atardecer.

 

Ese viernes, 13 de enero, desde muy temprano llamaron de urgencia al Dr. Danz porque Rosita comenzó con los dolores del parto. Las contracciones se fueron intensificando, al cabo de tres horas de sufrimiento, sintió que el niño “coronaba”, listo para nacer. Era un varoncito, muy bien formado, rosado y de pelito rubio, de buen peso (61/2 libras). Habían pensado un nombre diferente al del calendario pues ese día se festejaban san Leoncio, san Gumercindo y san Herminio. Rosa había leído una novela cuyo héroe era el Rey de Kent, (Inglaterra) de nombre Edilberto (Etelbert). Consultó con su esposo y se pusieron de acuerdo en que sería llamado, José Edilberto.

 

Era el cuarto hijo de Rosa y Genaro. Después del nacimiento del mayor Fernando, vinieron mellizos, Genaro Luís y Rosita, de ellos sólo sobrevivió Rosita. La familia tendría en total nueve hijos de los cuales sobrevivieron los tres citados y Genaro y María. Los otros, Antonio, Aurelio y Eloisita morirían en su tierna infancia.

 

Al cumplir Edilberto seis meses de edad, se realizó el bautizo, no en la iglesia Matriz, sino en la casa familiar de don Tomás Jaime Sheen. Sus padrinos fueron don José Velezmoro, propietario de la hacienda Araqueda y doña María Antonieta Sheen Gálvez, preceptora titulada y hermana de Rosa. La ceremonia fue sencilla sólo padrinos y familiares. El cura párroco, don José B. Jardí, hizo una breve alocución relativa a los deberes de los padrinos en el encaminamiento cristiano del recién bautizado. Solicitó a los padres, no apartarse de la gloria de Dios, pues de Él se recibe todos los bienes en especial la salud de nuestra alma. Luego de la ceremonia se distribuyeron los capillos que eran unos dijes  de plata, obsequiados por el padrino La madrina y la familia sirvieron una cena con chocolate, butifarras de jamón, chanchito ahumado, tamales y humitas. Se bebió moderadamente vino, la hermana Florita recitó el poema “La Confesión del Cartujo”, posteriormente una parte de “La vida es sueño” de Calderón de la Barca. Para finalizar, la otra hermana, María Antonieta tocó al piano, un vals y una polka de Johann Strauss hijo.

 

La niñez de Edilberto sería agradable y apacible. Sus días los pasaba en compañía de su hermano Fernando, jugando libremente con otros niños de la hacienda, recorriendo los campos y cazando pajaritos para criarlos en casa. Debía atender ciertas obligaciones de la casa como dar de comer a las gallinas, ver si habían puesto huevos o si estaban empollando. Cuando no estaban los muchachos de la casa - hacienda, debía alimentar a los cerdos. De otro lado, su madre, como profesora que era, le enseñó las primeras letras, luego a leer y escribir con corrección y soltura, haciendo hincapié en el cálculo aritmético de gran atractivo en toda la familia Sheen. Le fue educando en los valores propios de la tradición irlandesa: el trabajo, la honradez, la veracidad y la frugalidad y sobre todo el respeto a sí mismo y a los demás. Su educación religiosa fue muy breve. Las principales oraciones, la asistencia a misa, cuando era posible y sobre todo, el temor de Dios ante un mal comportamiento.

 

Un recuerdo de esa época que le conmovió mucho, fue cuando lo mandaron a dar de comer a los chanchos que por varios días no habían comido nada, estaban  inquietos y hambrientos. En cuanto abrió la tranca, se le abalanzaron, le quitaron la comida y  trataron de acabar con él. A sus gritos acudió Teofila, el ama de Rosita, quien lo liberó de ese ataque, sufriendo heridas en la pierna y la mano izquierda. Esta experiencia y el terror que le produjo, quedaría grabada para siempre en su mente. Durante su vida adulta, mantuvo gran distancia hacia los cerdos.

 

A los ocho años, lo pusieron en la Escuela, donde su primo, el Normalista, Tomás Sheen Murga era profesor. Lo examinó detenidamente y le dijo “estás muy bien preparado en lectura y aritmética, vas a perder el tiempo en tercer año te vamos a pasar a quinto año”. Así a los once años terminaba su instrucción primaria.

