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CANTARES DE MUJER

“A FUEGO LENTO Y EN SILENCIO TE NOS VAS…”

Por qué será,  tantas veces la madrugada es cómplice de la muerte. Sale al paso la brumosa manía de esconder la luz, el calor del son en el marcapaso del reloj.  Todavía oscuro el silencio, entra en las venas y se esparce por caminos azulados,  las arterias cansadas sin ya animar el corazón que va fallando en agonía y todo queda quieto en el cuerpo.  La muerte va cubriendo con velo tenue los ojos, la piel; endureciendo con rigidez letal, ya no el movimiento, ya no la sonrisa, ya no el habla, ya no el gusto, sólo dicen, el oído aguza los sonidos más tenues y profundos, el llanto de la flor, el grito del espanto, la espina que atasca el alma en la inmovilidad del canto, que brotando en despedida, en   dos lágrimas,   vuelan de los ojos al final, en el adiós.

            ¿Cuántas cosas más quería hacer JORGE PEREYRA TERRONES? Querías, con ansia, vestir a Cajamarca con más de cien razones para ser la bella y visitada del Perú. “Cajamarca es primero y después todo lo demás que es lo de menos …” Querías que los yanacochinos fugaran a sus casas sin herir el vientre del cerro, el útero acuoso de la madre tierra, el bosque primigenio de las plantas ocultas bajo el ichu y la humedad del Ande.  Querías escribir 33 libros entre verso, poesía, ensayo, periodismo,  para aliviar el calvario de aquél Cristo, camino de la injusticia, el robo, el oprobio,  contra el humilde que nada puede hacer con leyes inconclusas, con el poder oculto en el ojo izquierdo del malvado gobernante.  Querías amar, seguir amando como cada día de tu vida, amaste a la mujer de tu costado eterno, cantando serenatas y glosas permitidas a las señoritas lindas de la bella Cajamarca.  Querías también volver a los Estados Unidos y entrevistar a los poderosos que deciden lo que hay que hacer en América Latina y volvías cada vez que podías, porque ese espacio fulgurante, te ofreció sus días, sus noches, sus veranos, primaveras con hojas de miel en el otoño, caminos blancos de nieve, en el duro invierno o susto tremendo en los huracanes devastadores. Querías volver al Pasaje Atahualpa, juntito a la Biblioteca Municipal,   primero fue refugio de los pobres, luego gallera y finalmente una buena Biblioteca.  Allí creciste de la mano de tu amada madre, ante la pluma sagaz y brillante de PERSEO, tu padre y al fragor de travesuras con todos los hermanos y hermanas, que hoy, circundan el ataúd con la tristeza que se cuelgan en el sótano oculto de los huesos y las sombras.

Adiós Jorgito como te llamaba, cuando me invitabas a ese espacio radial donde con florido lenguaje certero, transcurrían en diálogo ameno, las entrevistas, que nunca olvidaremos con la Sra. Consuelito.   Te burlabas comparándome con la rutilante Amalia Puga, riendo con esa risa  “a fuego lento” que hablaba de toda la grandeza de Amalia y la pobreza literaria de mi ser. Nos heredas tus hijos literarios con exquisita pluma, humor, calidez, que embriaga hoy la tristeza que nos perfora tu adiós sin previo aviso.  No sé si Cajamarca te hizo un homenaje que a gritos era justo y necesario, pero así, en silencio,   mueren innumerables veces los grandes sin olvido.

Cajamarca, 24 de marzo 12022.

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