CANTARES DE MUJER

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LOS DESIGNIOS DE LA VIDA Y DE LA MUERTE

 

        Socorro Barrantes Z.

 

         Tres meses exactamente que caminó José Antonio hacia el eterno camino de las cruces.  Cruces de madera, cruces de fierro, cruces de cemento armado, en su oquedad de gris sentimiento.  Tomó una de ellas, una de madera dulce, como el vuelo del ave entre los molles, cantando el alabado al Señor Dios que mira al mundo sin descanso.  Ya no quiso más mirar la vida, esa que le fue díscola a la hora de hinchar los pulmones de nefasto y corrompido aire, por el coronavirus de crueles mutaciones…

 

 

¡Le había llegado la hora cruel!  Al momento, al instante que calló la luz de sus ojos, tomó su cruz y echase a andar por el universo no nacido, por entre las estrellas de vestido raudo, en las voces del eco repetidas cien veces.  ¡Por la carretera que al cielo dicen, llega!  Por aquella, ¡van los peregrinos que no alcanzaron misericordia, van entre aromas de rezos y ave marías de llanto de hijos, nietos, cónyuges y amigos!  Ese olor a incienso que trae la muerte después de la vida, ese olor a trágica despedida en soledad y ausencia, trasmina…

         Pero hoy al tercer mes, al quinto, al año, al momento de su partida  les estamos dando todo el cariño que  injustamente, tal vez, no les dimos en vida,  como a  José Antonio,  de la risa entrañable y la sencillez de lujo; a Danny Vertiz,  cantautor de melodías y sueños; a Santiago el poeta  incansable,  heredero del verso y la promoción cultural; a Luis que abrió  la puerta grande de los museos; a los hermanos Velásquez,  artistas de mucha enseñanza, al hijo de Gloria que supo entenderla y amarla;  a Doricita que amó la vida desde el silencio de un hilo; a doña Alejita, cuya bondad era  el pan de cada día; a Gato Gordo,  quien  redimió , sus caminos,  su avatares en los brazos de su Marcia.  Acaba de morir recordando cada paso, cada resquicio de amor que le concedió la vida hasta el final, hasta ese punto en que dice ¡basta! Y aparece la muerte con sui legendaria vestimenta de luto recio y hueso firme.

 

 

         Los recordamos a ellos, a todos ellos y ellas que se fueron dacito, sin despedida, ni café, ni flores, ni responso como debe ser.  Los recordamos y les expresamos ese abrazo que no pudo ser, ese café tostado de renuncias, de olvidos y alegrías chispeantes en la tuza del maíz que alumbra al escarabajo, quien hunde su ternura en hueco redondo, labrando las noches.  Hoy al tercer mes de tu partida José Antonio, encendemos las luces, las velas, los cirios.  Adornamos tu recuerdo con coronas de flores como se hacían antes, redondas, círculo de ilusiones, abiertas al fuego y al amor de tu compañera, maravillosamente tuya, al amor de tus hijos que te lloran en silencio y resignado afán, de tus nietos que vuelcan travesuras enredadas en lianas del poro poro, de la granadilla y del jazmín.  ¡AQUÍ ESTÁS ENTRE NOSOTROS, AMÉN, ¡ALELUYA!

Cajamarca, 23 de agosto 2021.

 

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