 

Genaro en España y Portugal

 

Genaro de Cárdenas comenzó a recibir frecuente correspondencia de España donde le hacían saber que descendía de don Antonio María de Cárdenas y Ballesteros, Conde de Valle Humbroso, español nacido en Sevilla, quien emigró a las Indias en enero de 1809. Además, era heredero de una importante fortuna y un título nobiliario. Él podría obtener ambas cosas si viajaba a España a recibirlo. Al comienzo, no le dio importancia, creyó que era un error o una coincidencia pero ante la nutrida correspondencia y el cúmulo de documentos probatorios sobre sus ascendientes hispanos, se puso a reflexionar. ¿Debería dejar familia, hacienda y comodidades para ir a algo que era incierto? Los papeles eran convincentes, consultó con su esposa y su suegro quienes le dijeron que sería una aventura aún poco clara, pero que en última instancia, sería él quien debería tomar la decisión. Conversando con su tío Felipe Santiago Salaverry, éste le dijo: “Nada pierdes con ir, de ser verdad, tienes mucho por ganar. Anímate, incluso vendrías mucho más rico. Conocerías y sabrías cómo es Europa y dé dónde proviene tu familia, qué parientes te quedan allá, etc.”.  Genaro, decidió ir a Europa.

 

Para financiar el viaje hipotecó parte de la hacienda Hualanga y un pequeño fundo en le valle de Condebamba, llamado “San Lorenzo”. Esperaba recuperar todo cuanto se había endeudado, al momento en que cobrase la herencia española, amén del título nobiliario.

 

Genaro dejó a la familia en Cajabamba, en casa de sus suegros y partió a España. El viaje lo inició en el Callao por la ruta del Estrecho, en un vapor de la “Pacific Steam Navegation” que partió del Callao e hizo escala en: Valparaíso, Puerto Mont, Montevideo, Buenos Aires, Rio de Janeiro y Lisboa de donde se trasladó a Madrid. Se admiró de no marearse en el viaje. Vivía la ilusión de llegar a cada puerto. Le agradó mucho la gran bahía del puerto de Valparaíso y lo limpio y ordenado de Puerto Mont Le impresionó mucho el paso del Estrecho de Magallanes por ser una especie de callejón, de inmenso túnel, con grandes acantilados a cada lado. Felizmente les tocó muy buen tiempo y la travesía fue sin contratiempos. Recién al salir del Estrecho pudo dormir con tranquilidad hasta Buenos Aires. La travesía fue sin incidentes durante el cruce del “gran Charco” del Atlántico, desde Río, ciudad de gente muy alegre pero poco ordenada, hasta llegar a Lisboa.

 

En cuanto llegó a Madrid, fueron a recibirle las personas con quienes se escribía. Le ofrecieron un anillo muy costoso en señal de seriedad de lo tratado, lo cual rehusó Genaro, aceptó la compañía de la secretaria de la “Firma” una española muy “maja”. Con ella tomaron alimentos en un lugar agradable, bebieron unas copas de vino y se fueron ambos al hotel. Al despertar al día siguiente, le había sustraído todo el dinero e incluso sus gemelos y prendedores de oro que tenía. Fue al local donde estuviera el día anterior, tampoco existía habían desaparecido como por encanto. ¿Qué hacer? ¿A quien recurrir? ¿Cómo sobrevivir en un país extranjero? Le consolaba el hablar el mismo idioma, con su marcado acento cajabambino.

 

Recordaba que en la hacienda Hualanga ayudaba al hojalatero en sus trabajos de hojalatería y había aprendido el oficio. Consiguió acomodarse como asistente de un calderero madrileño, el maestro Chávez González, quien le propuso ir a Portugal, sin dudarlo mucho ambos marcharon al país lusitano. Escribió a su mamá, la señora Eloisa Alegría Moreno para que le auxiliase de esa precaria situación. La señora Eloisa se conmovió mucho, carente de medios importantes, hipotecó la otra parte de la hacienda Hualanga para remitirle dinero a su único hijo y pudiese retornar al Perú, quizá más pobre, pero con ilusiones y futuro incierto.  

 

En Lisboa, trabajando como calderero, recorría las calles de la ciudad. Se detuvo en la Rúa da Alegría creyendo que ese nombre provenía de algún personaje famoso, además apellidaba Alegría, la razón no era esa, se llamaba así por las “ Garotas Alegres“ que allí pululaban.

 

En otra ocasión al caminar por la rúa Marques do Pombal, en Lisboa, reconoció en la entrada de una hermosa mansión, con una placa y el nombre de  quien  había sido fundador de La Prensa de Lima (Pedro de Osma y Pardo) quien con el director de mismo diario (Enrique Castro O) habían visitado a la familia Sheen en Cajabamba. Tocó el timbre y lo recibió el señor de Osma. Le trató con mucha deferencia. Le dijo que debería vestirse mejor e incluso ordenó a su sastre le confeccionara un traje para él. Le puso en contacto con firmas portuguesas y convinieron que sería su agente en el Perú.

