La luz brilla en su silencio
Veinte
relámpagos presos
sus veinte ramos de plata;
se redondea en sus velas
la púrpura más preciada;
lleva una estrella en la brújula
y un corazón en el ancla…
(Nelly Fonseca, 2009: 69)
Cada día, pereciera nublarse de impotencia, orfandad, muerte, el mundo entero. De una u otra manera. la ponzoña del dolor se instala en el alma y da rienda suelta a su trajinar oscuro y temerario. Una sentencia cruel de parte del nuestro Presidente “todos se contagiaran tarde o temprano”. Ha desaparecido la esperanza. Se cansó de esperar un milagro. La guadaña invisible bate record, exterminando a miles de miles de seres humanos. ¡Fallecen extendiendo la mano a la piedad, esta sorda! Amigos y familiares se van sin darnos tiempo a llorarlos, a despedirlos…
NELLY, compañera nuestra acaba de partir… Fuimos a la escuela, jugamos a la ronda brincando sobre esos siete colores que pintaron nuestra vida escolar. La vida en la escuela nos fue hermanando. Más de diez años compartiendo travesuras, risas, juegos, lágrimas de caídas hondas y leves, llorando por ese barquito de papel perdiéndose en la lluvia, de torrencial acento. ¡Se fue haciendo de arco iris nuestro existir raudo!
Nelita querida, gordita buena, yanasita, “ya te vas para no volver”. Dónde quedaron los colores de nuestros juegos, dónde los yases y la soga saltando sobre el mundo que se abría sin cesar… Cada vez más grande, se hizo el camino, por el nos fuimos yendo. Cada una tomó propio rumbo. Dejamos de juagar los juegos de chicas, solo fuimos jugando a las escondidas y de vez en cuando nos hallábamos, para saludarnos brevemente… Pero ya éramos hermanas de promoción, terminamos juntas en el colegio de Fátima, no pasaron en vano aquellos años y aquí estamos alrededor tuyo, aunque no nos veas, aquí estamos para despedirte nuestra NELITA. No estás sola, nuestro cariño es más fuerte que esta cruel pandemia, que nos impide despedirte como debe ser. Te llevamos cantando hasta tu última morada, cubriendo de flores tus pasos postreros, extrañando tu risa tan linda, tus pequeños ojos, tu cálida voz. Tu padre ha encendido la góndola de los recuerdos, dejándolos en nuestras manos, en nuestro corazón, él te llevará caminito, al cielo.
Compañerita, amiguita, yanasita “ya te vas para no volver”. Volverá, volverá a nacer tu alegría en los brazos de la Virgen del Rosario, cantaremos el Ave María en el mes de octubre, celebrando que somos promoción para siempre y que nos queremos como cuando nos hermanamos en una gruesa carpeta de dulce madera.
Cajamarca, 22 de julio de 2020.