Homenaje a Monseñor Conrado Mundaca Peralta

Hace un año que el Padre Conrado Mundaca

se reunió con el Señor,

y como un homenaje póstumo

incluimos su biografía escrita

por José Julio Estela Castro,

un dinámico Ing. que cultiva

el arte de escribir bien

y una fotografías proporcionadas

por Guillermo Bazán Becerra.

Contemplando una  vida

 Por: José Julio Estela Castro

Basado en el artículo con el mismo nombre, del profesor  Rafael Guerra Silva, publicado en el libro “Bodas de Oro Sacerdotales”, editado en el año 1988 por la comunidad católica de Cajamarca.

Los bellos campos de Querocoto, en Chota, vieron el nacimiento del Padre CONRADO MUNDACA PERALTA un día 21 de setiembre de 1912.

La esperanza y el amor encendieron su fuego en el corazón de sus virtuosos padres don Desiderio Mundaca y doña Dorotea Peralta Garro.  Mediante  las aguas purificadoras del bautismo, es hijo de Dios y el Espíritu Santo Moró en él desde el 27 de octubre de 1912, en la Iglesia de Querocoto, siendo padrinos los Señores  Carlos Vásquez y Carmen González Vásquez.

El primer aciago dolor hirió su vida a los 15 meses de edad, pues murió su padre y el niño Conrado, sin saberlo, soltó su llanto y mezcló lágrimas con su buena madre.

Dios no abandona a sus hijos, puso bendición en su familia a través de su tía Francisca quien atendió la Iglesia del pueblo, vistió el hábito de la Virgen del Carmen, acostumbró a hacer meditación diaria, hizo retiro espiritual frecuente y hora santa los jueves, al mismo tiempo que fue consuelo de la Señora Dorotea y alegría del pequeño Conrado.

Durante cuatro años en Querocoto  dos años en Pacopampa entró por la puerta de luz de la Educación Primaria, al mismo tiempo que ayudó en las labores del campo a la madre de sus amores y a la buena tía Francisca que lo miraba con cariño.

Sin padre, sin recursos económicos, de origen campesino, no tenía posibilidades de llegar a ser Sacerdote y ni siquiera pensó en ello siendo niño.

Sin embargo, le atraían un tanto los ornamentos sagrados y ejerció algunas veces de monaguillo en la Iglesia de su pueblo.

Pero, el 15 de febrero de 1927 llegó a Querocotillo un sacerdote joven, el Padre Enrique Escobedo quien predicó y dijo “SER SACERDOTE ES SER OTRO CRISTO… ¿QUIEN QUIERE VENIR CONMIGO PARA SER SACERDOTE?  “YO” – respondió el joven Conrado- “VOY CON USTED, NO ME QUEDO”.

Su madre lloró mucho con la partida cuando, un día 3 de marzo de 1927, salió de su pueblo en compañía de cuatro jóvenes y del Padre Escobedo por el camino de Ocallí, pasando en balsa el río Marañón.

El 23 de marzo de 1927, después de 21 días de viaje, llegaron a Chachapoyas, para estudiar en el Seminario de esta ciudad durante los años 1927, 1928 y 1929.  De los jóvenes que salieron de Querocoto solo dos se ordenaron de sacerdotes:  el padre Conrado Mundana y el Padre Juan de Cruz Zúñiga Méndiz..

En Chachapoyas fue muy importante la influencia que en su vida tuvo Monseñor Octavio Ortiz Arieta, Obispo de Chachapoyas, por su gran inteligencia y virtud.

En los años 1930 1931 cursó estudios en el Seminario “San José” de Cajamarca, bajo la dirección del Padre Rubén Olivares y bajo la orientación espiritual del Padre Federico Pérez Silva que fue después Administrador Apostólico en Cajamarca, Obispo Auxiliar de Lima, Obispo de Piura, Arzobispo de Trujillo , y a quien el Padre Mundana recueda con especialísimo cariño, porque fue para él padre, amigo, protector, orientador y consejero espiritual.

Un día tuvo la tentación de abandonar el Seminario porque le pareció apreciar mala voluntad en alguno de sus profesores hacia su persona y escribió a su casa:  “NO VENDAN LOS TORITOS… TRABAJARÉ CON ELLOS”…

Decidido a emprender el viaje de regreso a su casa pidió al Padre Federico Pérez Silva 80 soles que le había encargado.  Pero no logró la devolución del dinero sino, más bien, el consejo y fortalecimiento de su vocación.

Desde entonces, nunca más abandonó su vocación de Sacerdote y amó a todos los hombres con toda la fuerza de su corazón.

Decidido a perfeccionarse, con el permiso de Monseñor Rafael Villanueva, Obispo de Cajamarca, viajó a Trujillo para seguir estudios de Filosofía y Teología en el Seminario Mayor “San Carlos y San Marcelo”, desde 1932 hasta 1937.