 

Con los recursos recibidos y las opciones comerciales portuguesas emprendió el viaja hacia el Callao. Durante la escala de Río Janeiro, se vio urgido de dinero y vendió un hermoso muestrario de cuchillería que le dio los medios suficientes hasta llegar al Callao. El paso por el Estrecho de Magallanes era siempre peligroso. A ambos lados del estrecho se erguían farallones negruscos cortados a pico. Pensó que un naufragio en ese lugar sería fatal como había sido el de muchos barcos que estaban en el fondo de ese mar bravío. Por más que trató en Lisboa y Porto de conseguir pasajes en los barcos que iban a cruzar el Canal de Panamá, inaugurado el 15 de agosto de 1914, no le fue posible encontrar ninguno, se resignó al retorno vía el Estrecho.

 

De regreso al Perú, del Callao fue a Trujillo con la intención de abrir una gran casa comercial de importación y exportación. Se asoció con un compañero de estudios en el Instituto Moderno de Trujillo, don Carlos Valderrama, ingeniero y músico, autor de la canción “La pampa y la Puna” entre otras  muchas composiciones. Con su socio, tomaron un amplio local y se instalaron en el Jirón Francisco Pizarro. Ese año, de 1914 se inició la Primera Guerra Mundial y para el año siguiente se había extendido por casi todo el planeta. Los pedidos y representaciones portuguesas quedaron en la nada. Hubo que deshacer la tienda y Genaro nuevamente pobre y sumido en deudas adicionales.

 

Hacienda El Carmelo

 

La familia Cárdenas Sheen en Trujillo pasaba pobreza y necesidad. No tenían recursos para atender ni siquiera sus necesidades de alimentarias. La abuela Eloisa Alegría subvenía en parte tales necesidades. Adoptó a sus nietos Fernando y Rosita, casi como hijos suyos. Genaro consiguió que otro compañero de estudios le diera en administración la hacienda El Carmelo”, en Virú, a 50 km de la ciudad de Trujillo. Allí fueron todos: Rosa, Genaro y sus hijos menores: Edilberto, Genaro y María. No la pasaban bien. Carecía de lo elemental, luz, agua potable y alimentos frescos. Genaro padre, tuvo que trabajar como labrador agrícola, utilizando las tres yuntas de bueyes de la hacienda para arar la tierra y sembrar maíz, arroz, frejol y algunas hortalizas.

 

Al poco tiempo sobrevino una epidemia de conjuntivitis que atacó a toda la familia a excepción de Edilberto quien tuvo que atender a todos sus familiares postrados en cama. Cocinaba, para todos, cambiaba la ropa a los menores Genarito y María, curaba a sus padres, veía las siembras.

Cada mes marchaba a Trujillo para dar sus exámenes en el Colegio Seminario, adquirir periódicos, entre ellos la “Industria” fundada por su pariente don Raúl Haya de Cárdenas, padre de Víctor Raúl Haya de la Torre.

Seguía con mucha atención los sucesos de la Primera Guerra Mundial. Genaro, quien conocía Europa, le agradaba hacer tertulia de sobremesa sobre los acontecimientos mundiales con su esposa y Edilberto a pesar de ser un adolescente. La familia tomó posición a favor de la “Triple Entente”  que la integraban Inglaterra, Francia y Rusia zarista, potencias que  luchaban contra la Triple Alianza: Alemania, el Imperio Austro Húngaro y el Imperio Otomano y Servia.

Señalaba que entre las causas de la guerra estaban en las ambiciones de los países, los nacionalismos, la industrialización y la lucha por los mercados. Subrayaba como otro factor importante, el militarismo y los ejércitos de esos países que pugnaban por la supremacía. Durante los años 1914 al 16 la guerra se caracterizó por el ímpetu alemán dirigido por el general Alexander von Kluck siguiendo los lineamientos de una “Guerra Relámpago” preconizada por otro general alemán, Alfred von Schliecffen. Ambos trataban de cercar a los aliados lo cual no fue posible por la heroica resistencia hecha los anglofranceses donde destacaban los generales Joffre, Foch y Petain, sobre todo en la batalla del Marne, Aisne, el Somme y Arras. En el año 1917 y 18, dos hechos especiales marcaron la guerra, la entrada en la guerra de los Estados Unidos de América y la aparición de los tanques de guerra. Estos vehículos blindados y con orugas hicieron vulnerables las posiciones defensivas tipo trinchera, pues pasaban por encima de ellas. Se dio la segunda batalla del Marne y la Línea alemana Hindeburg fue rota en varios de sus frentes. A Genaro y familia les interesaba mucho más el frente europeo y en menor medida los frentes Oriental y del Medio Oriente.

 

Su madre, en la mejor tradición irlandesa y británica, les enseñaba en casa e inculcaba valores de honradez, caballerosidad, veracidad, en general de probidad, ante las personas, las situaciones y las cosas. En una oportunidad, Genarito trató de mala forma a Ambrosia, la empleada y a la vez cocinera. Rosa, delante de Edilberto le dijo “Genarito, esa mujer no tiene la suerte que han tenido ustedes de tener medios y educación. Vaya inmediatamente a pedirle disculpas, sentidas y verdaderas”. Lo cual, muy compungido, acató Genarito. A Edilberto le hizo hincapié en el respeto a los demás, a la igualdad entre los seres humanos, sin distinciones de ninguna índole y en la autorresponsabilidad de cada quien sobre sus actos. Estos elementos los tendría siempre Edilberto como norte durante toda su vida adulta.

