CANTARES DE MUJER

 

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ADIÓS A VÍCTOR JOSÉ LA CHIRA ACEVEDO

 

 

“Y, desgraciadamente, el dolor crece a cada rato” en Cajamarca, el Perú y el Mundo. Como ola de invierno en el mar de Piriápolis, negra, rotunda, devorando la vida que a su paso sale.  Nuestro ser un guiñapo de sombras, sin ver la luz.  El corredor de la casa amontona los pasos en un ir y venir, atolondrados por los cuerpos vacíos de toda esperanza.  “Jolita” como lo llamaban sus amigos se cansó de esperar una cama, que le devolviera el aire a sus versos cotidianos.  ¿El Ministerio de Cultura lo apoyó?  NO.  Tampoco el de salud como debía, estoy casi segura; no estaba en la mira de sus “grandes objetivos” ¿Hasta cuándo los artistas tendrán un seguro de salud digno, a su condición de ser los hacedores de gran parte de la cultura del país? La respuesta cae en el dolor de la familia, de los amigos, compañeros de lucha en la poesía.  Obreros y obreras de la poesía.  Esa que se hace al paso, luego del largo caminar buscando la existencia de un día más.  Esa que se hace de madrugada, cuando el sueño vuela por la ventana cerrada y son incontables los minutos.  Las horas, estaciones del tren a donde no se llega nunca.  Esa que se escribe apuradita, mientras seca el arroz y las duras alverjas hierven sin ablandar el corazón.  Para esos poetas, para ellas, JOSÉ LA CHIRA inventó el espacio “LA POESÍA Y TÚ” en el que nadie era excluido.  Su entraña se abría para ti, para mí, para él, para aquellos del otro lado del mar. Gozando de tenerlos cerca y saber que eran escuchados en estas hondas mágicas, por las que nos estamos acostumbrando a caminar.  Era feliz en el ciberespacio, su alegría oída de canto a canto.  Cada vez más poetas, escritores, llegaban con su talega de sueños, en versos de colores, según cada cual.  La dulce ternura del anfitrión LA CHIRA departía palmo a palmo la sabiduría de algún dios, encantado de escuchar sesiones de poesía, entrevistas, coloquios, alguno que otro piropo que gustaba decir a las inspiradas damas.  No lo conocí, pero intuía la magia de su ser íntegro, amable, ocurrente, apropiado para cada ocasión.

Me hace acordar al Patriarca San José, por algo lleva su nombre.  En una mano cargaba la poesía y en la otra el báculo florido de la reciprocidad, el solidario entendimiento del poeta que recién sale a la calle, a pesar de los sesenta años, alababa la grandeza de los iluminados y comprendía el olvido.  “LA POESÍA Y TU” tenía abiertas las puertas para que entrara la vida con alas despiertas.  Cansado de esperar que entrara el aire puro de Chambara – Sayán –Huaura, sus pulmones fuéronse poblando de negros nubarrones, cayó la muerte entre sus manos tiernas y desde ellas, como pétalos de flores, los versos fueron volando hacia el cielo.

Cajamarca, 09 de abril 2021.
 

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