HIJO MÍO EL GRAN GUERRERO SE CANSÓ DE LUCHAR
Dr. Enrique Napoleón Guerrero Corcuera
HIJO MÍO [LUIS ENRIQUE] EL GRAN GUERRERO SE CANSÓ DE LUCHAR, A PESAR QUE HASTA EL ÚLTIMO MOMENTO ESTUVISTE DÁNDOLE FUERZA, BRINDANDO EL ""AGUA""......QUE NECESITA UN LUCHADOR PARA SEGUIR ADELANTE, AUNQUE BIEN SABES QUE TODA BATALLA, TODA LUCHA, NECESITA MÁS QUE ESO PARA BATALLAR, Y TÚ, HIJO DE MI ALMA DISTE MÁS QUE ESO, LE DISTE.... *AMOR*......Y LO DEMOSTRASTE HASTA EL FINAL; TE LEVANTASTE ESTANDO ENFERMO, SIN IMPORTARTE NADA MÁS QUE SEGUIR AL LADO DE TU PADRE, ACOMPAÑÁNDOLO EN SU ÚLTIMO MOMENTO.
HOY PIDO A DIOS Y A MARÍA STMA. QUE LLEVEN AL GRAN GUERRERO A LA GRAN MANSIÓN QUE MERECE: *LA MANSIÓN ETERNA* LA QUE SÍ ES NUESTRA, PORQUE A ESA MANSIÓN NO SE LA COMPRA, NO HIJO, SE LA HEREDA, CON UN CORAZÓN MUY GRANDE, REPLETO DE BUENAS ACCIONES, LAS QUE TU PADRE TIENE POR MILLONES, POR ESO Y MUCHO MÁS.......
DIOS RECIBE A TU PADRE EN EL LUGAR QUE GANÓ CON HONRADEZ Y JUSTICIA
*DESCANSA EN PAZ GUERRERITO*.
LUISA CASTILLO LA MADRID
Luis Enrique Guerrero Castillo
A diez días del máximo apogeo de la Cruz del Sur en el firmamento, día de la cruz de Cristo en sus creyentes, 3 de mayo inexplicable y estelar para siempre en mí, diez días de esa noche en que la lluvia vino a evaporar tu alma hacia la constelación chakana de la cultura andina, puedo respirar un poco de calma para expresar todo el amor y la gratitud que te guardé desde siempre, desde que supe que eras mi padre y que habías aceptado el reto de criarme, y mucho más cuando supe quién era aquel señor siempre elegante y serio, y qué importante era en la Cajamarca de mi infancia, de mi adolescencia y de mi juventud… Qué impresionante y sabio era en mi vida adulta aquel maestro que nunca me obligó a nada, que me dio rienda suelta en lo que me gustaba: el Arte, que era la esencia misma de su otro yo.
El arte te llevó a pintar con Pedro Azabache en Chan Chan y a dejar bellos oleos de tu amada Cajamarca; el arte te llevó a tertuliar con Brice Echenique y Vargas Llosa, a componer textos para presentaciones de libros, de exposiciones pictóricas, o para el discurso de orden en las exequias del viejo “Bagate”. El arte te impulsó a ser siempre protagonista de las comedias de la Asociación de Artistas, en la última donde actuamos juntos (y yo era tu hijo artificial); el arte te llevó a cantar con don Chombo Castañeda y el gran Alberto Álvarez (Tío Pinta) en la peña del Tío Tizné con Augusto Canevaro y el comandante Zevallos, hermano de tu gran amigo, el viejo Andrés. El arte te inspiró los sonetos más decorativos de tus bellos discursos al hablar o al sustentar cualquiera de tus teorías, de la materia que fuera, inigualable intelectual y erudito. Tus demandas judiciales son ya testimonio de que, en la decencia y el conocimiento auténtico, la justicia ejerce su acto más digno y poético, donde el honor se eleva de la esencia misma de la luz, la luz que te llevó envuelto en un día sagrado del calendario andino y cristiano. Y valga decir que fuiste en vida una expresión amorosa de la razón, del pensamiento puro, con un poquito de espacio para la existencia de Dios… (Y sé que al final pudiste conocerlo y cruzar el puente sostenido de su mano eterna… eras muy tierno, lo sé).
Agradezco ser tu hijo, te amé desde siempre y, pese a todo, nos tuvimos cerca, aunque no demasiado; y así tuvo que ser, ya lo acepté, ya lo entendí. Agradezco a mi hermano Kike, a mis tías y tíos, mis primas, primos y demás familiares, quienes se portaron a la altura de las circunstancias y nos dieron ánimo y fuerza en todo momento, al loquito Andrés que te vio los últimos días porque yo caí herido… Agradezco a cada quien que se tomó el tiempo de suspirar por tu memoria y darnos consuelo y palabras bellas en los momentos más grises.
Agradezco a mi madre que asumió contigo sortear el laberinto que planteaba mi existencia, y te agradezco a ti darme tu nombre, tu apellido y la historia de tu estirpe, la gloria de tus antepasados históricos y la confianza para cuidar tu legado y establecer un proyecto en tu nombre y los tuyos. Agradezco a Dios ser tu hijo, el hijo que llegó como de una ironía o espejismo de la obra de teatro que actuamos juntos; pero lo increíble es que, como te dije en la última página del único libro que he publicado hasta hoy, tú no eres Rafael Mosquera ni yo soy Fernando Palmerín… Somos Padre e Hijos unidos en un solo nombre…
Te amo hasta la eternidad, Dr. Enrique Guerrero Corcuera…
Cajamarca, 15 de mayo 2021.