 

El interés especial de Edilberto para ir a Trujillo, eran los periódicos, las revistas, entre ellas “Variedades” que traían detalles de la guerra, de los frentes, de las armas utilizadas y de los generales protagonistas. Un tema que despertó su imaginación fue la guerra submarina. Sabía el tonelaje exacto de pérdidas de la flota aliada y de donde salían los submarinos alemanes, siguiendo con interés los avances en este tipo de naves de guerra. En una de sus visitas a Lima visitó los submarinos peruanos el R1, el R2, el “Lobo” y el “Tiburón”. Decía siempre lo difícil que debe ser vivir, “en una lata de sardinas cerrada” a cualquiera le produciría claustrofobia y más aún estar en condiciones  de poder combatir.  

 

La familia dejó “El Carmelo”. Con ayuda de la “Mamita” Eloísa Alegría, su abuela, se establecieron en Trujillo,  en una Casa Huerta por la Portada de Moche”, era muy cómoda, con 5 habitaciones y sobre todo una huerta con naranjas, pacaes (guabos), guayabas y suficiente espacio para una huerta de hortalizas. En casa recibieron por radio la noticia de la rendición de Alemania, el 11 de noviembre de 1918 Comentó con su padre que al fin concluía esa carnicería pero que tendría un motivo menos para entretenerse. Por la cercanía al colegio prosiguió sus estudios en el colegio. En cuanto terminó sus estudios en 1921,  la abuelita, le consiguió un trabajo de Auxiliar de Inspector en el Colegio Nacional San Juan, uno de los más prestigiados de la localidad, donde estudiaban sus primos Alegría Lynch y Ciro Alegría Bazán, connotado escritor autor entre otras obras “El Mundo es Ancho y Ajeno”, “Los Perros Hambrientos”, El Duelo”, etc.

 

En el colegio San Juan, notó que no tenía un futuro claro, además la situación económica y de convivencia familiar se venía degradando día a día. Tomó la decisión de dirigirse a su abuela, por ser persona influyente, con muy buenas relaciones ante la curia y el obispado de Trujillo. Le explicó a su “Mamita Eloisa” sobre la difícil situación de la familia y si podría conseguir un trabajo para su padre, don Genaro. Ella le miró sorprendida y le dijo: “Mi hijo es un caballero, los caballeros no trabajan, más bien para ti te podría conseguir algo” Edilberto pensó: los caballeros terminaban con mi padre, pues yo ya no era un caballero, por tanto, debería trabajar. Al poco tiempo ingresó a laborar en el Banco Italiano Lima, en el puesto de Recibidor-Pagador.

 

El APRA en Trujillo y Cajabamba

 

Durante esa época, alternaba con los demás servidores del banco y de otros bancos en los deportes, como el tenis y en las reuniones sindicales. Visitó la casa de su tía abuela, doña Jacoba de Cárdenas, abuela de Víctor Raúl, Agustín y Edmundo Haya de la Torre. Estableció una entrañable amistad con Edmundo. Víctor Raúl, en esa época venía de ser un infatigable defensor de la reforma universitaria iniciada en Córdova Argentina (1918)  y visitaba México, Europa y retornó al Perú para formar se el APRA -Alianza Popular Revolucionaria Americana En esta campaña, Víctor Raúl, tuvo notables seguidores en República Dominicana, Costa Rica, México, entra otros países.

 

Con sus primos Haya, conversaron sobre de la necesidad de cambio radical  en el Perú. El ahogamiento que sufría el país por la dictadura del presidente Augusto B. Leguía que había copado los cargos importantes de la administración y los negocios de envergadura a través de sus amigos y parientes. Discutieron sobre las ideas y opciones de cambio revolucionario  a través de un frente, un partido o una alianza. Se examinó con detenimiento la posición de José Carlos Mariátegui, que dio lugar al distanciamiento, básicamente por la naturaleza socialista del APRA y su relación con los grupos socialistas y el pensamiento marxista. Haya formó con un conjunto de jóvenes estudiantes el Partido Aprista Peruano, les  reclamó mayor pragmatismo frente a la actitud ideológica y teorizantes de los grupos socialistas.

Haya señaló que  el Partido o Frente debe ser organizado, disciplinado y radical contra el fascismo y el imperialismo. “Deseo, dijo, que la revolución se cumpla, tanto más amplia, tanto más radical, tanto más izquierdista como la realidad lo permita”, cuyo instrumento sería el Partido.