Sus estudios le dieron el profundo convencimiento de la existencia de un Dios Real que es amor; de Jesucristo, resucitado, vivo en la Eucaristía por amor al hombre; de María, Madre que intercede en servicio del hombre, por amor.

Su origen humilde, su fina percepción de la miseria humana y su experiencia del dolor le hicieron entender que el amor solo es realidad en el servicio de los demás, principalmente de los más humildes, de los ancianos desamparados, de los niños pobres, de las madres abandonadas, de los enfermos de los hambrientos y oprimidos, de los ignorantes, y decidió, entonces, servir más que ser servido, amar más que ser amado, comprender más que ser comprendido, porque sólo así se es instrumento de la paz, como San Francisco de Asís.

Se ordenó sacerdote en la Iglesia de Cocharcas, Lima, el 13 de febrero de 1938, siendo sus padrinos la Señorita María Luisa Pérez Silva y la Señora Benjamina Eudebert de Prebost.  El Obispo consagrante fue Monseñor Santiago Hermosa.

Y como Dios es amor y no hay paz entre los hombres, consagró la persona viva de Cristo en su primera Misa en Cajamarca el 26 de febrero de 1938.

En busca de esa paz, para que se cumpla en el hombre el amor a Dios, sirvió como Capellán en el Asilo de Ancianos de Cajamarca, durante nueve años; fue profesor en el Seminario “San José” hasta 1948; sirvió como Secretario a Monseñor Teodocio Moreno en 1942; a Monseñor Pablo Ramírez Taboada, como Vicario General de la Diócesis en 1947; a Monseñor Nemesio Rivera Meza, en el mismo cargo, durante quince meses.

Sin perder de meta la fraternidad humana por la común paternidad de Dios, fue Rector del Seminario “San José” en 1958.

Fue profesor de religión en el Colegio Nacional “San Ramón”, en el Colegio Particular “Indo Americano”, en el Instituto Industrial Femenino y en el Colegio Santa Teresita de Cajamarca.

Ama entrañablemente a todos los señores obispos de Cajamarca; ama a sus hermanos sacerdotes; no hay dolencia, desgracia o miseria material o espiritual que no quiera remediar porque comprende que sentirse útil es más dulce que sentirse amado.

Orienta y dirige la LEGION DE MARIA para llevar, mediante ella, al hombre hacia María, su Madre, que es amor, y, por María llegar al amor de Cristo y al amor a Dios.

Dirige en Cajamarca la Acción Católica, los Catecismos, los cursillos de Cristiandad, la Sociedad de Obreros Católicos, el Coro Santa Cecilia, la Pía Unión de los Cruzados de Fátima, La Cofradía de N.S. del Carmen, la hermandad del Perpetuo Socorro, la Cofradía del Rosario, el Movimiento Familiar Cristiano, el Almacén Parroquial, los Cenáculos de Oración.  Amplia labor cumplida en distintas épocas.

Entre abril de 1952 y 1954, con toda la comunidad cajamarquina y en particular, con alumnas de “Santa Teresita” y alumnos de escuelas y colegios de Cajamarca, mediante la “operación ladrillo”, construye el Santuario de Fátima en la Colina de Santa Apolonia para que el hombre llegue por interseción de María, su madre, hasta Dios, su Padre, que es amor.

Por servir al hombre de Cajamarca, en octubre de 1958, funda la Cooperativa “San Pío X Ltda.. Nº 26 y trabaja en ella, durante 15 años, hasta dejarla con un hermoso edificio, bien organizada y fuerte.

Para servir como pobre, con humildad, sencillez, alegría, cariño inmenso, perseverancia, bondad, delicadeza y dulzura, inicia en 1967 la “Fundación Pablo Ramírez Tabeada” con sus diferentes servicios.

Desde mayo de 1982, por nombramiento que le da Monseñor Damnert, es Párroco del Sagrario y cada día lo vemos dedicado a la oración, a la administración de Sacramentos, a resolver problemas humanos, a probar con la elocuencia de sus actos que Dios es la única fuente de consuelo, amor y paz.

El 13 de febrero de 1988, celebró con el júbilo del pueblo católico cajamarquino, sus Bodas de Plata Sacerdotales.

Poco tiempo después inició el epílogo de su vida viviendo en el Asilo de Ancianos Obispo Grosso, al cuidado de las abnegadas hermanitas religiosas, desde donde siguió impartiendo su bendición y apoyo espiritual a sus fieles hijos que siempre le visitaron.

Ayer murió y en su rostro perdura la serenidad y la sonrisa de un Santo, como último legado a todo el pueblo huérfano de Cajamarca.  ¡Bendito sea quien vivió en el nombre del Señor!

Cajamarca, 08 de enero de 2008.

Casa de la Cultura del Colegio María de Nazaret.

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