El Partido, según de Haya, era un poderoso frente de los trabajadores manuales e intelectuales y no sólo del proletariado, pues en el Perú de la época su presencia y volumen era poco significativo, propugnaba, como puntos programáticos de acción del frente único de trabajadores manuales e intelectuales, la lucha contra el imperialismo. La unidad económica y política de Indoamérica. La nacionalización de tierras e industrias. La internacionalización del Canal de Panamá. La solidaridad con todos los pueblos y clases oprimidas del mundo. Esto es, el luego denominado Programa Mínimo de Acción. El Plan máximo era ampliar el aprismo a toda América Latina, esto es, a lo que él denominaba “Indoamérica”.

 

Edilberto, en esa época visitó Cajabamba después de varios años de ausencia. Era un joven apuesto muy cotizado por las damas de la ciudad y por tanto muy bien recibido y halagado. Una tarde visitó la Botica del señor Falcón y volvió a reencontrar a Julita Falcón. Todo fue verse para sentir un profundo sentimiento de atracción y de mutua comprensión y amistad. Edilberto desde ese día se convirtió en asiduo asistente a la casa Falcón donde los padres de Julita lo aceptaban con cierta reserva.

 

De retorno a Trujillo, dejó de laborar en el Banco y atraído por su primo Tomás Jaime Sheen, quien ocupaba u alto cargo el la Haciende Roma, propiedad de don Víctor Larco Herrera, fue a trabajar a dicha hacienda. En cuanto llegó le dieron para administrar una Fábrica de Hielo, muy necesaria en verano. Al concluir el primer, mes entregó las cuentas detalladas como en el banco. El Jefe de Sección se sorprendió del alto mono de las ventas. Le dijo. “Debes saber Edilberto que debes darme solo el 20 %, el resto es para ti. Esa fábrica es para que hagan su ahorro los que la administran, es como un premio”

 

Edilberto le dijo que eso no era correcto. Él estaba allí como administrador no como socio de la fábrica y si me quedo en el puesto será en esa condición. Desde esa fecha comprendieron que las ventas, hasta el último centavo, eran reales y no ficticias y se ganó la fama de honesto. Posteriormente, pasó s ser Jefe de las Máquinas de Arar. Estaban constituidas por dos líneas de ferrocarril una frente a la otra. Por un cable que las unía, iban los arados de diez rejas a veinte rejas cada máquina. Eran a vapor y más baratas que los tractores pero menos versátiles. Concluida la aradura en un campo, la cuadrilla de operarios y las máquinas de trasladaba a otro campo y así sucesivamente hasta concluir con las tareas programadas.    

 

Edilberto en 1930, Cajabamba

 

 

 

Nuevamente Cajabamba

 

Don Genaro, a través de ciertos amigos, consiguió una contrata para la ampliación y nuevo trazo de la carretera de Trujillo – Cajabamba, e igualmente para el terraplén del ferrocarril de Chuquicara – Cajabamba. Genaro buscó a Edilberto y le animó a trabajar con él pues era entendido en temas de gestión, de manejo de cuentas y de personal. Además podría hacerse de un capital propio y desarrollar sus actividades independientemente. Además la sede del Trajazo sería itinerante con largas estadías en Cajabamba, donde vivía Julita Falcón.

 

Políticamente el Perú estaba muy convulso. La crisis mundial de los años treinta, tocó fuertemente al Perú. Las exportaciones se redujeron al límite, las empresas cerraban por falta de ventas. Los trabajadores hacían reclamos por sus salarios. Políticamente el gobierno estaba desgastado. El descontento cundía por todas partes. Concluía el Oncenio (1919-1930) de Leguía. Los trabajadores y estudiantes habían formado frentes de lucha promovidos por el naciente partido aprista. Edilberto en Cajabamba, se reunió con varios jóvenes entusiastas y progresistas, cansados del dominio oligárquico representado por los 25 años de predominio político del diputado Málaga, consideró que se daban las condiciones para la formación del Partido Aprista de Cajabamba. Comenzó su prédica a través de conversaciones y análisis sobre la realidad política, económica y social de la Provincia. El atraso en que se vivía era palpable, sin carreteras, sin agua potable,  sin luz eléctrica, salvo una pequeña “Paltón” de 50 KW para alumbrar las calles de la ciudad. Sin trabajo, sin empleo, sin opciones de futuro. Además la juventud totalmente estancada, no había un colegio secundario, los únicos que podría estudiar eran los hijos de los terratenientes y de los políticos malaguistas. No había resquicio en todo el aparato administrativo provincial que no estuviese en manos de malaguista, los terratenientes y grandes comerciantes.  Edilberto conjuntamente con un grupo de jóvenes aspirantes de la ciudad y otros cajabambinos procedentes de Lima y Trujillo coadyuvaron en la organización del Partido correspondiéndole ocupar uno de los cargos directivos. Su padre, don Genaro de Cárdenas Alegría, a pesar de su origen aristocrático, se unió Edilberto al igual que sus hermanos Fernando y Genaro y su hermana Rosa. Todos ellos se unieron  para militar en el Partido recién fundado,  unos en Trujillo y Edilberto y Rosa acompañados de su padre, en Cajabamba. A todos ellos les atraían las ideas de cambio, de democracia de convertir al Perú a en u país más adelantado. Jugaba otro factor, el sentido afecto por sus familiares Haya de la Torre.

 

El Comandante Sánchez Cerro se sublevó en Arequipa. En Lima se conformó una Junta de Gobierno presidida poa David Samanez Ocampo quien convocó a elecciones presidenciales y a una Asamblea Constituyente. Los candidatos fueron Víctor Raúl Haya de la Torre, Miguel Sánchez Cerro, Arturo Osores y José María de la Jara. Los resultados de las elecciones le dieron a Haya de la Torre  110,305 votos,  a Sánchez Cerro 152, 062 votos, los otros candidatos no llegaron a los 60,000 votos. Hubo acusaciones  de fraude y en realidad lo hubo de parte de Partido Aprista y otras fuerzas políticas. Los perjudicados eran los opositores a Sánchez Cerro. Plantearon  y solicitaron la anulación de las elecciones

 

Edilberto, en Cajabamba conjuntamente con los otros miembros de Partido sesionaron de urgencia a fin de decidir cómo actuar. Las opiniones eran dispares. Desde esperar la anulación de las elecciones generales o actuar inmediatamente procediendo declarar a Cajabamba zona liberada de la dictadura, lo cual implicaba alzarse en armas, tomar del cuartel de la Guardia Civil (Policía)  y establecer una Junta Revolucionaria. La nota que precipitó la situación fue la anulación de las elecciones en Cajamarca, de mayoría aprista, por parte del Jurado Nacional de Elecciones. A Edilberto le cupo examinar la situación. Estaba de acuerdo en una acción revolucionaria siempre y cuando fuese una sublevación generalizada, en todo el país, de lo contrario, serían fácilmente acorralados por las fuerzas reaccionarias y sobre todo por el ejército obediente a las fuerzas reaccionarias y a la dictadura. Muchos miembros del Partido querían la acción inmediata. La Revolución Ya.  Edilberto se sintió obligado a dar su apoyo a los entusiastas compañeros que emprendería su acción revolucionaria.

 

Efectivamente, el 14 de julio, se constituyó un Comando que tomó la ciudad. Estableció cupos revolucionarios, designó los cuerpos de lucha y de vigilancia ciudadana. En esos días en Trujillo había estallado también la revolución aprista iniciada con la toma del Cuartel O’Donovan, dirigida por un connotado aprista, el “Búfalo Barreto. Nombraron  jefe revolucionario a Agustín (“Cucho”) Haya de la Torre. El grupo revolucionario atinó principalmente a establecer la defensa y la conservación del Cuartel mientras esperaban un conjunto de sublevaciones en todo el Perú. Poco tiempo después la sublevación trujillana fue develada por las tropas del ejército. Éstos actuaron con brutalidad y fiereza. Reunieron a los culpables y sospechosos. Los condujeron  ante las ruinas de Chan Chan, lugar en que fueron fusilados, sin juicio, sin atenuantes y sin defensor de los derechos humanos bastaba el hecho de haber sido sindicado como aprista por algún delator o tener el hombro moreteado para ser.

 

Unos pocos revolucionarios trujillanos, a fin de proseguir la lucha, se dirigieron a Cajabamba aún en manos apristas, incluso llevaron un pequeño cañoncito. En la ciudad fraternizaron ambos grupos de insurgentes y organizaron la defensa. A poco de estar allí, arribaron las tropas gubernamentales, durante  varios días estuvieron  estudiando la situación. Observaron que el camino del Lanla estaba desguarnecido y por allí ingresaron a la ciudad. El combate fue breve, no más de tres horas. Les fue difícil capturar a los que estaban en las torres de la iglesia. Al faltarles las municiones izaron bandera blanca. Fueron capturados junto a otros revolucionarios. En la lucha cayeron seis  revolucionarios combatiendo a las tropas del gobierno. Luego, los soldados  comenzaron a rebuscar casa por casa a fin de encontrar a más revolucionarios. Edilberto estaba totalmente implicado en las acciones del Partido Aprista. Se escondió en casa de sus tías, las señoritas Sheen. Al cabo de cinco días su hermana Rosa lo disfrazó de mujer y pudo salir de la ciudad e ir por las quebradas hasta Chuquibamba y posteriormente a la hacienda Araqueda.

 

La represión en Cajabamba fue similar a la de Trujillo. Los 46 apristas trujillanos y cajabambinos fueron fusilados en el cuartel de policía. Tampoco hubo juicios, ni esclarecimientos, ni derechos humanos, ni abogados de oficio. El Coronel Villafuerte tenía el mando supremo de la Plaza y era la única y total autoridad. No escuchó ningún pedido, no otorgó ninguna gracia, no escuchó a madres dolientes que reclamaban piedad para alguno de sus hijos. Era la Ley Marcial.

 

Edilberto narraba que la situación de perseguido es de continuo sobresalto. Nunca sabe si puede confiar en las personas que le brindan alojamiento o le ofrecen amistad- El gobierno había desarrollado una alta capacidad de espionaje en todos los niveles. Por las noches todo ruido es sospechoso. Cualquier ladrido es una alerta. Cualquier sombra es sospechosa. Esta pesadilla terminó, en parte, al ser elegido presidente Sánchez Cerro y la amnistía de laño 1932, ampliada el año 1933, bajo el gobierno del general Oscar R. Benavides quien asumió el poder luego del asesinato de Sánchez Cerro  a fin de culminar el mandato de este.

 

Julita, sufrió lo indescriptible durante la revolución aprista de Cajabamba. Posteriormente durante la persecución de Edilberto hasta su retorno a fines de 1932. Ella estaba muy apenada por la muerte de su hermano Alberto y el reciente fallecimiento de su madre, la señora Judith Villavicencio Vereau. El reencuentro fue muy emotivo, se dijeron cuanto se amaban lo inmenso que era su amor, la enorme pena que hubiera sentido con su desaparición, sobre todo  “por causas políticas”. Ella comprendía a Edilberto pero no compartía sus ideales apristas. Provenía  de un hogar muy conservador, seguidor de las normas religiosas católicas en toda su expresión. Comulgaba todos los primeros viernes de cada mes al igual que los primeros sábados.

 

Ambos examinaron como desarrollar su vida de pareja. Edilberto estaba desocupado. Los contratos de carretera paralizados y sin visos de reinicio. El Estado peruano se encontraba en la más grande falencia económica, retracción de las exportaciones, quiebra de bancos como el Perú y Londres. La convulsión social extendida en todo el Perú, con huelgas, reclamos sindicales efervescencia y crispación a todo nivel. La crisis política, se expresó con cuatro presidentes en tres años (Augusto B. Leguía -1919-30, David Samanez Ocampo, -1930-31, José Miguel Sánchez Cerro-1932- 33, Oscar R.  Benavides 1933- 39).

 

La reciente pareja debía encarar el futuro y su propia viabilidad. Edilberto contaba con sus ahorros de la Hacienda Roma, del Banco italiano y de dos años  de contratos carreteros. Julita tenía la experiencia comercial adquirida en la administración de parte de los negocios de don Gerardo W. Falcón, en especial la farmacia, los  géneros y abarrotes. Convinieron en formar un hogar basado en el amor, la comprensión y el respeto mutuo y la complementariedad en el ámbito comercial.

El 8 de enero de 1933 contrajeron matrimonio en la Iglesia Matriz  de la ciudad de Cajabamba. Apadrinaron la boda, don Genaro H Falcón, hermano mayor de Julita y doña Rosa Sheen Gálvez, madre de Edilberto, La “Luna de Miel” la habían previsto pasarla en Trujillo. Antes del viaje Edilberto comenzó a pensar a qué actividad comercial podría dedicarse. Hizo un análisis de la actividad productiva de Cajabamba, netamente rural. Del quehacer de la población urbana, básicamente empleados públicos. De los usos y costumbres locales, la celebración de festividades. El otro aspecto era dónde comprar y qué crédito obtener.  

 

En Trujillo, se relacionaron con la familia de don Constante Bazán Lynch cuya esposa la señora Eloísa Alegría era prima de Edilberto y muy cercana a la familia Falcón. Además vivían en esa ciudad su hermano Fernando y su cuñado don Genaro H. Falcón. Julita recordaba que su padre contaba con un excelente amigo, gerente de la Casa W.R. Grace de Trujillo, el señor José Ardiles y otros Agentes Viajeros de Casas Comerciales que habían mantenido vinculación con don Gerardo Falcón como F. Gulda. S.A., Kunze otros establecimientos de japoneses. Decidieron efectuar visitas de exploración primero con los familiares para escuchar sus opiniones y luego iniciar el “tour” con casas comerciales y amigos, sobre todo bancarios, antiguos colegas de Edilberto.

 

Concluidas sus visitas, definieron su plan de trabajo. Adquirirían géneros y abarrotes para subvenir a las necesidades de la población rural en elementos de vestir, para hombres y mujeres, amén de herramientas agrícolas. Tendrían una sección de abarrotes para la población urbana, incluidos cueros, suela para confeccionar zapatos clavos y estaquilla. Para las festividades en los caseríos, productos pirotécnicos, anilinas y demás implementos para tales actividades. El planeamiento resultó ideal para efectuar las compras y obtener los créditos necesarios. Julita era la asesora de cuanto se compraba, señalaba las cantidades y calidades de cada cosa por adquirir. Hicieron un gran pedido global. Casi el 90% de los ahorros familiares de invirtieron en ello. Recibieron líneas de crédito de casi todas las Casa Comerciales visitadas e incluso el Banco Italiano Lima, designó a Edilberto sus Agente en Cajabamba. Posteriormente tomaron decisión similar el Banco Popular Lima y el Internacional. Sin embargo, quedaba un problema mayor, quién atendería a la clientela. Edilberto sentíase muy corto de hacerlo, nunca había tenido ante sí un mostrador, menos aún el haber discutido con un cliente los precios y las rebajas de cualquier artículo. Julita era una experta en la materia. Primero le hizo un “briefing” sobre cada producto, al cual había que ponerle un precio y una clave para saber hasta dónde se podría rebajar (la clave era “julio cesar”, conde cada letra era un número) pues al cliente le agrada el trato personalizado y preferente. En seguida el trato, cordial, atento, galante e interesado en el interlocutor. De no haber  un producto señalarle otro similar que si había en existencia. Registrar las ventas y evitar dar algo al fiado, así fuese muy amigo o pariente cercano.

 

En Cajabamba, se dieron cuenta que la tienda que disponían en el Jirón Cáceres era muy pequeña, se trasladaron al Jirón Bolognesi Nº 504 y 506, donde colocaron mostradores, vitrinas y un espacio con vidrios y asientos de cuero para la Oficina del Banco (s) y atención a los usuarios. Edilberto aplicaba las enseñanzas de Julita para las ventas pero indudablemente ella tenía vocación y trato especial para todo tipo de clientes, prácticamente nadie salía sin comprar algo. Observó que las telas de dril y de tocuyo las adquirían para confeccionarse camisa, sacos y pantalones. Decidió organizar un taller con cinco costureras para la elaboración de camisas de tocuyo con adornos coquetos, pantalones fuertes, de dril o de lona y sacos para hombre de diversas tallas. Tenía, además, un agente vendedor, el señor Urrutia que llevaba a los distritos y caseríos a vender la ropa confeccionada en su taller.

 

Edilberto podía cortar una pieza de tela en una mañana. Aprendió el arte hacer moldes para ropa y a cortar de cinco en cinco los modelos de camisas o sacos. Por esa época la empresa Singer, de máquinas de coser, ofreció cursos de especialización en el manejo de sus máquinas y aditamentos, Edilberto tomó el curso y fue nombrado Agente de Singer para Huamachuco  (Provincia vecina) y Cajabamba. Todo el equipo del taller de costura de Julita que equipado por Singer incluyendo un aditamento muy útil, el aparatito para hacer ojales (motivo de demora en las confecciones)

Al concluir el primer año de ventas, vieron con agrado como al capital inicial le habían dado vuelta más de cuatro veces, con una utilidad neta del 20 % por vez lo que redundó en gran beneficio para la sociedad conyugal. Además, las actividades bancarias se incrementaron por la explotación de minerales en zonas cercanas. El país se fue pacificando dentro de una dura dictadura como la ejercida por el general Benavides, lo cual favoreció otras actividades como las celebraciones en los poblados y el consumo de material pirotécnico y ropa en el medio rural.

 

Edilberto mantuvo siempre dos grandes opciones la de tipo agropecuario y el desarrollo de su tierra natal Cajabamba. Aprovechando que la familia Falcón tenía como propiedad rural la Finca Namora de 10 Ha. A un Km de la ciudad, aprovechó de su amistad con el Ingº Agmº, Juan Manuel Zumarán quien además era aprista, para convertir a esa finca en una agradable “estar” con una casa para pasar vacaciones, una casa secundaria para el guardián, a su vez trabajador agrícola, una plantación de durazno y uva para producir vino, Los caminos internos bordeados de álamos y eucaliptos. Se mejoraron los cultivos de maíz, trigo, lenteja y forraje para el caballo de paso que era ensillado en las ocasiones que debía ir Edilberto al campo y a visitar algún pariente en su hacienda. El tema del desarrollo de la ciudad y alrededores lo planteaba en primer lugar con servicio vitales como el agua potable, la canalización de las acequias que discurrían por el centro de las calles de “bajada” y la ampliación de la frontera agrícola mediante la irrigación con las aguas de la laguna de Yahuarcocha y sobre todo de Quengococha    

 

 

 

 


 

[1] Cerro Chochoconday, “el viejo de la comarca”, cerro tutelar de la ciudad de Cajabamba.

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